XXI

333 17 2
                                    

Petricor

Ellie Hastings

_Estaba cerca de llegar, la mansión Beckham se encontraba muy cerca, si tan solo hubiese tomado un taxi no estaría muriendo de frío, froté mis manos para darme un poquito de calor.

De repente, un chico se apareció caminando a mi lado, no lo había notado al ir tan concentrada en darme calor.

Creí que era un ladrón y acomodé mejor mi bolso. Aquel muchacho era moreno, sus ojos tenían un color común, pero llamativo, me doblaba la estatura y parecía en buena forma.

Yo fruncí el ceño y me alejé un poco. Ya podía entrar, estaba frente a la mansión.

-¿Quién eres?- cuestioné extrañada.

El desconocido no quitaba su mirada de mí y eso me colocaba nerviosa, sonrió- Yo soy Emmett, es que vi que estabas caminando y me pareciste conocida, luego me fijé en que eres Ellie Hastings, una de mis autoras favoritas- explicó y por un momento me sentí grosera y paranoica.

En mi día a día no encontraba personas que se acercaran de esa manera para expresar su afecto hacia mí, por eso me pareció extraño que aquel muchacho me reconociera. Sonreí.

-Es un gusto conocerte, Emmett, gracias por leer mis escritos- me acerqué y le dí un pequeño abrazo.

-¡Dios!, No puedo creer que estés aquí, ¡Ellie Hastings está frente a mí!- comentó efusivo. Volví a reír.

Noté que en uno de los ventanales de la casa había alguien mirando hacia mí dirección. Arturo.

Me despedí de Emmett y entré, no tenía mucho ánimo así que subí directamente a mi habitación. Iba a cerrar la puerta pero alguien me tocó el brazo.

-Ellie- me volví hacia la figura que estaba detrás de mí.

-Anne, hola- le dí un abrazo.

Esa señora se había vuelto muy importante para mí y si dejaba la mansión, la iba a extrañar bastante.

Inmediatamente se echó a llorar en mi hombro, yo tenía mucho control ante esas situaciones y le acaricié el cabello, consolándola.

-Ya, está bien. Ya pasó- seguí acariciándola hasta que sentí que se calmó.

-¿Porqué sigues teniendo tan buen corazón?- pregunta y se aleja un poco para, posteriormente, limpiar sus lágrimas con el dorso de su mano derecha.

Yo sonreí por aquella pregunta y miré mis pies, acomodé mi bolso y levanté la mirada.

-No lo sé, Anne. Supongo que el hecho de que nos hagan daño no quiere decir que tenemos que dejar de sentir y olvidar que tenemos un corazón. Ella es inteligente, ella saldrá pronto, ella sabe cómo hacerlo.

-Hace solo unos minutos yo creía que mi hija pasaría mucho tiempo en prisión, pero tú no lo hiciste, ¿porqué lo hiciste?, ¿qué te hizo cambiar de opinión?- cuestionó curiosa y con el ceño fruncido.

-Nunca cambié de opinión, tú no te mereces pasar ese sufrimiento. Fue por ti, Anne, y porque, realmente, sé que está arrepentida. Además, ella no fue la del plan realmente- dije y, la estreché en mis brazos para luego dirigirme a la puerta de mi habitación.

-¿Eso quiere decir que hay alguien más que quiso matarte?, ¿quién?- preguntó con el ceño fruncido.

-No puedo decirte, no quiero levantar sospechas. Pero la policía está tomando declaración y cartas en el asunto. Tal vez Eleonor se quede un tiempo en la cárcel como complicidad, pero no creo que tanto tiempo.

La Huésped De BeckhamWhere stories live. Discover now