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          Precipitaciones

 Ellie Hastings

_Pasaron varias semanas y yo me mantuve callada, solo escribiendo en mi ordenador. Solamente salía hacia la sala o el jardín y, cuando sentía que llegaba Arturo, me iba a mí habitación.

Entiendo que no importa que hable con él, porque no había nada entre el y yo. Pero esas fotos fueron por algo. La única persona que pudo haberme mandado esas fotos fue Bruno, al menos la única que sé.

Lo peor de todo es que sabía que esas fotos eran reales. Lo sé porque estuve mirando el comportamiento de Arturo.

Salía en la mañana hacia la empresa, luego regresaba para comer, luego salía otra vez y llegaba con la cara triste. ¿Y si ese hijo estaba enfermo?, Es que todo era muy confuso porque la mujer tenía un anillo, si estaban casados ¿Porqué no vivía en la mansión Beckham?, Igual se divorciaron y las fotos eran viejas pero, ¿Y el niño?. No se podía negar que era hijo de Arturo, era una copia exacta.

Me cansé de pensar en esas cosas y me levanté de la silla que había en el balcón, igual si quería saber algo, debía preguntarle a él y no sacar conclusiones. Lo mejor sería no hacer nada, porque no era de mi incumbencia. Cuando todo estuviera mas calmado me iría y no volvería.

Decidí dejar de asesinar mi mente con tanto pensar y bajé hacia el jardín, me encontré con que Arturo estaba sentado en la piscina frente a mí. No pude evitar mirar su físico y hasta que no me descubrió, no quité la mirada de su perfecto abdomen.

La mitad de sus pies estaban bajo el agua, tenía unos shorts que me daban una perfecta vista a su V. Su cabello despeinado le daba un toque más juvenil.

Lo acepto, está muy atractivo.

-Hola- saludé con nervios.

¿Quién no estaría nerviosa? Era Arturo Beckham. Todas daban su vida por verlo solamente en persona. En los periódicos y medios de televisión intentaban encontrar algún chisme sobre el para poder poner sus sexys imágenes en la pantalla, pero no podían. Ese hombre era un misterio.

El hecho de no haberlo visto por mucho tiempo y verlo nuevamente además de saber algo, que no me había dicho era extraño.

-Hola. ¿Porqué no me acompañas?- preguntó y noté un vaso de alguna bebida a su lado.

-Eh, bueno. No creo que sea correcto- respondí y aunque me negué, me seguí acercando.

Ese momento fue como saber que hay una colmena de abejas y, aunque sabes que debes alejarte, te sigues acercando. Así terminas con el cuerpo hecho nada.

-¿Porqué no es correcto?

-Es decir, hace frío aquí afuera, ¿te imaginas cómo está el agua?- intenté hablar de manera casual. Já, no me salió.

Perdí. Me senté a su lado, ah y, ¿Qué es peor que eso?. Tomar de su trago.

Sentí ese líquido en mi garganta y maldije en voz baja por lo ardiente y rasposa que se sentía. Y como buen compañero de bebidas, Arturo se carcajeaba a mí lado, ¡qué linda risa!.

-¡No te rías!- sentencié pero yo también lo estaba haciendo.

-Está bien, está bien. Pero no puedes negar que tenías una cara graciosa- se volvió para verme mejor - ¿Cómo estás?- preguntó colocándose más serio.

-Supongo que bien, ¿Tú?- me atreví a volver a beber, esta vez pude tragar la bebida mejor, ni siquiera sabía lo que era- por cierto, ¿Qué es eso?- señalé el vaso de cristal.

-Eso es Whisky. Y estoy bien, dentro de lo que cabe- me contestó y desvió la mirada.

¿Saben esos momentos donde el profesor les regaña y no saben dónde meter la cara?. Bueno, los que no tienen vergüenza tal vez no lo hayan sentido, en fin, así me sentí.

Noté que se puso serio y se levantó, entró a la casa y yo me quedé sentada como tonta y con cara de confundida hasta que lo vi volver con una botella de algo alcohólico  en la mano de Whisky y un vaso adicional.

Si pensaba que me iba a emborrachar, estaba muy equivocado.

              ***

-¿Y sabes qué fue lo peor?- preguntó a punto de terminar su anécdota de cómo se cayó delante de todo el mundo en el zoológico mientras montaba un pony.

-¿Qué pasó?- cuestioné muy interesada. La botella ya se había acabado, aún así estábamos tomando de otra. Estaba sorprendida porque aún ambos hablábamos sin tartamudear.

-Que la chica que me gustaba estaba ahí- explicó haciendo cosas sin sentido con sus manos.

Asociaría a la chica de la anécdota con la mujer de la foto si no fuera porque Arturo me dijo antes que eso fue en primaria.

Terminamos la segunda botella y ya para eso ambos no nos entendíamos porque no hablábamos muy bien. Mis pies eran los únicos que me indicaban que estaba despierta por el frío del agua.

-¿Qué tal si jugamos verdad o reto?- propuse porque era lo único que sabía jugar cuando me juntaba con mis amigos de la universidad, bueno, a parte de ajedrez y parchís. Bah, eso no va al caso.

-Ah, muy bien. Las damas primero- hizo una reverencia y aunque le quedó horrible, me reí porque, bueno, si lo hice como por cinco minutos por el sonido del corcho de la botella, ¿Porqué de eso no?- ¿Verdad o reto?

-Reto- me armé de valor.

-Entra al agua- ordenó seriamente.

-Está muy fría, pero, como cumplo mis tratos, ahí voy- me levanté con todo el glamour posible para luego caerme de bruces contra el agua. ¿En serio?.

Cuando salí Arturo se tomaba el estómago de la risa, no solo por la caída, es que estaba nadando como perro. El frío me hizo  tomar un poco de juicio y tomé asiento a su lado. Arturo dejó de reírse al sentirme a su costado y me puso atención al saber que era su turno.

-¿Verdad o reto?

-Verdad- respondió seguro de sí mismo.

-¿A qué hora haces ejercicio?- fue lo más ridículo, aún así quería saber.

Arturo me miró raro, porque vamos, era una estúpida pregunta. Pero, quería saber en qué momento trabajaba ese hermoso, irresistible, sexy y hermoso cuerpo. ¿Ya dije hermoso?.

-Seis de la mañana. Te toca, ¿Verdad o reto?.

-Verdad- me reí porque a las seis de la mañana estaba yo comenzando mi quinto sueño.

-¿De dónde sacaste las imágenes de mi esposa e hijo?- cuestionó seriamente y toda ebriedad salió de mi cuerpo.

La Huésped De BeckhamWhere stories live. Discover now