Éxtasis

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La noche se había vuelto muy agradable y risueña para ambos. Hacía mucho que no podían hablar de esa forma tan libre, y reírse de recuerdos, o hazañas de su hija.

Pero a medida que los minutos pasaban, algo en ellos comenzaba a cambiar. Una sensación de calor, un fuego abrasador en su interior, que rugía por salir.

—Cep ¿Le pusiste algo a la comida?

—No la hice yo, la compré. Con Ilu iba a ser imposible poder cocinar, está muy traviesa —sonrió—. Y ahora que ya gatea, recorre toda la casa.

Lo observó, esos hermosos ojos oscuros ¿Cómo podía ser tan lindo? ¿Tan buen padre? Demonios ¿Cómo podía oler tan bien?

—Cep —pronunció en un tono bajo, bajando sus orejitas—. ¿Quieres nadar? Creo que la comida tenía picante o algo así, siento mucho calor.

—Pensé que sólo era yo, sí, vamos —sonrió.

Kumi se puso de pie rápidamente, y se quitó la ropa, antes de entrar al mar, buscando desesperadamente calmar ese calor sofocante de su cuerpo.

Cep la imitó, y se metió también.

—Oye... Am, no nada —le dijo nadando y tomando distancia de ella.

No podía decirle que tenía una erección involuntaria, ella lo trataría de pervertido. Por lo que creyó que nadando, y permaneciendo en el agua fría, sola se bajaría.

—Cep, en serio ¿Qué mierda tenía eso?

—Kumi, no sé —repitió con fastidio—. Ya te dije que no la hice yo.

—El cuerpo me quema, demasiado.

La miró preocupado, nadando hacia ella.

—¿Nos habrá hecho alergia o algo así?

Llevó una de sus manos a la frente de ella, y sintió su piel caliente. La miró a los ojos, y tenía las pupilas dilatadas, y no pudo evitar sonreír, se veía tan linda.

—¿De qué te ríes? —gruñó.

—Te ves muy linda de este modo, tierna.

La castaña lo miró, y le gruñó. Le estaba diciendo que sentía un calor incontrolable en el cuerpo, y el imbécil le salía con eso. Siempre era igual con él.

—¿Por qué me gruñes? —sonrió con diversión.

Aspiró su aroma, y era delicioso, ronroneando.

—Kumi, creo que-

Tomándolo por sorpresa, la joven se lanzó a sus labios, devorando su boca con desesperación. No sabía que diablos pasaba con ella, sólo que lo deseaba de una forma irracional.

Cep le correspondió, confundido ¿Qué le pasaba? Primero le gruñía, y ahora se lo quería "comer".

—Ey, despacio —sonrió agitado, cuando ella bajó a su cuello.

—Quiero hacerlo ahora.

—¿Q-Qué? Kumi, tú-

—Y tú también quieres —sonrió traviesa, al bajar su mano por el pecho de él, y llegar a su entrepierna, sintiendo su dura erección.

—El vino, d-de seguro es el vino. Tú no quieres esto, Kumi —gruñó cerrando los ojos, mientras ella masajeaba su miembro.

—No me importa, quiero me folles —le pidió en un tono bajo, antes de besarlo una vez más.

Cep no había tomado tanto como Kumi, y también sentía un deseo enorme por la joven castaña, pero no podía aprovecharse de aquella situación.

Quería hacerlo con Kumi, pero no de ese modo. Él quería que ella realmente lo deseara, que se sintiera segura de hacerlo con él, y no sólo por estar bajo el efecto del "vino".

—Kumi, espera, espera cariño —pronunció alejándola de él, sin querer verla a los ojos, porque realmente se veía hermosa de ese modo—. Esto no está bien. Vamos a salir del agua ¿Está bien? Y luego nos preparé alguna infusión o algo.

—Cep —le dijo bajando sus orejitas, luciendo afligida.

—Ven, vamos —pronunció dándole la espalda, saliendo del agua.

Llegó hasta las orillas, y se giró para ver si ella venía detrás de él, y la castaña le saltó encima, derribándolo a la arena. Se sentó sobre su pelvis, y lo tomó de las manos, mirándolo molesta.

La miró, y sonrió divertido, era increíble.

—¿Qué? ¿Me vas a violar o algo así si no quiero?

...

KumiWhere stories live. Discover now