³ × ❝Nada que ofrecer❞ ×

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Multimedia: thedeimondevils (Tumblr).
Tipo: General.
Advertencia: Ninguna.
Clasificación: G (General).
N° de palabras: 2414 (one-shot).
Publicación: 31/O7/2O19.

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Nada que ofrecer


Era tarde para desayunar, y poco les importó. Apenas tomaron asiento, la discusión anterior quedó cerrada para dar paso a un silencio, que se marchitó una vez que agradecieron por la comida, y el comedor se llenó de vida nuevamente; estaban hambrientos. Garou tomó la delantera con facilidad y se hizo del control del pescado y los encurtidos, mientras Metal Bat servía el té verde. "Maldito porfiado desvergonzado", pensaba con una vena que resaltaba en su sien. Daba la impresión de no haber comido en días, lo cual era una locura y sin embargo, todo era posible si se trató de la voluntad de un hombre.

Hasta que se metió con la sopa de miso. Ese fue su límite.

—¡No acapares todo, bastardo! —bramó el chico, con ganas crecientes de tirarle la infusión caliente en la cara.

El contrario se detuvo en seco y subió la mirada, con los ojos en blanco. Tenía la boca llena y una expresión de niño que no rompe un plato. No pasaba nada, en cualquier momento el de cabellera azabache le podía ayudar rompiéndole un plato en la cabeza. Empezó a masticar otra vez, con lentitud, como si aquello cambiara las cosas. El intercambio de miradas era dispar en emociones, e igual de intensas. Al cabo de unos segundos, ambos acercaban algo al otro por sobre la mesa: Metal Bat el té y Garou lo que quedaba de la tortilla tamagoyaki, una miseria. El primero hinchó su pecho en aire para armarse de paciencia y tras dejarle el té, tomó la fuente de sopa. Una mano ajena se resistió a soltarla hasta darse cuenta que si seguía así podría ser su última sopa, desistió con un bufido.

En serio, ¿cuál era su problema? Se notaba que no se terminó el pocillo de té en un solo sorbo por el simple hecho de estar caliente.

Una vez que el héroe sació la sed y pudo probar siquiera la tortilla, cayó en cuenta de que no estaban hablando. Y aquello era un problema, dado que fue la única razón por la que se tomó el trabajo de preparar el desayuno; recibiría a la gente como le gustaría que lo recibiesen a él. Aun así, tuvo que preguntarse qué más seguía, cómo romper el hielo, pues tuviese o no madera de anfitrión la verdad era que no recibieron a nadie en la casa desde que él quedó a cargo. Ni mucho menos a un desconocido que a su vez, oh sorpresa, era el apodado monstruo humano. Su única garantía era que valor no le faltaba, algo se le ocurriría sobre la marcha, más si aquel sujeto era inflexible como se había mostrado.

—Escucha... —musitó luego de un segundo de coaching mental, lo que tarda un temerario cualquiera en tirarse a una piscina desde una gran altura.

—No. —Todo se desmoronó al ser bruscamente interrumpido—. Ya sé lo que harás, Metal Bat —vociferó sin encararlo de frente, no quiso encontrarse otra vez con esa mirada segura y llena de autosuficiencia; justo lo que se le fue arrebatado en su derrota—. Perdí, huí como una rata, todo terminó. Sé que vas a entregarme, así que ¡al menos déjame tener un último desayuno en paz!

—No lo haré.

La respuesta cayó al instante, casi pisando la contraria. El pulso del albino iba en aumento a medida que largaba la frustración con sus palabras, casi temió que se escuchara el resonar en su tórax. Todo terminó, lo tenía bien claro. Mas una presión en su pecho nació cuando el que consideraba su captor volvió a hablar, sin tener que preguntar a qué se refería.

「 𝐡𝐨𝐦𝐞𝐥𝐞𝐬𝐬 」Where stories live. Discover now