III

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          Temblores

 Ellie Hastings

_Mis nervios estaban a flor de piel, nerviosa ante la anticipación. Aún así me las arreglé para poner mi mejor cara, no quería que Bruno notara que aún me atemorizaba su presencia.

Aunque, siendo sinceros, no era su presencia, era lo que podía hacer, aunque Arturo había dejado claro que no me pasaría nada, no pude detener a mi mente en sus pensamientos profundos.

De pronto formulé una pregunta para Arturo a lo que llamé su atención, el me miró confundido.

-¿A qué fuiste?, es decir, sabes que Bruno solo te llamaba cuando te necesitaba- y era cierto, Bruno tenía una extraña obsesión sobre lo que podría pasar entre Arturo y yo y, aunque ambos asegurábamos que nada había, Bruno restringió las visitas a nuestra casa, a lo que Arturo no tenía más que aceptar la condición.

-Es cierto, él no quería que me acercara a ti, pero él me llamó y fui- me informó y noté que aún quedaba algo que no me contaba.

-Ah, ya entiendo. Te llamó para un trío- dije y no pude evitar reír, a lo que él rió también.

-Dudo mucho que Bruno comparta sus cosas, y, para serte sincero, tampoco yo- me miró intensamente para luego continuar hablando- la razón por la que fui fue...- no pudo terminar de hablar porque el timbre sonó.

Él se levantó de golpe, en cambio mis piernas no se movían, Arturo se dirigió a la puerta, pero yo estaba congelada en mi asiento, con la respiración dificultosa.

Al notar mi dificultad se acercó y se arrodilló a mi lado, tomó mi mano y quitó mechones de cabello que habían salido del moño.

-No debiste decirle que estaba aquí, sabes que Bruno no quiere que hablemos y ahora estoy en tu casa- hablé rápidamente.

-Ey, tranquila. Nada va a pasarte, a mi tampoco, ahora vamos. Creo que es algo que debes resolver tú misma- me impulsó a levantarme y así lo hice, mientras el timbre seguía sonando.

Llegamos a la puerta y Arturo me cuestionó con la mirada para saber si estaba lista, yo asentí. ¿A quién engaño? No estaba lista

Limpié el sudor de mi frente.

Sequé mis manos en mis vaqueros.

Tomé la perilla de la puerta.

La abrí.

Al principio Arturo se sorprendió porque quité su mano para abrir la puerta, pero, justo en ese momento, no me importó.

Bruno pasó de largo hecho una furia, no le importó que estuviéramos en la puerta, me empujó.

Se volteó y lo miré, esos ojos que me gustaban ya no eran lo mismo, ese cabello rubio no tenía la misma atracción para mí, aquella persona que creía que amaba, no era más que un desconocido para mí.

Él nos miró a mi y a Arturo para luego reír como un desquiciado, ambos fruncimos el ceño ante su actitud y comprendí que estaba más loco de lo que imaginaba. Crucé mis brazos.

Bruno volvió a su postura seria y me señaló con su dedo índice.

-Ahora te acuestas con mi mejor amigo- acusó y casi podía ver el cólera con el que hablaba salir de su boca.

-¿Qué?- cuestioné confundida con su actuación, Tampoco esperaba menos.

-Te esperé hasta tarde, Ellie. No llegaste, ahora me doy cuenta de dónde estabas- dijo y, de alguna manera, me sorprendió lo descarado y la mala forma de actuar que tenía.

-¿Pero de qué hablas?- cuestiona Arturo ya irritado.

-No te hagas el estúpido, amigo. Ambos sabemos que se han estado acostando por mucho tiempo, son unos infieles- insultó con las manos en sus bolsillos.

De momento el coraje creció en mi, entendí que él se estaba haciendo la víctima nuevamente y no podía dejar eso así, empecé a caminar hacia él con motivo de golpearlo pero Arturo me detuvo, tomándome de la cintura.

-Dime, Ellie. ¿Qué sentías mientras te acostabas con él?, ¿En qué pensabas mientras yo estaba en casa esperándote?- siguió echándole más veneno a la situación.

-¡Pero que familiar te debería sonar eso!, Yo también debería preguntar lo mismo- exploté y la cara de Bruno cambió de color.

-Sí, Bruno. ¿En qué pensabas mientras te acostabas con aquella chica anoche?, sabiendo que Ellie estaba por llegar- se acercó cautelosamente a él.

-Al menos la mojigata se dió cuenta de todo, que solo la utilizaba, que aquella persona con la que me acosté me gusta más, y que por esa razón, somos amantes desde hace mucho tiempo, ¿Creías que me iba a conformar contigo?. Ilusa- esas palabras dolieron, pero no tanto como el golpe en la mandíbula que recibió de parte de Arturo. Ese hasta yo lo sentí.

Bruno cayó al suelo por la impresión y yo me quedé pasmada mientras Arturo arremetía contra él.

Reaccioné lo más rápido que pude y me moví hacia ellos intentando, fallidamente, separarlos.

Decidí que era mejor alejarme, al fin y al cabo, se lo merecía. Yo no soy de esas personas que les gusta la violencia ni nada, pero, en ese momento no me importó nada.

Para cuándo Arturo se quitó de encima de Bruno, este ya estaba horrible. Su cara tenía varios golpes y de su labio brotaba sangre.

Le eché un vistazo a Arturo y éste me miró, seguía con su cara de enojo, la vena de su frente sobresalía y tenía la respiración dificultosa.

Bruno se levantó como pudo y se dirigió a la puerta, diciendo muchas cosas obscenas hacia nosotros. Arturo quiso ir detrás de él, pero lo detuve.

-No, no vale la pena.

-Ellie, solo espero que sepas que esto no se quedará así- dijo antes de marcharse.

Fuimos a su habitación para buscar algo para sus nudillos que estaban levemente raspados. Él se sentó en la cama y puso su cabeza en sus manos.

La habitación era igual a la mía, todas las cosas gritaban dinero y había un olor peculiar que no pude identificar muy bien, pero olía muy bien.

-Deberíamos ayudarte con tus manos, están sangrando.

Él me guió hasta donde estaba el botiquín, pero claro, después de decirme mil veces que no era necesario.

Me acerqué a él y con cuidado empecé a limpiar sus nudillos, me sorprendió que no tenía alguna mueca de dolor en su rostro. No quise acercarme mucho porque aún estaba enojado, podía verlo en su rostro.

-¿Segura que no quieres que le haga nada?- preguntó y gruñó.

-Tal vez podríamos hacer la pesadilla de Bruno  realidad- bromeé. A Arturo no pareció hacerle gracia mi chiste así que le aclaré- ya, hombre, es solo un chiste.

Que estúpida yo al pensar en hacer un chiste para aligerar el ambiente en momentos así. Bajé la cabeza, avergonzada.

-Para mí es una buena idea- levanté la cabeza al escuchar sus palabras y notar una sonrisa ladina en sus labios.

La Huésped De BeckhamWhere stories live. Discover now