Capítulo 26

4K 294 458
                                    

La joven de cabello blanco acomodaba con cuidado la quinta y última tanda de libros que había limpiado y ordenado aquel día, sintiéndose satisfecha con el trabajo que había hecho. Contando aquella jornada aún le quedaban tres días de castigo, por lo que la emoción de que todo acabara pronto la estaba ayudando a hacer todo más deprisa.

Suspirando largamente, limpió una pequeña gota de sudor que resbalaba de su sien izquierda, pues a pesar de que el frío del otoño empezaba a hacerse cada vez más intenso, el constante movimiento la mantuvo lo suficientemente caliente como para que su cuerpo lo exteriorizara.

Revisando que todo estuviera en orden, se puso la bufanda roja que Yao-Momo le había regalado y salió de la biblioteca media hora antes de lo que lo había hecho todos los días, y corrió entusiasmada para hacer lo que quería al darse cuenta que tendría tiempo extra.

Quería ver a Katsuki.

Sabía que el castigo que le había impuesto Aizawa estaba siendo bastante pesado, pues cuando él y Kirishima se presentaban a cenar luego terminar su jornada del día, ambos devoraban lo que les servían en menos de dos minutos, para luego escurrirse con desgana en el mueble de la sala de estar evidenciando lo increíblemente exhaustos que estaban.

Por ello, hoy les llevaría algo fresco para que bebieran y pudieran darse un respiro un par de minutos, y de paso, conversaría un poco con él. En verdad le encantaban esos pequeños momentos que podían compartir juntos, pero al pensar en que cuando su castigo finalmente terminara éstos ya no serían tan cortos, la sonrisa de su rostro se extendió aún más.

Tarareando una canción con suavidad, la albina Introdujo un billete en la máquina expendedora del pasillo que daba a la cafetería y eligió las bebidas que quería, sintiendo su corazón empezar a latir más rápido de lo normal cuando las latas cayeron en la cabina de entrega. Vaya. No podía creer que un encuentro tan simple la emocionara, pero debía admitir que tampoco era tan extraño; siempre que se veía con Katsuki él terminaba haciendo o diciendo algo que revolvía por completo su mente.

Oye... se que te gusta, pero te contienes. Déjame tocarte hoy y te dejaré en paz el resto de la semana.

Su rostro volvió a enrojecer de la misma forma en que lo había hecho cuando él le dijo esas palabras al oído y las bebidas que acababa de tomar del dispensador casi se le caen al suelo.

Uffff. ¿Cómo no iba a alterarse al pensar en él si aquellas palabras aún resonaban en su cabeza? Como si ella quisiera que la dejara en paz...

Avergonzada de su propio pensamiento, la joven águila sacudió la cabeza con rapidez inquieta al comprobar que en verdad se estaba volviendo una pervertida. Algo había despertado en su interior desde aquella noche en la que Katsuki había hecho esa confesión en medio de su delirio febril; un fuego que día a día iba aumentando y consumiendo su cuerpo lentamente, alimentándose de aquellos arrebatos de pasión en los que últimamente ambos quedaban atrapados y de los cuales les estaba siendo tan difícil salir. Y no iba a negar que eso la ponía un poco nerviosa.

Nerviosa porque no sabía qué esperar ni tampoco si estaba actuando correctamente. Pero la verdad, ¿quién a su edad lo sabría? ¿quien dictaba las reglas acerca de lo que se podía o no sentir cuando se estaba enamorado? No tenía respuesta, y la verdad evitaba a toda costa atormentarse por ello. Lo único que sí se repetía constantemente era que debía ser responsable y estar siempre cien por ciento segura de lo que quería hacer; pero por lo demás, se permitiría ser feliz y no autosabotearse. Estaba viviendo unos momentos que sabía se quedarían en su memoria para siempre.

Sumida en sus pensamientos ante aquel pequeño monólogo mental, la chica no fue consciente de en qué momento había llegado al lugar en donde sabía se encontraban su novio y su amigo, sino hasta que éste último dio un grito alegre a modo de saludo, haciéndola elevar la vista y sonreír de modo involuntario.

Lo que significa ser un héroe [Katsuki Bakugo x OC]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora