Capítulo 120

168 37 2
                                    


Diderot me miró horrorizado cuando atravesé al primer angel con la espada en mis manos. La espada atravesó al ángel sin problema alguno y este abrió los ojos, en un primer momento estuvo asustado, pero me miró y sonrió, como si estuviera agradeciendome por lo que hice, y explotó convirtiendose en luz que desapareció rápido. Esta vez el efecto fué diferente al que tuvo el absorver energía en el umbral del infierno, sentí mi cuerpo arder de nuevo, como si impuresas en mi cuerpo fueran eliminadas. Vomité como nunca antes, estaba botando un líquido negro similar a petróleo.

"¿Qué hiciste? Eso no se supone que sea posible." escuché a Diderot, pero yo estaba demasiado ocupado vomitando como para responderle.

Esto era similar a daño espiritual, pero más profundo, era como si la energía del ángel hubiera escarvado en mi alma, dejando una especie de hendidura que trataba de cerrarse. Me apresuré, tenía un presentimiento de que esto era necesario y que debía terminarlo rápidamente.

Corrí donde otro ángel e hice lo mismo, esta vez sentí su energía golpearme de forma más intensa, vomité más del líquido negro, no era sangre, ni siquiera estoy totalmente seguro de que sea algo físico. Esta vez el la velocidad a la que mi alma se estaba recuperando fué más rápida, como si el universo quisiera evitar que el hueco que la energía de esos ángeles terminara de hacer lo que estaba intentando hacer.

Dejé de dudar, debo eliminar a todos los que pueda. Eliminé a otro y seguí vomitando, esta vez no pararía, el dolor en mi cuerpo aumentaba, sobre todo en mi cabeza, pero mi cuerpo estaba volviendose más fuerte. Continué con el proceso sin parar, sentía que era como una carrera entre cuán rápido se regeneraba mi alma y cuán rápido la energía penetraba mi cuerpo. Fué tras un día que sentí el dolor pasar del centro de mi alma a distintas partes de mi cuerpo, como si estuviera tratando de matarme, mi cuerpo estaba siendo destruido y reconstruido célula por célula y mi cuerpo era ahora una máquina que destruía a los ángeles sin descansar. Pasaron ocho días hasta que partes de mi cuerpo explotaron, expulsando sangre, líquido negro y algo similar a pus. Caí al suelo y traté de levantarme, pero sentí que iba a vomitar algo de nuevo, esta vez no era el líquido negro, la energía de esos ángeles habían logrado escarbar hasta el centro de mi alma y había expulsado una cosa que había estado ahí, era algo similar a un cilindro metálico, en su superficie habían letras que cambiaban de forma a gran velocidad y brillaban de distintos colores, logré distinguir la palabra "CONTRATO" y mis instintos me dijeron que lo destruyera, de un golpe el cilindro explotó en polvo, como si hubiera sido del material más frágil existente. Mis heridas empezaron a sanarse y sentí mi alma empezar a rehacerse. Sentí un peso desaparecer de encima mío, era algo extremadamente extraño, como si por primera vez en mi vida fuera realmente libre.

Decidí descansar, no me importó que estuviera en el infierno, estaba cansado. Cogí mi espada y la lancé tan fuerte como pude, tenía el presentimiento de que no sería buena para mí en el futuro, no por falta de utilidad, pero mis instintos me decían que esa era realmente una espada maldita, un objeto que trataría de eliminar a aquel que lo usara.

Me heché en el suelo y ví a Diderot, estaba con media cara quemada y arrastrandose, tenía una pierna despedazada, supongo que las explosiones le hicieron daño, pero igual estaba acercándoseme, felizmente sus heridas estaban sanando rápidamente. Me levanté y me acerqué a él, no podía dejarlo así.

"Oye, creo que ya sé como sacarte de aquí, tengo una idea, pero igual vas a tener que guiarme." le dije, inmediatamente atravesándo su pecho con una mano.

Realidades Infinitas: EvoluciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora