XII

802 91 17
                                    

Había escampado un rato. Al menos ahora Sunhee podía mirar por la ventana de su departamento.

—¿Te sientes mejor? —susurró San llegando a su lado. Pasó suavemente su mano izquierda por el cabello de la chica, poniendo uno de sus mechones castaños detrás de su oreja.

—Sí, algo —respondió ella separándose un poco de él, avergonzada. Sunhee había llamado a San, pidiéndole por favor que la visitara. El pelirrojo alarmado, trató de llegar lo antes posible. Cuando Sunhee abrió la puerta, se arrojó encima de él, abrazándose al cuerpo del muchacho. Aunque estaba sorprendido, la sintió temblar junto a él. Así que decidió no hacer preguntas hasta que Sunhee se hubiera tranquilizado.

¡Ojalá pudiera leer mentes! —pensó el lobo exasperado.

—¿Te gustaría contarme qué ocurrió? Estaba esperando que te tranquilizaras para poder saber cómo ayudarte.

Sunhee se alejó cuidadosamente, dejándolo con el ceño fruncido. No obstante, regresó unos segundos después. Le entregó con manos temblorosas el cofre de madera a San.

—Ábrelo —lo invitó al observar la expresión confundida del muchacho.

Cuando San abrió el cofre, comprendió. Sus ojos detallaron cada palabra escrita con aquella sucia caligrafía que lamentablemente él reconocía a la perfección. Y el mundo se le vino encima.

Así que eso era —pensó con un nudo en el estómago.

¿Cuál era la relación de «ese hombre» con Sunhee? Los sentidos de San se agudizaron, y antes de terminar de leer, pudo olfatear la asquerosa sangre de algún vampiro noble. Disimuladamente vio por la ventana, encontrándose con tres de los nobles de Lee Jooheon en la azotea del edificio vecino. Aunque no los conocía, el olor del purasangre estaba mezclado con el de ellos mismos. Por lo que rápidamente pudo deducir que se trataba de sus nobles.

El pelirrojo suspiró y dejó cuidadosamente la carta dentro del cofre. Lo cerró y lo puso sobre la mesa. Miró a Sunhee, regalándole una mirada tranquilizadora.

—Ahora lo entiendo. Debiste tener mucho miedo —trató de decir sin tensar su rostro. Aunque no tuvo éxito del todo—. No te preocupes. Vendré a visitarte más seguido su eso te hace sentir tranquila.

San sintió repentinamente como le faltaba el oxígeno. Sonrió de lado.

Malditos vampiros.

—Sin embargo —comenzó a decir—, debo irme, Noona —la miró apenado. Sunhee hizo un puchero—. Vendré... Mañana —su pecho se sentía apretadísimo. Si no salía de allí, moriría.

—¿Estás bien? —ella se cercó algo preocupada. Pero él retrocedió.

—Estoy bien, en serio. Seonghwa me pidió que hiciera algo urgente. Y si no me apresuro va a matarme —se rio—. No lo conoces enfadado. Da mucho miedo —se tranquilizó y Sunhee pareció aliviada—. No te preocupes tanto. Todo estará bien. Estarás bien —miró a lo vampiros de reojo—. Te lo aseguro. Nos vemos luego.

San salió del departamento en cuestión de segundos, dejando a Sunhee con un amargo sabor de boca. Estaba asustada.

El pelirrojo, por otra parte, salió casi disparado del edificio. Pero cuando se adentró en el bosque, ya estaba rodeado.

—Ya decía yo que faltaban tres —soltó el lobo irritado. Los otros tres nobles de Jooheon se habían interpuesto en su camino. Aunque no podía distinguir bien sus rostros.

—¿Qué hacías ahí? —preguntó uno—. ¿Quieres morir?

—Minhyuk —le dijo otro de piel más bronceada—. Contrólate —el chico de antes tensó la mandíbula—. Sólo hemos venido a advertirte que tengan cuidado. No saben a qué se enfrentan. Así que les aconsejo que dejen de involucrarse con ella.

Red, Like the Blood «Lee Jooheon»Where stories live. Discover now