Escapar

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[Aposentos de la Reina Malvada]

Nada más atravesar el espejo, dos guardias de la Reina me sujetan por los brazos.

- ¡¿Pero qué pasa?!

El panorama es poco menos que peligroso

Hades ha tomado el control y tiene a la reina sometida a sus pies.

Parece que ha hechizado a los caballeros y ahora acatan sus órdenes.

Se dirige a mí fingiendo sorpresa.

- ¡Vaya! Al final te has unido a la fiesta. Creía que a estas alturas ya estabas en las garras de Rumplestilstkin.

- Pues creías mal. ¿Qué demonios estás haciendo?

La Reina, más frustrada que asustada, interviene a duras penas.

- ¡¿Ella también está dentro del plan?!

- ¿Qué plan? Hades, ¿qué está pasando?

- Ah, si, ella estaba totalmente informada de mi plan. La traje para que me ayudase a recuperar lo que es mío.

Ambas nos miramos igual de sorprendidas.

- No te eches atrás. Yo te ofrecí magia a cambio de que me ayudaras.

Bajo la cabeza ante la decepcionada mirada de Regina.

- Y ahora que me has ayudado a recuperar el cristal, te concederé tu parte.

Vierte la pócima sobre Regina y un destello negro como el alquitrán sale de su cuerpo e ingresa en el de Hades y el mío.

- Ahí tienes lo que te prometí. Ya no me haces falta. Puedes volver con tu maridito si se te antoja, aunque creo que estará bastante enojado contigo.

Me siento tan miserable.

Los guardias me sueltan y me quedo allí sin saber muy bien qué hacer.

Se acerca a la Reina Malvada, que continúa postrada a los pies del dios.

- Y en cuanto a ti, querida Regina, lo cierto es que lo más fácil para mí sería destruirte en este mismo instante, pues me ahorrarás una pelea en el futuro contigo y ese ladrón que tendrás por novio.

La voz de Regina adquiere un tono de voz extraño en incrédulo.

- ¿Un ladrón?

- Pero esa no es la cuestión. El hecho es que en ese futuro pondrás todas tus armas en un juegio que te queda demasiado grande. Y no estoy dispuesto a derrotar a mi amor verdadero por ti.

La coge por el mentón, obligándole a mirarle a la cara.

La Reina suelta un quejido.

- Sin embargo, me considero un hombre abierto a razones.

Su tono de voz grave y amenazante adquiere unos tintes sugerentes y contemplativos, casi podrías decirse que sensuales.

Deposita una suave caricia cobre la enrojecida mejilla de una furiosa Reina malvada.

- Y quizás se te ocurra algún modo de... no se... convencerme para que sea magnánimo y te permita vivir,.

Los ojos de Regina se abren tanto que parece que sus ojos van a salirse de sus órbitas.

- ¿Qué me dices?

- Que todos pensáis igual. Con la entrepierna.

Todos concentran su mirada en mi, sorprendidos por este arranque de valentía.

¿Y si todo fuera un sueño?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora