capitulo dos; Pueblo de Omashu

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Después del incidente con el supuesto avatar llegué junto a Ryu, estaba escondido entre medio de los árboles en la periferia de la ciudad, y nadie transitaba por ahí.

- Ryu, lo siento. Pero sólo pude comprar estos zapatos. Comeremos... Manzanas ¿Bien? -Miré a mí bola de pelo y él rápidamente me dio la espalda. Sé que tenía hambre pero a mí realmente me dolían los pies para continuar caminando. - Ryu. RYUUU. Te estoy hablando. -iba a ponerme firme, este dragón de pacotilla no iba a ganar está pelea así que me lancé encima de su lomo para hacerle cosquillas.

El maldito Mushu finalmente se salió con la suya, tuve que volver a la ciudad por algo de alimento. No tenía dinero para pagar. Así que estuve dando vueltas por la ciudad.

—señor, déjeme ayudarle por favor. —me acerqué a su mercado, con la intención de recoger sus verduras.

—Sale de aquí niña, no te voy a dar coles si me ayudas.

—Pero que desagradable es, las recogerás tú sólo. —le di la espalda y caminé de regreso, sin embargo, una misteriosa brisa hizo volar dos de sus coles depositándolas en mis manos.

—Ryu, ya volví y mira lo que me encontré -le mostré las coles y me empujó con su cola. —¡Ryu, se lo pagaré mañana! Ahora come, mañana iremos a pescar ya se hizo tarde. Nos quedaremos aquí está noche.

Por la mañana, me levanté temprano, tenía que encontrar a los chicos que acompañaban al Avatar. Desperté a Ryu sin antes dejarle manzanas, eran verdes, esas le gustaban más que las rojas.

Mientras caminaba hasta el palacio escuché el grito de júbilo de dos personas. Miré hacia arriba en la dirección en que provenía y me sorprendí de que fuera el chico de la flecha. No esperaba que volviera a tirarse por los conductos después de lo ocurrido el día de ayer, pero ahí estaba. Corrí hacia donde se dirigían encontrándome con los chicos de traje azul que lo acompañaban el día anterior. También iban corriendo. Me impulsé con el viento detuviéndome justo frente a ellos.

—Necesito hablar con ustedes. Acerca de él Avatar. —Se pusieron rápidamente en posición de batalla y el chico escupió.

—No importa quién seas, protegeremos a Aang de cualquiera que intente intervenir en su misión. —La chica fue quién hablo, destapando la botella en que almacenaba agua. Los miré seriamente.

—Hace unos días yo era la última maestra aire. Necesito saber qué ocurrió, qué hace este chico vivo y si hay más nómadas del aire.

—¡Katara! ¡Sokka! —El chico de la flecha me tiró una bocanada de viento para que me alejara de sus amigos. No había estado mal, tenía buena técnica pero no era demasiado fuerte.

—Espera, Aang. Ella es una maestra aire, es mejor que hablemos en otro lugar. —El susodicho quedó sorprendido y fuimos rápidamente a donde estaba Ryu. Un bisonte gigante nos seguía y se detuvo a penas vio a mi dragón, sus amigos lo imitaron. Claro, Un dragón podía mal interpretarse en estos tiempos.

—Nos engañaste, eres de la nación del fuego. ¡¿Estás de parte de zuko no es así?

—No se de quien me hablas. Que tenga un dragón no quiere decir que sea de la nación del fuego, es más, el no puede lanzar fuego. Sé que todo esto es difícil de digerir pero se lo contaré con detalle después de qué me digan todo lo que está sucediendo; sí los nómadas de aire siguen vivos y si de verdad eres el Avatar.

—Hasta hace un momento atrás pensé que yo era el último maestro aire —Aang se sentó y los demás le imitaron. Yo permanecí al lado de Ryu para tranquilizarlo, era algo "tímido". —La nación del fuego asesinó a los Monges.

—¿Cómo estás aquí entonces?

—Lo encontramos en un iceberg junto a Appa. Creemos que estuvieron congelados por todos estos años. —la chica habló y puso una mano en el hombro de Aang para que continuará hablando.

—Yo escapé. No quería convertirme en el Avatar. No quería perder la vida que tenía, no quería que me tratarán de una manera diferente. No quería que me separaran de las personas que me importaban. Pero terminé perdiendo mucho más que mi vida, perdí la vida de las personas que más me importaban. —El chico me miró y pude ver claramente como temblaba su rostro, y no de tristeza, el niño moría de impotencia.

—Aang, no ibas a poder cambiar el destino de los nómadas aire. Debe ser duro por lo que estás pasando, pero como tú, hay muchas otras personas que sufren las consecuencias de las acciones de la nación del fuego.

—¿Qué hay de ti? No nos has dicho cómo es que estás aquí.

—Ahora mismo. ¿Sokka? —El muchacho asintió con la cabeza algo cohibido después de preguntar. Les conté la migración de los Maestros aire y su posterior captura, les hablé de Cho, y finalmente la razón de estar viajando. —Por lo que ahora, Aang. Cambias ligeramente mis planes.

—lo siento por eso.

—No te estoy culpando de nada, Aang. —le sonreí para apaciguar la atmósfera tensa que se había formado, hablar de la nación del fuego les afectaba a todos. —Pero es cierto que los cambias, yo guardo con todos los conocimientos de nuestros antepasados y es mi obligación por lo tanto enseñárselos al Avatar, y de alguna manera guiarte en tu camino.

—¿Osea que viajaremos juntos?. —Sokka habló entusiasmado mientras sacudía a un lemur.

—No creo que sea así, Sokka.

—Sokka, por favor no la espantes.

—Cállate, Aang.

—lo siento, Aang.  viajaremos separados para no llamar más la atención. Pero me mantendré cerca de ustedes.

—Eso me alivia, podrás ayudarnos con el príncipe de la nación del fuego. Está obsesionado con capturar a Aang.

—No te preocupes, Katara. Me mantendré cerca de ustedes. pero, cuéntenme más de ese tal príncipe. Sí la nación del fuego sabe del Avatar estaremos en problemas.

—No creo que la nación del fuego sepa aún de Aang, y pienso que a Zuko le mueven intereses personales en la captura del Avatar.

Después de charlar algunas cosas más fuimos a pescar en un río. Sorprendentemente Ryu se llevaba bien con Appa, el bisonte. Y terminaron ambos jugando en el río después de comer.

—Ya nos vamos, Ágatha. Y cuídate de Zuko. —katara se despedía con un gesto en la mano cuando se fueron volando sobre Appa. Se me olvidó preguntarles cómo era ese príncipe para poder reconocerlo, preferiría no encontrármelo de momento.





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