6. Cupido en apuros.

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—No. —murmuró Briana empujándolo con fuerza. Joel se apartó de la chica sin saber realmente que hacer.

No lograba comprender que era lo que estaba pasando. Primero Briana le había correspondido a su beso y después simplemente lo había empujado haciéndolo a un lado. El cerebro de Joel estaba cubierto por una densa cortina de neblina que no lo dejaba pensar correctamente.

—¿Qué...?

—No quiero que me beses sólo porque estás intentando de mostrarme que puedo levantar el interés de un chico en mi ¿entiendes eso?—inquirió la muchacha.

—¡No te besé por eso!—anunció el pelinegro.—Bri...

—Tampoco quiero que me beses mientras estás pensando en Tania...—agregó mientras los latidos de su corazón continuaban martilleando fuertemente contra su pecho. Joel negó.

—Briana...

—Joel...no.—musitó antes de alejarse de él para comenzar a caminar de regreso al hotel.

Joel se quedó de pie en medio de la calle observándola caminar con pasos apresurados como si estuviese huyendo de él, porque en realidad eso era lo que ella estaba haciendo. Estaba huyendo de Joel Pimentel y de todo lo que la hiciera recordar que lo amaba en silencio.

El cerebro de Briana realmente no lograba terminar de procesar que era lo que acababa de pasar con Joel. Seguramente se había quedado dormida y estaba soñando porque aquello parecía un verdadero sueño, de esos que Briana solía tener muy a menudo.

Joel Pimentel la había besado y había superado cualquier expectativa que hubiese tenido sobre aquello.

Sus labios todavía hormigueaban un poco recordando la manera tan dulce en la que él la había besado.

Apoyó su espalda en la puerta de su cabaña una vez que llegó al hotel y cerró sus ojos un largo tratando de ahuyentar los pensamientos que no dejaban de rondar su cabeza y de torturarla un momento hasta que los golpes comenzaron a hacerse presentes del otro lado de la puerta.

—Briana, por favor ábreme...—le pidió Joel seguido de un golpe.—Bri, por favor...

¿Y cuanto tiempo podía huir Briana Lee de su realidad? Estaba segura que él no se iba a rendir tan fácilmente así como también estaba consciente que no podía evitarlo toda la vida. No justo cuando estaban en el principio de un viaje de amigos. Tenían que hablar y aclarar las cosas por complicado que fuese.

Tiró del pomo de la puerta y un jadeante Joel quedó ante ella.—Joel por favor...

—Te besé porque quise hacerlo—le dijo sin dejar de mirarla.—No porque piense cualquier estupidez o porque haya estado pensando en Tania. Te besé a ti, Briana; siendo muy consciente que eras tú...te besé porque quise hacerlo...

—¿Por qué estás diciéndome todo esto?—cuestionó la muchacha.

—Porque hoy me di cuenta que me pasan cosas raras contigo y por imbécil no fui capaz de verlas antes...—susurró.—Hay algo en ti que me atrae...es como si tuvieses una especie de magnetismo y no sabes lo que siento cuando veo a los camareros semidesnudos cerca de ti...—hizo una pausa.—cuando te veo sonriéndoles de esa manera tan linda en la que lo haces...

—¿Qué...?

—Escúchame...no estoy tratando de convencerte de nada. Es sólo que...hoy fue un día extraño...extraño en el sentido en el que me di cuenta de algo importante y no tengo ni la menor idea de cómo manejarlo...—le explicó en voz baja con los nervios creciendo gradualmente.—Siempre fui demasiado estúpido y creí cosas...—negó.—que ahora me doy cuenta que tal vez nunca fueron ciertas...tal vez sólo fui yo quien se hizo falsas expectativas y...

CINCUENTA Y DOS SEMANAS||JOEL PIMENTEL (COMPLETA).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora