Extrañar a papá

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No quería, la deseaba pero no podía. Aquello sólo arruinaría su relación con ella, y él debía hacer lo mejor por Ilu. Además, no sólo pensaba en su hija por eso, sino por el hecho de ser mujer.

Cómo padre de una niña, su percepción de las cosas había cambiado mucho.

Respiró profundo, y cambió de posición con ella, tomándola rápidamente de los antebrazos. Los flexionó en forma de cruz sobre su pecho, y la sujetó de eso modo, para que no pudiera moverse, sentándose sobre ella.

Kumi lo observó furiosa, gruñendo, y haciendo fuerza para soltarse, pero Cep la estaba sujetando con sus sus muslos también.

—Escúchame, te deseo, en verdad me encantaría estar haciéndolo en este momento. Pero no así, Kumi. Si no estuvieras bajo los efectos de esa cosa, tú ni me habrías besado jamás. Y no quiero que después creas que me aproveché de ti, y que las cosas se pongan mal entre nosotros. Ahora tenemos a Ilu, y tenemos que pensar primero en ella... Quizás antes, sí te hubiese aceptado.

Ella dejó de forcejear, y lo miró decepcionada, desviando su mirada para no seguir viéndolo.

***

Se suponía que iban a regresar a las doce de la noche, a más tardar. Pero ya eran las seis de la mañana, y una vez más, nadie sabía dónde estaban ambos líderes.

—Vayan al islote, quizás sigan ahí —gruñó Micaeli, enviando a una muchacha.

Los dos ya eran adultos, y causaban más problemas que dos adolescente. La bebé había estado llorando, llamando a Cep, ya que "pa" era lo único que sabía decir.

Y se había dormido llorando, cansada. La niña se quedaba unas horas con ella, o Kumi, pero al final del día, sólo podía dormir con Cep.

Si bien el muchacho le había dejando una camiseta de él, para que se la pusieran junto a Ilu, así dormía, la bebé se había despertado durante la noche, buscándolo.

Y si algo tenía la pequeña, era un carácter tremendo. Al sentir su aroma, y no verlo, comenzó a llorar a todo pulmón, molesta, sin querer que nadie la tomara o le hablara.

Cuando Ilu querían Cep, no había forma de que nadie más la calmara. Y Micaeli con cuatro hijos, conocía de caprichos, su hija más pequeña a veces hacía berrinches cuando su padre venía a visitarla.

Pero Ilu era otro tema... La niña tenía un grito agudo que a más de uno podía poner de mal humor.

***

—Intenté despertarlos, pero están completamente dormidos.

—¿Pero están bien? —preguntó preocupada una de las hembras.

—Sí, están bien, sólo que en una especie de sueño profundo, ninguno se despierta ¿Qué hacemos?

—Llevarlos hasta Kanat'ma, tendremos que traerlos hasta la balsa y luego trasladarlos.

—Eso sí, están sólo con su ropa interior ¿Deberíamos cambiarlos o dejarlos así?

—¿Ropa interior? ¿Estuvieron juntos?

—No creo, no huele a eso —pronunció pensativa—. En fin, creo que deberíamos llevarlos cuanto antes, Micaeli lucía muy molesta.

—¿Y quién no? Media tribu no pudo dormir gracias a los gritos de la bebé —pronunció molesta.

—Me alegra ser de la otra mitad que no la escuchó —sonrió divertida.

***

—¿Qué les pasó?

—No lo sabemos, así los encontramos. Aparentemente están durmiendo. Ambos están respirando bien.

Micaeli acostó a la bebé entre el cuerpo de Cep y Kumi, y la pequeña al ver a su padre, se abrazó a él.

—Pa, pa, pa —lo llamó, acariciando su pecho.

Y la rubia no pudo evitar sonreír, al ver como la niña le daba besos por la cara, babeándolo. Era innegable el amor que esa niña sentía por Cep.

Una adoración por parte de ambos.

Al ver que su padre no se despertaba, simplemente se acostó a su lado, y chupó su dedo pulgar, cerrando los ojitos, hasta quedarse dormida minutos después.

—Por Kanat'ma, al fin habrá paz —suspiró con cansancio.

...

KumiWhere stories live. Discover now