Abraza un árbol

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¿Qué hacer cuando lo qué te duele es el alma? Pues, Kumi elegía perderse en la naturaleza, con su diosa madre, para que pudiera sanarla.

Micaeli podía sanar cualquier tipo de herida física que ella se hiciera, ya sea entrenando o en una pelea ¿Pero en el alma? Sólo su madre creadora podía.

El mar le daba una tranquilidad que nadie más podía. Escuchar sus aguas, las olas chocando contra las rocas, la brisa golpeando en su rostro, le transmitía paz.

Se sentó bajo una palmera, y la abrazó, cerrando los ojos, respirando profundo.

—Kanat'ma ¿Cómo lograste tú superar el dolor? Saber que él no siente lo mismo, que sólo me ve como una amiga... Me está desmoronando —pronunció bajo, afligida—. Tal vez encontraste consuelo en tus hijos, pero yo ni eso tengo. Y no aspiro a tenerlos, porque sólo quiero que sea él.

Se abrazó con fuerza al tronco, y la tranquilidad que comenzó a sentir en su interior, la hizo olvidar por un rato a Cep.

Kanat'ma era una tierra pura, libre de malas vibras, si sabías buscar a la diosa. Y si podías conectarte con ella, su fuerza y vitalidad era la que sanaba, más que cualquier medicamento humano.

—Ay mi señora —suspiró—. Le pido fortaleza y conciencia para poder ayudar a su pueblo. Qué su sabiduría me llegue, aunque sea sólo un poquito, para saber cómo actuar y decidir para bien.

***

Había pasado casi un año desde que había visto a Blemn por última vez, pero su esencia ahora la rodeaba más que nunca. Cinco jóvenes Kanatitas habían tenido sus hijos, tres niñas y dos niños, pequeños realmente preciosos.

¿Y el flamante padre? En algún lugar del mundo. Al saber que las hembras eran quienes cuidaban a sus crías, y él no debía ejercer su paternidad, se había borrado completamente de la isla.

Sus acciones más demostraban que era un cobarde, una basura. Y Kumi había intentando contáctarse con él, incluso habían hablado, hasta que ella le había dicho que habían nacido cinco bebés que eran sus hijos.

Desde ese instante, él dejó de responderle los mensajes o llamadas.

Incluso el bebé de su tía Shimei había nacido, era una criaturita hermosa. Una niña de cabello dorado y grandes ojos grises. Realmente, la bebita había heredado la belleza y encanto de su madre.

Shimei solía ser una de las hembras más codiciadas por los machos, debido a su belleza natural, su simpatía, su dulzura. Ella era espontánea, divertida, y hermosa.

Y con el nacimiento de tantos bebés, la mayoría habían tenido embarazos múltiples, por lo que las tareas en la tribu se habían incrementado.

Los primeros meses las madres no podían salir a cazar, ya que tenían que cuidar a los pequeños. Así que eran las solteras, y madres de niños más grandes, quienes se encargaban de buscar los suministros necesarios.

—Kumi, hay un joven macho que solicita ingresar —pronunció una pelirroja.

—Ningún macho puede entrar a la tribu ahora, las hembras están dando a luz. Los bebés recién nacidos son indefensos, es peligroso.

—Es Klutz... Él le trajo algo a Shimei.

La castaña abrió los ojos sorprendida. Ellos no solía aparecer luego de la puesta, y mucho menos, importarles cuando sus crías nacían.

—Lo atenderé yo, pregúntale a Shimei si quiere recibirlo.

—Sí —le dijo la muchacha, antes de retirarse.

Unos minutos después, apareció un jovencito de dieciocho años frente a ella. De cabello rubio y ojos grises, luciendo algo nervioso.

Ella sonrió amablemente, y él bajó la cabeza, en señal de respeto.

—Kumi, lamento mucho haber venido. S-Sé que no puedo estar aquí, p-pero quería ver a Shimei. Sé que tuvo una niña.

—Klutz, tranquilo —sonrió, con cierta ternura—. Es verdad, no deberías estar aquí. Pero qué quieras ver a tu hija, y a Shimei, es algo muy lindo de tu parte. Si ella decide aceptar tu visita, podrás verla.

—Gracias, muchas gracias —sonrió emocionado—. En verdad quiero conocer a mi bebé.

La puerta de la sala se abrió, y el muchacho al ver a la rubia con la bebé en brazos, se acercó rápidamente a ella, sonriendo con una emoción pura, plasmada en su rostro.

Kumi observó cómo él hablaba con ella, sin poder dejar de sonreír, al igual que su tía. Y como la primeriza mamá, le permitía tomar a la bebé en brazos.

Y la joven líder sonrió, era tan gratificante ver como un macho joven, como él, quisiera conocer a su hija. Y como mujer, sabía lo importante que era un padre en los primeros años de una niña.

Ella había tenido la suerte de tener a Fahir siempre presente. Al menos, el tiempo que él podía, y Micaeli le permitía. Sin contar con su secuestro.

Pero él había vuelto, y en la mirada de Klutz, podía ver la misma bondad que la de Fahir.

...

Dato: Klutz tiene 18 y Shimei 24 💕❤️

KumiWhere stories live. Discover now