Capítulo 22

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—¡Una semana de castigo para los tres! —Bramó Aizawa airado, causando que sus alumnos se estremecieran ante la expresión aterradora de su rostro. —Bakugō y Kirishima, todos los días después de clases tendrán que encargarse de toda la mala hierba que está creciendo en los bosques de alrededor de los dormitorios. Me enviarán una fotografía para demostrar sus progresos, y si llego a pensar que no están trabajando lo suficientemente duro, se van arrepentir. —Dijo mientras sus ojos brillaban de rojo, a lo que ambos chicos tragaron saliva sonoramente. —Kiyama, tendrás que organizar todos y cada uno de los libros de la sección vieja de la biblioteca, por orden alfabético y cronológico. Son más de quinientos libros que han estado acumulando polvo durante años, así que asegúrate de llevar protección para la nariz y boca, porque hasta que no termines, no saldrás de allí.

Con un titubeante asentimiento de cabeza, los tres jóvenes héroes aceptaron sin decir una palabra el castigo de su maestro, pues aunque habían explicado con detalle lo que había sucedido, su sensei no había encontrado justificación a sus actos, argumentando que debieron haber informado de todo lo sucedido desde el principio.

Katsuki había tratado de defender a sus amigos con torpes palabras, diciendo que había sido él quien había impedido que fueran a buscarlo para contarle lo de su enfermedad, espetándole a su sensei que él mismo les había dicho a él y a Deku que se encargaran de sus heridas sin ayuda.

—Una cosa no tiene que ver con la otra, Bakugō. Una enfermedad no es lo mismo que una herida de batalla; así que ahórrate tus intentos para sacar del lío a estos dos. Nadie los obligó a desobedecer las reglas.

El platino desvió la vista y gruñó mientras apretaba los dientes ante la mirada de Eijiro y Asuka, sintiéndose como un completo idiota; por eso cuando Aizawa se le acercó y posó la mano en su frente, él la apartó de un manotazo por puro impulso.

El moreno frunció profundamente el ceño, pero luego suspiró audiblemente mirando con exasperación a su rebelde alumno.

—Tú aún estás enfermo, por lo que aplazaré tu castigo hasta que termine el fin de semana. —Manifestó Shōta con voz ya mucho más sosegada. —Pero ustedes dos, empezarán de inmediato. Vayan a desayunar y a alistarse. —Y con esto último, el maestro abandonó la habitación del héroe explosivo con paso firme.

Kirishima y Kiyama dieron largos suspiros cuando sintieron que su sensei se había alejado lo suficiente, mirándose luego mutuamente con expresiones aplacadas.

—Lo siento mucho, Kirishima-kun. Si no te hubiera pedido que te quedaras...

—Hey, ¡no pasa nada!. Yo quise quedarme después de todo, así que también soy responsable de lo que pasó.

—Sí, pero de no ser por mi petición, tú no...

—Maldita sea, ¡basta ustedes dos! ¿Quieren dejar de repartirse las culpas aquí? —Gritó Bakugō irritado, mirando a su novia y a su amigo con expresión exasperada. —Fui yo quien causó todo esto. No debí haberte dejado entrar en primer lugar. —Resolvió, y clavando sus ojos en la peli blanca, chasqueó la lengua.

La joven águila abrió la boca para decir algo, pero al recordar repentinamente lo que había pasado anoche mientras observaba los ojos escarlatas de su chico, la cerró de golpe con sus mejillas coloreándose de rojo intenso. Había tenido un sueño particularmente intenso esa noche, al parecer influenciada por la inesperada confesión de Katsuki, y al no saber cómo manejar la situación, sostuvo sus manos de manera tímida y desvió su vista, sintiendo como su corazón latía frenético dentro de su pecho.

El rubio la miró extrañado por unos instantes preguntándose el porqué de esa reacción, pero Eijiro, en un latigazo de iluminación, intervino en el acto.

Lo que significa ser un héroe [Katsuki Bakugo x OC]Where stories live. Discover now