¹² × ❝Bajo la luna❞ ×

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Multimedia: "Exhausted" — Foo Fighters.
Tipo: hurt/comfort.
Advertencia: heridas.
Clasificación: PG-13.
N° de palabras: 2555 (one-shot).
Publicación: 17/O9/2O2O.

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Bajo la luna


Se incorporó al escucharlo, por un instinto incontrolable, para luego detenerse a medio camino de ponerse en pie. Sentado alrededor de sus débiles ataduras dejó que actuara la inconsciencia, que muy a su pesar borró con juicio absoluto en él la duda y la resistencia. Lo que creía irracional y carente de explicación triunfó sin problema sobre fatigado orgullo, mandando señales al cuerpo para intervenir nuevamente en aquello que no le concernía.

El albino tardó su tiempo en salir, pero salió. No escuchó más al chico desde que este entró en la ducha, y tampoco pareció haberse percatado de su presencia en el pasillo. Observó con nitidez el rastro de prendas y líquido espeso que de ellas se desprendió, sin asco ni pudor fue recogiéndolas una por una y resolvió dejarlas a un costado en el lavadero. No era momento para reparar en los fluidos abrillantados del suelo. Aun así, algo le llamó poderosamente la atención.

Lo último que le tocó recoger fue ese característico suéter rojo, no hubo rastro alguno de la chaqueta negra del gakuran. Una de las mangas estaba hecha jirones, los bordes del agujero en ella duros como si se hubiese calcinado, apestaba a podrido. Daba mala espina y quería asegurarse del porqué. Bastó acercar la prenda a medio metro de su rostro para descubrirlo, abrió los ojos pasmado, paralizado por una correntada de adrenalina hirviente que liberó su cuerpo.

—O... Oi, ¿qué haces levantado ahora...?

El deslizar de la puerta corrediza gatilló la acción, se dio vuelta para encarar al chico con ocelos ambarinos encendidos, turbados.

—¡Badd! —Se lanzó hacia él sin darle chance a replicar, lo agarró de los hombros sin atreverse a mirar hacia abajo, ya sabía con lo que se encontraría—. ¡Ven aquí, tienes que salir!

La verdadera razón por la que el azabache no se resistió fue por su incapacidad para hacerlo. El agarre lo hizo tambalear y habría caído de no ser por el contrario, que ahora lo arrastraba media casa para buscar las llaves.

—¿Ah, qué? ¿Qué te pasa? —Se le oía aturdido, desorientado.

—Te explico afuera.

—Per-...

—Cállate, dime cuál llave era la del patio.

En un abrir y cerrar de ojos –bastante perezoso–, ya se encontró en el patio, tiritaba de frío y esperaba a Garou. Aquel había entrado nuevamente en la casa tras indicarle que se quedara allí, donde le dé mejor el viento, que respire aire fresco. No lo entendía, de hecho le estaba costando entender todo lo que pasaba a su alrededor. Quería mandarlo a la mierda, no podía creer que lo dejase afuera con tan sólo unos pantaloncillos. Y para colmo, no podía siquiera abrazarse a sí mismo por esa molesta herida abierta en su antebrazo. Demasiada mala suerte en una sola noche. Al menos el albino no era tan ruidoso aún con esa exaltación repentina.

—Siéntate aquí. —Volvió a tierra con la voz de su par, quien tuvo la consideración de sacarle una de esas sillas de plástico del lavadero. También traía un recipiente de acero y un par de trapos bajo el brazo—. ¿Estás mareado, no?

—Estoy enojado —balbuceó mientras se dejaba caer en el soporte blanco, sacándole una sonrisita al mayor—. Voy a romperte la cara cuando se me vayan las náuseas.

「 𝐡𝐨𝐦𝐞𝐥𝐞𝐬𝐬 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora