Capítulo veintidós; El fin de la guerra.

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Sentía que mi cuerpo dolía sin siquiera moverlo, y en mi abdomen tenía una gran cicatriz. Estaba en una habitación oscura y destrozada, solo unas velas casi consumidas iluminaban la habitación, a mi lado Zuko dormía en una silla.

Cuando me intenté levantar en silencio Zuko abrió los ojos y se aferró a mí. Sus brazos cubrían toda mi espalda y en mi cuello tenía escondido su rostro. —Me tenías preocupado. —Dijo con un hilo de voz que me hizo reaccionar a abrazarlo.

—Zuko, lo siento, me distraje, no los veía por ningún lugar y cómo pude intenté proteger a un escuadrón cuando dieron la orden de salida y...

—Ágatha, tranquila, ese escuadrón llegó sano y salvo gracias a ti. —Zuko sostuvo mi rostro entre sus manos. —Has estado durmiendo durante 8 horas, si no te hubieran dado primeros auxilios...

—Ahora recuerdo a una chica, ella... Venía por el mismo pasillo que yo.

—Era Mei.

—¿Es la chica que me habías mencionado antes?

—Sí.

—Ella me dió los primeros auxilios...

—Sí, luego llegó Katara y te sanó las heridas por completo, sólo deberías tener dolor muscular.

—Zuko, ¿dónde está ella?

—Ryu dijo que los guardias la llevaron prisionera, planeaba ir a verla cuando tú despertaras.

—Iré contigo. —Zuko me ayudó a levantarme y caminamos por el pasillo de las torretas hasta llegar a la prisión en la que se encontraba Mei.

Cuando nos vio llegar cruzó los brazos y nos dio la espalda. —No quiero hablar con ustedes.

Zuko que me tomaba de la mano inconcientemente la apretó más fuerte. —Mei, quiero disculparme, porque pensé que planearías vengarte con Ágatha, pero después de que la salvarás recordé que eso era insensato de tu parte. Siempre has tenido un buen corazón, y por eso me enojé cuando dudé de ti. Lo lamento, Mei. Espero que llegue el día en el que te cases con la persona que te ame y ames, yo estaré con Ágatha jurando proteger tu felicidad hasta entonces.

Los sollozos de Mei sonaron un poco más fuerte, ocultaba su rostro con sus manos aún cuando estaba de espalda a nosotros. —No te disculpes, idiota.

Zuko abrió los ojos sorprendido, probablemente porque nunca le había llamado de esa forma, su mano ya estaba más relajada pero seguía sosteniendo la mía, pero me solté de su agarré y lo empujé suavemente. —Muy bien ahora yo hablaré con ella, puedes esperar afuera.

Zuko dudó pero finalmente obedeció. Me agaché sentandome en el suelo y vi a Mei mirarme de reojo. —Yo quería agradecerte, aunque probablemente no te agrade en estos momentos.

—Así es. —Mei se limpió las lágrimas y me miró fijamente. —Pero sé que tú eres la razón por la que dejó de sufrir, así que como su amiga protegí su tesoro más valioso. Por esa razón, no te permitiré sentirte en deuda.

—Pero estaré profundamente agradecida y, te sacaremos de prisión a penas podamos, por favor, espéranos.

Mei bajó la cabeza y susurró un «gracias» apenas audible.

мάѕcαrαѕ ↯ zυĸo Where stories live. Discover now