capítulo doce; Decepciones...

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Maratón 2/3

"Decepciones... Bajo segundas intenciones"

Zuko

-¿Estás... del lado de el Avatar? -Aunque estuviese de su lado, era la primera persona con la que he podido ser sincero, a pesar de ocultar que era el príncipe de la nación del fuego, porque tenía miedo de que me odiara como todos los que lo descubrían. No podía verla como mi enemiga, sin embargo, tampoco podía detenerme en capturar al Avatar si quería volver a las tierras del fuego.

A pesar de todo, mi única razón para capturar al Avatar era que mi padre me aceptara nuevamente, pero ya no tenía tanto valor como cuando empecé mi travesía. Antes de disfrazarme del espíritu de fuego, antes de conocer a Ágatha, antes de discutir con mi tío Iroh, capturar al Avatar ya no me importaba después de vivir todo eso.

Sólo tenía un verdadero conflicto, y era con Azula. Después de verla pelear con Ágatha, sólo me hacía pensar en la seguridad de ella, y no permitiría jamás que Azula la vuelva a encontrar. Pero para lograrlo tendría que mentirle a Ágatha, aunque tuviese que rechazar mis verdaderos sentimientos.

Caminé hasta ella para ver su rostro y lo volvió a desviar. Supongo que, sería mejor si no nos mirábamos. -Sólo quiero hacer una cosa con mi vida, y eso implica alejarme por completo de ti. Desde ahora, si nos volvemos a encontrar...

-Lo sé. Se cuanto te importa tener el reconocimiento de tu padre.

Apreté mis dientes para no soltarle toda la verdad, no quería que se quedará con esa razón tan indigna, pero me importaba más que se alejara de mí por su seguridad. -Así es.

Ágatha, comedor a alejarse para tomar a la chica de la mano y comenzó a hablar con mi tío. La observé desde el bosque y una brisa fuerte hizo que protegiera mis ojos del polvo que había levantado, cuando saqué mi mano de mi rostro un dragón blanco había llegado hasta Ágatha. Más sorprendente fue que ella ayudaba a la niña a subir, y que apenas la menor se acomodó ella se subió también, el dragón blanco avanzó a gran velocidad hacia el cielo para perderse a nuestra vista.

Me acerqué a mí tío corriendo que seguía mirando el cielo. -¿Qué ha sido eso?

-¿Qué has hecho tú, Zuko?

-De qué hablas ¡¿Por qué me estás preguntándome eso?!

-Ryu, no se encontraba para nada bien, y Ágatha no dejaba de temblar. ¿Qué ha pasado, hijo?

Apreté fuertemente mis puños maldiciendo todo lo que le había dicho, y limpiando las lágrimas que comenzaban a salir de mis ojos. -Sólo intento protegerla.

Tío Iroh me abrazó. -¿De ti?

-De Azula.

-¿Qué pretendes realmente, Zuko? ¿Estarías dispuesto a traicionar a tu padre y pelear contra tu hermana?

-N..no sé si es lo que quiero. ¿Soy el príncipe exiliado, o Lee, un simple joven que sirve té con su tío? Una parte de mi quiere volver a tomar el puesto como príncipe, pero para eso debo olvidar todo lo que viví siendo Lee.

-Zuko. -Dijo mi tío deshaciendo el abrazo para sostenerme de los hombros. -Te he dicho muchas veces que no te iba a dejar sólo, nunca, pero no puedo seguir complaciendo a tu padre. Y si deseas volver a seguir sus órdenes, lo vas a tener que hacer solo, porque está vez no te voy a acompañar.


Toph

—¡Ágatha! ¡¿Qué está pasando?! ¡RYUU! ¡Detente nos vamos a caer!

Desde que Ryu llegó por nosotras podía sentir que estaba muy alterado, y los latidos de su corazón habían triplicado sus zumbidos. Podía sentir que Ágatha no podía dejar de temblar y ahora mismo ambos habían colapsado y estábamos cayendo desde muy alto. Agarrando con una mano un cinturón que llevaba Ryu y sosteniendo con la otra la mano de Ágatha.

De un momento a otro se habían desmayado y no tardaríamos en caer desde esta altura al suelo. —¡Ryu! —A penas podía sostener mi peso a la velocidad a la que estábamos cayendo, y se me hacía imposible sostener por más tiempo a Ágatha, nuestras manos comenzaron a deslizarse hasta que nos soltamos y ella calló desde el lomo de Ryu. —¡ÁGATHA!

Mientras mis pies no tocaran el suelo no podía saber dónde me encontraba ni dónde se encontraban las cosas, en estos momentos también estaba colapsado, entre la desesperación y el miedo. Comencé a subir por el lomo de Ryu hasta llegar a su cabeza, toqué su cara con brusquedad y grité su nombre sin parar.

La presión de aire había bajado, lo que significaba que estábamos a puntos estrellarnos en el suelo. -¡RYUUH! -Grité por última vez casi adentro de su oreja. Derrepente dejamos de caer en un reflejo de Ryu que había recuperado la conciencia. -¡MALDICIÓN, RYU. SALVA A ÁGATHA!

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