VIII

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Húmedad

Ellie Hastings

_Los seres humanos tenemos una capacidad de crear ilusiones y espectativas dentro de nuestras mentes, tan brillantes, tan originales. El problema es que la espectativa y la realidad nunca son lo mismo y yo lo había confirmado en el momento en el que pasé por aquella puerta de esa habitación de hospital.

Cerré y abrí los ojos con confusión luego descubrí la situación y me dió tristeza.

En la habitación habían dos camillas en una yacía un niño de pelo rubio a quien identifiqué como Sammy. Pude notar que era idéntico a su madre. Me dió pena verlo ahí porque apenas era un niño aunque, bueno, no tenía idea de qué había pasado. Fuera lo que fuera, estaba segura de que no lo merecía.

En la otra camilla estaba un hombre como de unos veintiocho años igual que Arturo, con el pelo entre rubio y castaño igual que Arturo, todas sus facciones eran idénticas y descubrí que era su hermano gemelo.

Después de verlos unas mil veces, miré a Arturo que se encontraba detrás de mí con las manos en los bolsillos traseros de sus vaqueros.

-El es Aarón, mi hermano gemelo- informó con una sonrisa que no llegó a sus ojos.

Lo único que pude hacer fue recordar el principio de todo, el problema con Bruno y todo lo demás, me situé al momento en el que me abrazó con tanto afán y me apretó tan fuerte que sentí que dejé mis penas en su hombro, bueno, y también mis lágrimas.

Lo abracé también porque yo también soy humana, yo también he sonreído muriéndome por dentro, todos lo hemos hecho. Sabía que el no estaba bien, pero, sobretodo, yo también pasé por algo parecido.

Yo vi a mi padre consumirse por el cáncer en una cama de hospital, yo vi todo eso siendo aún una adolescente hasta el día de su último respiro. Así que, con toda la fuerza que tenía, lo abracé.

No sabía lo que tenía su hermano y su sobrino, solo lo abracé, diciéndole con ese gesto, que todo iba a estar bien.

-Dios, esto no es de hombres- lo sentí llorar en mi hombro y reí al escuchar eso.

-No diré nada si prometes no decir que llené tú hombro de mocos- bromeé para quitarle un poco de hierro a la situación- no es malo llorar, eso hace que recordemos que somos humanos y que es malo retener las lágrimas.

-En el fondo es mi culpa, Ellie. Están ahí por mi culpa- dice alejándose de mí.

-No digas eso, estoy segura de que eres buen hermano y buen tío- puse mi mano en su hombro.

-No lo soy, no te lo contaré aquí, pero lo entenderás todo después- me dice tomando mi mano- gracias.

-¿Porqué?

-Porque no he entrado aquí desde el accidente y me has dado la fuerza para hacerlo- me mira con sus ojos grises y lo único que veo en ellos es un cielo nublado que, aunque ya lloviznó, noté que se avecinaba una tormenta. Sus ojos seguían aguados.

-¿Nunca habías venido?- cuestioné confundida porque estaba segura de que, cuando salía una vez por semana y a la misma hora, iba al hospital.

-Sí, pero no entro. Soy cobarde cuando se trata de estas cosas- me dice apretando mi mano.

-Comprendo. Es difícil ver a las personas que amamos en estas situaciones.

-Te quiero, Ellie. Muchas gracias- me vuelve a abrazar.

Al principio me sorprendió pero supuse que lo dijo como amigos y lo dejé pasar.

-También yo, Arturo. O, ¿Cómo debería llamarte?¿Artur?- hice referencia al apodo que le puso Monique y rió.

####

Llegamos a la casa un poco cansados, en el camino hacíamos bromas. También me contó que Aarón y Sammy tuvieron un accidente automovilístico juntos y llevaban un mes en coma. Pero lo que yo realmente quería saber era el por qué se echaba la culpa.

-¿Qué quieres cenar?- preguntó cuando nos bajamos del auto- Eleonor cocinará.

Vió que hice una mueca de desagrado cuando mencionó su nombre y rió.

-Ya sé que no te cae bien- dijo aún sonriendo. ¿Cuál era el chiste?.

-¿Cómo lo supo?- bromeé recordando un meme- realmente ella es la que me ha tratado con desdén desde que llegué.

-Sí algo te incomoda, puedes decirlo. A mí tampoco me agrada mucho que digamos, solo lo hago por Anne- se sitúa delante de mí antes de llegar a la puerta principal.

-Por cierto, ¿Qué tiene Anne esta vez?

-Me dijo que no está bien de salud nuevamente. Realmente espero que se mejore, aunque ya está un poco mayor.

-La verdad es que si, creo que debería dejar de trabajar, no es bueno que se esfuerce mucho- doy mi opinión y me pongo nerviosa al notar que me mira profundamente.

-Secundo eso- se acerca a mí y choco con la puerta principal.

Pude girar la perilla de la puerta y escapar de esa situación que aceleraba mi corazón, pero no lo hice, no quería, o más bien, mi cuerpo no respondía. O un poco de ambas.

Se acercó lo suficiente para acelerar mi corazón, latía fuerte, en un ritmo acelerado, creía que se saldría.

Hasta que sucedió, Arturo juntó sus labios con los míos y tomó mi cintura, acercándome más a él. Sentí muchas cosas indescriptibles en ese preciso instante. Cosas que nunca había sentido con Bruno. Quise golpearme por compararlos.

Es obvio que no había comparación, nunca supe porqué eran amigos si eran tan diferentes, pero no esas diferencias leves que hay normalmente entre amigos, sino, unas diferencias de personas que no congenian de ninguna forma.

Aún así, disfruté de aquel beso. No sé si sentía atracción por él o el por mi, pero no quise pensar mucho, yo ni sabía porqué me había besado, pero se sentía muy bien.

El momento fue lindo hasta que sentí movimiento en el jardín a nuestra izquierda. Abrí los ojos que no sabía que había cerrado y miré hacia esa dirección.

Lo empujé lejos de mí y lo obligué a bajarse junto conmigo para poder cubrirnos en los matorrales que habían cerca.

-Mis ex's me han dicho que beso bien, ¿Qué pasa?- dijo en tono de broma.

-Shh, silencio. Mira hacia allá- le señalé la dirección en donde estaban Eleonor y uno de los guardias de Arturo.

También vimos cómo se daban un beso que me dió asco porque casi se desnudan ahí.

Lo más confuso fue cuando el hombre le tendió una bolsita a Eleonor con algo que no pudimos ver.

¿Qué se traían entre manos esos dos? Eso no lo sabía. Lo que si sospechaba era que era algo más que un simple romance.

Entonces, ¿Cuál era su intención con Arturo?

Tocaba averiguar y a mí me encantaba jugar a los espías y, por la sonrisa que me brindó Arturo, a él también le gustaba.

La Huésped De BeckhamWo Geschichten leben. Entdecke jetzt