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Nikabrik permaneció con una sonrisa maliciosa en su rostro y fue en busca de Caspian quien aún estaba enojado al igual que dolido por lo ocurrido en el castillo de Miraz.

— Puedes llamar aún poder aún mayor, incluso más poderosa que aquella elegida — Dijo el enano con indiferencia al referirse a Génesis —. Que incluso mantuvo a Aslan fuera por casi cien años.

De pronto extraños sonidos se hicieron presentes poniendo en alerta a Caspian quien saco su filosa espada para protegerse.

— Quien anda ahí? — Pregunto Caspian mirando hacia todos lados con desconfianza mientras que Nikabrik permanecía con una sonrisa en su rostro al saber lo que se aproximaba.

— Yo soy el hambre — Se oyó una voz gruesa y muy ronca —. Y también la sed — Aquella voz se hizo presente ante los ojos del joven príncipe —. Puedo ayunar cien años, sin morir. Puedo dormir cien noches en el hielo sin congelarme — Dos demonios comenzaron acercarse a Caspian —. Puedo beber un río de sangre sin reventar. Muéstrame ahora a tus ENEMIGOS!!! — El demonio quito su túnica y dejó verse como un lobo.

— Lo que odias, nosotros también — Dijo el otro demonio con voz femenina —. Nadie odia mejor que nosotros.

Caspian parecía caer ante la tentación de venganza hacia su tío Miraz. Los demonios aprovecharon su debilidad y comenzaron a crear un círculo mientras el otro hablaba otras lenguas invocando a su amo. Nikabrik miraba con aprobación a Caspian y lo incitaba a que dejará su preocupación en manos de aquellos demonios.

— Vuelve! Vuelve! — Dijo el demonio mientras clavaba la varita de hielo en el suelo donde estaba el círculo dibujado.

El hielo comenzó a expandirse creando un inmenso marco de hielo, Caspian retrocedió dándose cuenta que era lo incorrecto.

— La sangre de Adan me puede liberar — Dijo la bruja blanca mirando atentamente a Caspian —. Solo una gota y te serviré, mi rey.

Jadis saco su mano del hielo acercándola a Caspian para recibir su sangre, pero la voz de Peter se oyó de pronto.
Los demonios y Nikabrik defendieron a su reina de los jóvenes y Trumpkin quienes iban a salvar a Caspian.

— Alejate de él! — Dijo Peter apuntando a Jadis con su espada.

— Peter, querido — Dijo Jadis — Te echado de menos. Dame solo una gota y te ayudaré, sabes que no puedes solo...ni siquiera con la elegida.






[...]






Génesis se mantuvo sentada en el suelo sintiendo la suave brisa en su rostro, tomo sus rodillas y cerró sus ojos por un momento.

— Te he fallado, lo siento. Te he abandonado, lo siento — Dijo casi como un susurro —. He sido egoísta y me he ido sin darte alguna explicación, te he dejado vacía sin cuerpo alguno donde pudieras permanecer tranquila. Te he causado dolor y soledad ante mi ausencia, pero yo también lo siento por que sin tí no soy nadie, he pensado que el bastón lo era todo cuando tú lo eras todo y perdóname por no valorarte como lo tendría que haber hecho, pero ahora con tu ausencia lo entiendo y me arrepiento de haberte abandonado. Oh mi espíritu poderoso, sin tí no soy nadie, soy solo una mujer vacía que camina a ciegas por un peligroso terreno, te necesito conmigo y que te unas a mí para ambas ser solo una, una mujer poderosa como siempre lo fuimos pero te necesito, despierta precioso espíritu inocente y delicado, tu pueblo te necesita.

Génesis permanecía con sus ojos cerrados mientras confesaba aquellas palabras hacia su espíritu dormido.

— Yo te necesito...— Susurro.

La chica comenzó a sentir una presencia enfrente suyo y un ligero calor en su mejilla izquierda, como si de una caricia se tratase. Iba abrir sus ojos pero una fuerte brisa se lo impidió, el pecho de Génesis subía y bajaba al sentir aquella adrenalina ingresar a su cuerpo. El calor sin ser dañino recorrió por sus venas y el vacío que Génesis sentía en su cuerpo había desaparecido por completo causando satisfacción en ella.

— Te he extrañado — Dijo la joven soltando una lágrima de alegría al sentir su espíritu con ella.

Se levantó del suelo renovada, como si fuese otra persona. Ingreso otra vez al refugio percibiendo el peligro en sus labios, corrió hacia donde se encontraba la mesa de piedra y efectivamente el peligro estaba ocurriendo allí.

— Tampoco lo podrá contigo, por que estás muerta — Dijo Génesis elevando su mano y rompiendo por completo el hielo.

Jadis miró a Génesis por última vez y el hielo se rompió cayendo al suelo en pedacitos dejando a todos en silencio.

𝐆𝐄𝐍𝐄𝐒𝐈𝐒 |𝐏𝐞𝐭𝐞𝐫 𝐏𝐞𝐯𝐞𝐧𝐬𝐢𝐞|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora