Juntos

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¿Existía otra forma de dormir cómoda qué no fuera con su papá? Ilu no la conocía, la bebé sólo podía dormir tranquila cuando era con Cep. Si no estaba con él, dormía muy poco de corrido.

La observó dormir, y besó suavemente su cachetito, sintió su aroma a bebé, sonriendo.

—Que tengas dulces sueños, mi gatita hermosa. Y que esos malvados cólicos no aparezcan y te dejen dormir. Descansa, hijita —murmuró depositando un beso en su frente, antes de salir de la cama.

Se quitó su camiseta, y se la dio a Kumi, para que se la pusiera y oliera a él, así Ilu se quedaría con ella sin despertarse o llorar.

—Si se despierta y llora mucho, llámame, vendré en seguida.

—Duerme en la sala —le dijo quitándose su camiseta, y poniéndose la de Cep.

—O podríamos dormir los tres en la cama —sonrió.

—Sí, sigue soñando despierto, Cep —le dijo indiferente, subiéndose a la cama.

—No vayas a aplastar a mi hija, eh.

—Ya lárgate —gruñó molesta.

El muchacho se fue de la habitación, riendo bajo. Era la verdad, desconfiaba un poco de Kumi, por lo que no dormiría muy bien aquella noche, vigilando que no aplastara a la niña.

Kumi abrazó a la bebé, y acarició suavemente su poco cabello castaño, sus orejitas, sus mejillas, observándola dormir.

—Mamá también te ama, Ilu —le dijo en un tono bajo—. No espero que me quieras como amas a tu papá, pero si un poquito. O que no llores cuando te cargo, pequeña —pronunció afligida, abrazándola—. Quiero creer que me rechazas porque eres pequeña, y no porque no me aceptas como tu madre.

***

—Manos arriba, bebé, ¡esto es un asalto de besos! —exclamó en un tono divertido, antes de darle besos en la panza a la niña, haciéndola reír—. Me voy a comer a esta gatita a besos —sonrió besándole el cuello y las mejillas, sintiendo como ella lo tomaba de la barba, riendo.

La tomó de las manitos, y movió suavemente sus bracitos, haciéndola mover los hombros también.

—Eso Ilu, baila conmigo —le dijo haciéndola sonreír, que lo mirara atenta, a cada payasada que él hiciera.

Kumi entró a la habitación, y observó a Cep, con una ceja arqueada.

—¿Qué haces? Se suponía que ibas a cambiarla para irnos.

—Bailo con mi bebé —pronunció con simpleza, tomándola en brazos—. Es el baile de papá e hija —le dijo tomándola de una de sus manitos, girando ambos en el mismo lugar.

—Ya Cep, sólo nos demoramos así.

—Kumi, estás muy amargada ¿Recuerdas cuándo éramos niños y bailábamos?

—Sí, termina de cambiar a la niña y vamos —le dijo antes de irse nuevamente.

Cep miró a la niña, y negó con la cabeza, sonriendo.

—Ahora entiendo porque lloras con ella, tu mamá es una aburrida —sonrió dándole un beso en la frente.

***

—Su madre no era aquí —pronunció Kumi, mientras caminaban por las calles del centro.

Cep la observó curioso, llevando el coche de Ilu. La bebé iba durmiendo allí, tapada con una campera de Cep, para que pudiera sentir su aroma y se quedara allí.

—¿Cómo qué no era de aquí?

—Ella tenía un tipo de tatuajes en su cuerpo, que no son propios de este lugar. Y después de que los forenses le hicieran diferente tipo de estudios, llegaron a la conclusión de que ella no era de aquí. Le realizaron pruebas para saber si venía de la isla de nieve, pero tampoco.

—¿Y entonces? Porque es obvio que es una de las nuestras. Incluso Ilu tiene nuestras propias características.

—Eso estamos intentando averiguar, de dónde llegaron ambas.

...

KumiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora