capítulo cinco; Bancarrota y un encuentro.

3.9K 400 6
                                    


—Aang, sé que estás cansado. Debe ser difícil practicar con katara agua control y conmigo aire. Por otra parte, también debes mentalizarte de tu responsabilidad como el avatar, y que con cada acción debes asumir tu compromiso, aún más si cometiste una equivocación, hacer todo lo que esté en tus manos para solucionarlo.

—Agatha, sé que tienes buenas intenciones pero no me ayuda mucho lo que me estás diciendo.

—Perdón, Aang. No te quiero atormentar. Pero necesito que te concentres, voy a darte un consejo, aunque te habrías dado cuenta solo de haber tomado atención. 

—Lo siento, Agatha. —Aang se sobó la cabeza y me miró para que siguiera hablando. —Bien. Primero debes recordar los movimientos básicos de los elementos, en total son 4; cada uno es el movimiento fundamental de un elemento específico. —Los ojos de Aang se abrieron de repente. lo habrá comprendido. —Si te fijas en la posición de cada uno, te darás cuenta del control que debes seguir y si los juntas, formarás una danza. practíca y te resultará más fácil cambiar de un elemento a otro.

—¡Ahh! ¡Ya entiendo, Agatha!

—Es en lo que te puedo ayudar por ahora, y cómo están las cosas vas a tener un buen rato para practicar.

—Yo aún no entiendo cómo es que no traes ni un peso contigo, Ágatha. —Me dijo Sokka mientras practicaba con su boomerang.

—Sokka, es normal, vivía sola en una montaña a quién le iba a comprar cosas.

—Ahg, eso lo sé. ¡Pero aún así te quisiste quedar con nuestro dinero para administrarlo y terminaron timándote!

—Sokka, soy la mayor aquí y no voy a tolerar ese comportamiento.

—¡No me vengas con eso!

—Sokka, deja de culpar a Ágatha, tampoco teníamos mucho dinero, se nos iba a acabar tarde o temprano. Por otra parte, acabo de ver a un señor que necesita a alguien que lo ayude a ir a pescar.

—katara, no creo que el clima de hoy les ayude. —Desde la mañana siento la turbulencia del viento, probablemente se formará una tormenta en la tarde.

—Qué dices, Ágatha. Está despejado. Déjenle este trabajo a Sokka.

El testarudo de Sokka fue con el señor, y a pesar de las advertencias que le hicimos con Katara partieron a pescar, una vez comenzó a llover la esposa del pescador nos pidió que ayudaramos a su esposo. Y exactamente fue lo que hicimos, puesto que también estaba con nuestro amigo. Mientras yo trataba de sosegar las rafagas de viento, Katara utilizaba el agua control para buscar a Sokka y al Señor. 

Llegó un momento en el que mi aire control no fue lo suficiente efectivo, cuando Katara se alejó de mi vista ya no pude seguir ayudándole. A pesar de que fuese de día y estando en pleno pueblo decidí volar arriba de Ryu para ir a buscarlos. El barco en el cual navegaban estaba destruido y katara no podía ayudarlos si estaba utilizando el agua control. Descendí con Ryu y los ayudé a subir. 

La tormenta de hoy no solo descontroló al viento y al mar, Aang debía estar luchando con algo también, estaba distraído y más de lo usual. 

—¿A dónde vas Aang? 

—Necesito pensar, Katara. —Aang salió del refugio y Katara lo siguió. Me quedé junto a Sokka quien se había enfermado y no podía bajarle la fiebre. Seguramente Katara tampoco se sienta del todo bien, y sin medicina solo van a empeorar. Fui por los sapos medicinales que se encontraban escondidos en los pantanos saliendo del pueblo. Era muy buena ubicándome sobre el aire, pero en tierra, era muy distinto. 

Era de madrugada cuando llegué a un bosque, los árboles altos y claros se me hacían familiares, o me había acercado o estaba caminando en circulos, no lo sé. Salté a la rama de un árbol para poder ver mejor el lugar, pero no alcancé a pisar firme cuando una ventisca me empujó al árbol de al lado. Me estaba preparando para el golpe, pero para mi sorpresa había sido muy blandito.

—¡Pero qué te pasa, idiota!

—¡Oh, discúlpame! Algo me empujó y no me di cuenta de que estabas aquí. —Había caído arriba de un chico, tenía la máscara del espíritu azul y vestía completamente de negro.

—Pff, sólo vete. Ah —El chico se tocó el lado derecho de su abdomen cuando intentó levantarse.

—Lo siento, te golpee muy fuerte. Déjame ayudarte, no seas tan orgulloso.

—No es sólo por tu culpa, asi que te puedes marchar.

—O sea que en parte es mi culpa. —Me crucé de brazos y me senté a su lado. —Vamos, déjame ver.

El misterioso joven levantó un poco su camiseta, tenía una herida de una flecha. No la sacó como correspondía, sólo la rompió para que no le estorbara y debido al golpe que le di, la punta se había enterrado un poco más. Lo miré un poco sorprendida, ni me imaginaba en la pelea que se había metido, pero viendo que utilizaba máscara era mejor no preguntar.

—Te voy a limpiar primero alrededor de la herida, y luego sacaré la punta de la flecha, que por cierto se partió a la mitad, no dolerá tanto, o eso creo. —Con un poco de agua y un trozo de mi ropa le limpie con cuidado. No era lo más higiénico, ni tampoco la manera correcta de sacar la punta pero hice lo que pude para sacar el pedazo más pequeño y luego el más grande. El joven soltaba quejidos de vez en cuando, estaba tolerando muy bien el dolor, mucho mejor a lo que una persona normal toleraría. 

Por último preparé un ungüento con algunas hierbas del alrededor y lo esparcí en la herida, así evitaba infecciones y calmaba el dolor. —Listo. No deberías moverte mucho por unos días, aunque no creo que te importe mucho.

—No puedo reposar. G..gracias por esto y p..perdón por decirte idiota.

Aunque era un gesto cortés de su parte no había sonado sincero, ni mucho menos natural. De todas formas afirmé a su gesto con la cabeza. —Era lo menos. No agradezcas. 

Me fui caminando sin saber muy bien a donde, poco a poco el día se aclaraba más. me había olvidado por completo de Katara, Sokka y los sapos medicinales que les llevaba. Me apresuré en llegar hasta el refugio esperando que se encontraran todos bien.

 


мάѕcαrαѕ ↯ zυĸo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora