capítulo veinte; Escape.

1.8K 211 20
                                    

Zuko

Los guardias tuvieron que escapar del pasillo para evitar ser lastimados con mi fuego, pero en el instante en el que me disponía a lanzar otra de mis grandes llamas apareció Mei delante de mis ojos.

Su rostro expresaba temor, tristeza y mucha, mucha decepcion. Supuse que me gritaría, que me insultaría y luego se marcharía, pero sólo guardó silencio y permaneció en su lugar.

—¿Qué tenías planeado Mei?

—...Tenía todo tipo de planes junto a ti, Zuko, pero no entiendo, ¿qué pretendes realmente traicionando nos? ¿Acaso todo este berrinche es por Azula? —Dijo Mei con indignación, mientras que sus ojos se llenaban de lágrimas.

—Me encantaría decirte las razones tal cual son, Mei. Por el momento no tengo tiempo, porque están esperando por mi, pero respecto a los planes que tenías, no podrán ser junto a mí.

—Zuko, espera. —Dijo Mei acercándose a mí. —Yo te entregué mi corazón, hice cosas por ti todo este tiempo, te he tratado de manera especial, y ahora solo te vas, ¿En serio no me dirás nada más? —los ojos de Mei comenzaron a derramar lágrimas, sus manos apretaban con fuerza su corazón abrazándose a sí misma.

—Mei, todo este tiempo has sido la segunda persona que más he querido en la nación del fuego, el primero es mi tío Iroh, pero mis sentimientos son puros, y de amistad. No puedo quererte de la misma manera que tú me quieres a mí. No de esa forma. Yo, realmen...

Mei se había ido, había sujetado su vestido y corrió lejos de ese pasillo. —Amo a otra persona. —Yo también corrí, corrí hacia el lado opuesto, corrí hasta Ágatha, la chica ruidosa que me quitó el mapa, y junto a eso robó mi corazón.

A pesar de que fuimos perseguidos por naves de la nación del fuego, el enfrentamiento no perduró, y terminamos escabulléndonos hacía nuestro próximo destino.

No pude decirle apropiadamente a Mei, que tenía a una futura reina frente a mí, y que me disculpaba profundamente de no haber sido más directo con mis sentimientos, que nunca cambiaron, siempre la había considerado una amiga, la hermanita que me hubiera gustado tener en vez de Azula. Lo lamento, Mei, pero mi corazón solo puede amar a Ágatha.

Acomodé un mechón de pelo de mi acompañante haciendo que se sonrrojara, había sido un impulso y me avergoncé levemente. —Ágatha, gracias por venir a buscarnos.

Me miró de reojo y sonrió complaciente.—Te veías tan alterado que decidí planear un plan B con Sokka.

—Lamento eso, no me sentía cómodo yendo a ese lugar, debí ser más sincero, pero estaba abrumado.

—Está bien, no tienes que disculparte, has tenido que cambiar, soltar y, tomar muchas cosas, es normal que te sientas abrumado a veces, pero quiero que sepas que no me molestaría escucharte hablar de lo que te frustra.

—Ágatha, cuando me hablas con tanta sinceridad y cariño siento que mi corazón duele, y siento nervios en mi estómago, y me da miedo perderte y que en algún momento te vayas o dejes de sentir lo mis...

—Cuando yo lo digo, —Ágatha acarició mi mejilla con el dorso de su mano. —También lo siento.

—Quiero decirte...

—¿Sí?

—Que te amo, y que no importan los tabúes que tengan los pueblos, yo quiero que seamos Reyes, porque quiero estar a tu lado, pero también quiero saber qué quieres tú. —Tomé su hombros entre mi manos y agaché levemente mi cabeza para mirarla director a sus ojos, que brillaban aún más con la luz del sol en el atardecer.

—Lo diré, todas las veces que haga falta. A pesar de todas las adversidades, a pesar de todos los perjuicios y tabúes de la personas, yo quiero estar a tu lado, desde el momento en que imaginé que tú y yo estaríamos tan unidos, como las nubes y el sol durante un atardecer.

Sólo bastó que Ágatha dejara de mover su labios para que le diera un beso, dulce e intenso que se prolongoló hasta sacar todo el aire que teníamos en nuestros pulmones.

—Chicos, creo que nos pa...samos. —Sokka abrió tanto los ojos y la boca que por un momento pensé que se iban a salir de su lugar. En vez de eso sólo gritó hasta acercarse a la máquina de control. —¡AAAAHHH! ¡¿Pero es que no se fijan que vamos a chocar?!

Ágatha y yo nos sobresaltamos y miramos hacía el frente, había una enorme roca con la que el dirigible iba a chocar. —¡No vas a poder moverlo a tiempo! —Le dije a Sokka que seguía apretando botones del mando.

—¡¿Y de quién es la culpa?!

—¡No importa, debemos saltar ahora! ¡Salten todos!—Lo tomé del cuello de la ropa hasta la puerta que ya estaba abierta, Suki y los demás se acercaron corriendo a nosotros. Un fuerte movimiento del dirigible nos hizo caer y chocar con las paredes de este. Ágatha entró por la puerta y dijo. —Bien, ya está todo arreglado. —Sus mejillas estaban algo rojas e hizo un ademán con las manos para sacar el polvo de ellas.

Había logrado estabilizar el dirigible con el aire control. Después de recriminar nos por todo esto llegamos al refugio con la tribu de agua junto con Aang y los demás, que se habían quedado a preparar todo para un nuevo enfrentamiento con la nación del fuego y vencer a el señor del fuego.

Durante la reuniones que teníamos, para informar los avances o cambios de la misión, noté que Aang me miraba mucho. Cuando aquella reunión terminó me acerqué a él suponiendo a qué se debía. —Aang.

—Zuko, me gustaría hablar contigo, más bien preguntrarte, o bueno tal vez pensarlo...

—¿Tiene que ver con el señor del fuego?

—Sé que tuviste una mala relación con él, pensé que te molestaría que quien lo enfrente sea yo. Tal vez tú...

—No te preocupes por eso, Aang. —Reposé mi mano en su hombro para que me mirara. —Ya, hablé lo que tenía que hablar con él, es tu deber enfrentarte a él, no yo desde la venganza. Puedes quedarte tranquilo, todos acá cuidaremos tu espalda.

—Gracias, Zuko. Pensé que te molestaría, pero veo que realmente tus valores son distintos, me alegra tenerte como amigo. —Aang me abrazó amistosamente, y yo le devolví el cabello que ya le comenzaba a salir.

—Gracias por conciderarme como uno, pero con quién deberíamos estar agradecidos es con Ágatha y mi tío Iroh.

—Tambien debes darte reconocimiento, por cierto, ¿Iroh se encuentra bien?

—Sí, tiene amigos en la nación del fuego y en otros clanes, está buscando gente aliada a nosotros para debilitar el ejército de la nación.

—Estoy seguro que serás un gran Rey, Zuko.

—Y tú eres un gran Avatar.

Esa noche, durante una fogata, había dejado de sentir esa incomodidad en mi pecho. A esta altura, nadie me trataba diferente o con cuidado, ahora confiaban y se preocupaban por mí. Estaba feliz de haber conocido este sentimiento, me aceptaban por lo que soy, no por pretender ser otra persona.

A pesar de todo, sentía que debía hacer algo más. ¿Debería contarle a Ágatha de Mei? En algún momento, no tardarían en encontrarse.

мάѕcαrαѕ ↯ zυĸo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora