16. 𝐆𝐞𝐧 𝐱 𝐋𝐞𝐜𝐭𝐨𝐫𝐚 [2/2]

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—Oh, Gen que maravilloso eres. —repitió de nuevo. ______ seguía al ilusionista por todas partes, idolatrándolo haya donde iba.

—Cuántas veces te lo he dicho. Emoción, entusiasmo, parece que estás obligada a hacerlo. —dijo con retintín. Estaba feliz de poder estar con su ídolo, pero no se esperaba conocerlo de esa manera y que él le hiciera ir detrás de él halagándole.

—L-lo siento. Intentaré hacerlo mejor —titubeó —. ¡Eres el mejor! ¡El mundo no sería lo mismo sin ti!

Como un pequeño patito, ______ seguía a Gen a cualquier lugar diciéndole distintos comentarios que lo halagaban. Los aldeanos miraban a la peculiar pareja, algunos reían, otros se preguntaban qué estaban haciendo; a la chica le invadía la vergüenza. Pero, si se detenía era mucho peor, pues el mentalista actuaba como la persona más ofendida en el planeta, comenzando a gritar y a llamar la atención de todos.

—Gen, ¿puedes enseñarnos el truco de las flores? —un grupito de niños se acercó entusiasmado al bicolor.

—Por supuesto —aunque ella sabía hacer perfectamente el truco le encantaba verlo a él. Después de todo era su fan número uno, y poder ver a tu ídolo y ejemplo a seguir siempre hacía que el entusiasmo y emoción recorriera tu cuerpo.

Vio junto a los niños como hacía el truco, tenía la misma cara emocionada. Y, como los demás aplaudió al final.

—_______-chan, tú también sabes hacerlo. —giró su cara avergonzada --. Bueno claro, soy tu ídolo después de todo.

A Gen le encantaba hacer sonrojar a la chica, era una adicción.

Esa misma situación se repitió durante un tiempo hasta que un día, no recibió ningún comentario por parte de ella. Es más, ni siquiera lo había ido a buscar, cuando no más empezar el día salía de algún lugar, se situaba a su lado y comenzaba con la tanda de comentarios. Al principio no le dio importancia, había pensado que tal vez se le había pegado las sábanas y comenzó el día sin ella. Fue por la tarde cuando la situación le comenzó a fastidiar y decidió ir a buscarla.

Kohaku le había confirmado que estaba en la cabaña donde Chrome almacenaba sus más preciosos minerales.

—_______-chan. —se asomó por la puerta. Estaba sentada entre dos sacos, si la habitación hubiese estado oscura no la hubiese visto — ¿Qué haces aquí?

No recibió ningún tipo de respuesta.

— ¿Dónde están mis buenos días? —preguntó con tono burlón. Ella levantó la mirada y, enseguida supo que algo no andaba bien. Tocó con su mano la frente de ______, estaba ardiendo.

Gen avisó a Senku, pues era el que más remedio le podía dar. El resfriado la pilló de lleno y estuvo en cama durante todo el día, y el siguiente. El bicolor, no podía creer lo que la echaba de menos. No tenerla junto a él, no escuchar su voz, hacerla de rabiar, ver sus ojos emocionados cuando hacía algún truco; todo había desaparecido.

Entró en la cabaña, ella estaba tumbada mirándolo en todo momento.

—______-chan, hoy te ves mejor.

—Hola, Gen. —dijo sin mucho ánimo. Le entristecía verla así.

A Gen se le encendió la bombilla de las ideas.

— ¡Espero que te recuperes rápido, el mundo no es el mismo sin ti! —ella lo miró sin entender. Había reconocido esa frase perfectamente.

—Gen... ¿qué estás...?

𝘿𝙧. 𝙎𝙩𝙤𝙣𝙚 | 𝙊𝙉𝙀 -𝙎𝙃𝙊𝙏𝙎Där berättelser lever. Upptäck nu