5. Cosas raras.

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—¿Te pasa algo...?—cuestionó Christopher sin despegar sus ojos marrones de su mejor amigo que permanecía con la mirada clavada en las olas.

La manera en la que se desvanecían al llegar a la orilla de la playa lo tenía realmente hipnotizado.—No realmente...

—Pues parece todo lo contrario...—respondió el castaño acomodándose las gafas de sol. Joel llevó sus ojos hasta su mejor amigo y soltó un pequeño suspiro.—Ya dime que es lo que te pasa, Joel...porque se supone que vinimos para pasarla bien y tú parece que vienes de un funeral...

—No es eso...—murmuró llevando sus ojos hasta las chicas que permanecían recostadas bajo la sombra de una enorme sombrilla de colores.—Estaba pensando en Briana...—soltó.

—¿Estabas pensando en...Briana...?—repitió.—Guau. Eso sí que no me lo esperaba...

—Es que hace un rato cuando Samara y tú se fueron de la cabaña y me quedé esperándola y ella se dio cuenta que yo estaba ahí parecía un poco reacia con el hecho de salir vistiendo un traje de baño...—murmuró.

—Bueno, en todo el tiempo en el que Briana ha vivido en mi casa desde que sus padres murieron yo realmente nunca la había visto vistiendo un traje de baño...—le explicó.—Tal vez se sentía un poco nerviosa en ese momento pero te juro que en este momento nervios es lo menos que siente...—añadió señalando en dirección a las chicas.

Joel volvió a llevar sus ojos hasta las chicas y su estómago se hizo un puño cuando descubrió a uno de los camareros –que no entendía todavía por qué demonios iban por ahí vistiendo únicamente un bañador- le tendía un vaso de juego a Briana con una enorme sonrisa tirando de sus labios. Él estaba coqueteando con ella y ella le estaba sonriendo de la misma manera.

Se quedó completamente estático sin despegar sus ojos de la figura de la muchacha que parecía haberse olvidado de que ellos estaban a unos metros de ellas sentados en la barra del bar del hotel. Hizo puños sus manos y soltó un bufido de frustración.

—¡Le está coqueteando!—replicó finalmente. Christopher entrecerró sus ojos sin dejar de mirar a su amigo y una pequeña sonrisa se instaló en sus labios.—¡Y Briana lo está permitiendo!

—Eso parece...—susurró Christopher llevando su bebida hasta sus labios.

Joel giró su cabeza para mirarlo y le lanzó una mirada cargada de frialdad.—¿Y no piensas hacer nada?—cuestionó ofendido.—¡Ese tipo está casi desnudo!—observó sintiendo como de nueva cuenta esa sensación rara se hacía presente en su cuerpo.

—¿Y que se supone que quieres que haga? Briana es mayor de edad y sabe lo que hace.—respondió el castaño encogiéndose de hombros.—En todos los años que hemos sido como hermanos nunca he sido celoso con ella y si lo empiezo a ser ahora quedaré como un ridículo total...—le explicó.

—Christopher...

—¿Y si tantos celos sientes porque un camarero semidesnudo le está coqueteando entonces porque no vas y le hablas tú?—soltó. Joel pestañeó un par de veces y su corazón se aceleró. Sentía cosas raras recorriendo su cuerpo pero estaba muy seguro que no eran celos. ¿Cómo por qué diablos él iba a sentir celos de Briana? Briana era sólo su amiga. Era la prima-casi-hermana de su mejor amigo y ya. Si, era su amiga y lo estaba ayudando en su plan demente pero estaba muy seguro que no sentía celos por eso. Esa no era una razón aparentemente válida para sentir celos.

—¿Celos...?—cuestionó indignado.—No son celos, eran...simples comentarios...—añadió lanzándole una mala mirada.

Christopher negó divertido y llevó su atención de nueva cuenta hasta su novia que a su vez lo observaba con una pequeña sonrisa tirando de las comisuras de sus labios. Le guiñó un ojo y Christopher le lanzó un beso al aire.

CINCUENTA Y DOS SEMANAS||JOEL PIMENTEL (COMPLETA).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora