Capítulo 4: Inevitable.

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Luego del almuerzo, Sunhee prefirió pasar la tarde libre en su taller. Para su suerte no hubo malos momentos ni comentarios negativos durante la comida. Era un milagro siempre que eso pasaba, pues era costumbre comer incomodos o terminar peleando.

—¿Lograste saber algo? —preguntó Sunhee, en cuanto vio a Yangmi cruzar la puerta, quedando solas ahí dentro.

—Ambos son hermanos adoptivos por una misma mujer. —dijo la anciana, yendo a su lado para apreciar la figura humana que comenzaba a pintar, aun sin una forma definida.

—Esa es una información muy valiosa. —pensó.— Tengo que saber más sobre ellos.

—¿Por qué tanto interés en los jóvenes? —aunque creía saber por dónde venia el asunto.— Señora, ese bebé murió, debería no pensar más en eso, han pasado muchos años.

—No, yo estoy segura que mi hijo no murió. Yo lo escuche llorar, sé que está vivo, y ahora él puede tener la edad de esos chicos. ¿Sabes qué tanto que deseo encontrarlo? —volteo a verla, con una mirada que expresaba todo el dolor que sentía por aquella situación.— Ni siquiera sé si puedas imaginarlo.

—Pero el señor Daehyun dijo que el niño murió, por eso se esmeró en encontrar otro que ocupara ese vacío.

—No, Yangmi, mi hijo no murió. Cuando nació estaba vivo, y yo estaba débil, pero lo escuché llorar, lo sentí moverse.

—En todo caso no sabe si sigue vivo o si sigue en esta ciudad.

—Pero yo mantengo la esperanza de que él está cerca. —regresó a su pintura, intentando tranquilizarse.

A veces le frustraba que Yangmi no le creyera, que la tomara por loca, porque ella no lo decía, pero sabía que lo pensaba. Se sentía incomprendida, sin embargo, no se iba a dejar vencer, y mucho menos por Daehyun. Ese niño regresaría a ella tarde o temprano.


***



Se acercaba la hora del anochecer, y Jungkook aun seguía pensativo en todo lo que su madre había dicho, lo mal que lo trataba y la forma despectiva en la que se refería a él. Seguía sin captar que era lo que hacía mal para que obtuviera ese trato de su parte. Le afectaba más de lo que le gustaría, por eso ocupaba su tiempo y mente en los quehaceres de la hacienda.

Ni siquiera se había detenido a hablar con otros empleados o si quiera a saludar a Taehyung en todo el día. Andaba callado y eso el castaño lo había notado, por lo que no pudo evitar acercarse cuando lo vio ir al establo.

Cuando entró, Jungkook le daba de comer a su caballo mientras le hacía mimos, como si esa fuera una terapia contra lo mal que se sentía.

—¿Estas bien? —preguntó Taehyung en cuanto estuvo cerca.

Jungkook volteo a verlo, algo sorprendido. No esperaba que Taehyung le hablara y menos para preguntarle eso. ¿Tanto se notaba que algo le afligía?

—Si, ¿por qué?

—Te ves pensativo, y hasta diría que algo dolido.

—Solo ando pensando en cosas de la hacienda y unos asuntos personales que debo resolver.

—Está bien, solo quería saber. —Jungkook asintió.— ¿Necesitas ayuda en algo?

—Estoy bien, no te preocupes.

Taehyung solo asintió, sin decir más nada. Era obvio que algo le afectaba, pero también era obvio que no iba a decirle de que se trataba. Fue tonto pensar que iba a contarle de sus problemas como si fueran amigos de toda la vida, pero al menos lo había intentado.

La más joven de las empleadas se asomó por la entrada del establo, aliviada de encontrar al fin a Jungkook; —Joven Jungkook, su primo esta al teléfono. —dijo Nayeon.

La sonrisa en el rostro de Jungkook fue notoria. Al parecer se llevaba muy bien con él, tanto que hasta no dudo en salir corriendo de allí, dejando a Taehyung con sus tareas.

Paraisos Prohibidos | KookTaeWhere stories live. Discover now