Príncipes kanatita x4

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"Mamá y papá no viven juntos, y eso a mí no me importa mucho. Mis papás son líderes de las dos grandes tribus de la isla, es por eso que la gente dice que soy algo así como una "princesa".

Pero lo cierto, es que no tengo ningún privilegio por ser hija de los líderes. Tengo las mismas obligaciones que cualquier otro niño kanatita.

Voy a la escuela, hago deportes, y ayudo a mi papá a cuidar de mi hermanito Noaelí. Aunque Noaelí vive con mamá, él viene a veces a visitarnos."

***

Besó la frente de su hijo, y lo observó dormir. Era tan lindo, estaba tan enamorada de su bebé. El pequeño Noaelí tenía casi un año, y era una de las cosas más maravillosas que le había ocurrido.

Si bien era hijo de Cep, quién lo cuidaba era ella. Y con la nueva resolución que habían sacado, ahora los niños podían vivir más tiempo en la tribu de hembras.

El pequeño era muy parecido a su padre, desde su cabello a ojos castaños, hasta lo hiperactivo que era. El bebé ya sabía dar sus primeros pasos solos, y ahora caminaba por toda la casa agarrado de las paredes.

Sólo bastaba que Kumi se descuidara unos segundos, para que el niño estuviera haciendo alguna travesura.

Cep y ella había intentado tener una relación, pero las diferencias eran muy grande entre ambos. Y aunque amor no faltaba, se llevaban mejor como amigos.

Es por eso que Kumi y él habían concebido a Noaelí sin tener ningún tipo de relación sentimental. Ella quería ser mamá, y Cep no se negó a ayudarla con aquella tarea.

Y cuando Ilu tenía cuatro años, nació el pequeño.

Con el cuidado de los niños, y sus propias obligaciones, las relaciones amorosas pasaron a segundo plano para ambos padres. Simplemente, cuando tenían ganas de hacerlo, se encontraban.

Noaelí se quejó, y llorisqueó, llamando a su mamá. La castaña sonrió enternecida, y se acostó junto a su hijo, acariciando suavemente su cabello.

Y el bebé al tenerla tan cerca, comenzó a frotar su carita contra su pecho, buscando que le dé de mamar.

—Ay bebé, no sé si puedes seguir tomando mi pecho —pronunció insegura, abriéndose la blusa para amamantar a su hijo—. Tu papá es un idiota...

Tenía que ir a la clínica y sacarse las dudas que tenía. Ya no sabía si es que estaba sugestionada y todo le parecía indicar aquello, o es que realmente estaba embarazada de nuevo.

En su último encuentro, que había sido mientras los niños dormían en la casa de él, habían tenido sexo. Y entre juegos y la previa, Cep no había utilizado condón. Y aunque Kumi sabía que era casi imposible que quedara embarazada fuera del celo, y más sin la eyaculación, había leído que algunas humanas quedaban embarazadas de todos modos.

¿Y ese había sido su caso? Sabía que no podía culpar a Cep únicamente, ya que ella también tendría que haberse cuidado... Pero su hijo recién iba a cumplir un año, era muy pronto para tener otro bebé.

***

—¿Qué más le podemos agregar?

—Mm ¡Okuts! —Exclamó la niña, bajándose de la silla para buscar la fruta en el refrigerador.

—¿Segura? Esa es una fruta muy dulce, mi amor. Y la pizza es salada —sonrió Cep.

—Pero a mi me gusta cuando la comida salada tiene un poco de azúcar, papi —se excusó la niña, volviendo con unas pequeñas frutitas rojas, redondas, como unas uvas.

KumiOnde as histórias ganham vida. Descobre agora