Cuando Brave decidió aceptar la oferta del señor Hazer, no pensó mucho en la serie de acontecimientos que tal acción podría desencadenar.
Para empezar, no todos los hijos del señor Hazer son niños. Está el mayor. El artista depresivo y arrogante, q...
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~Brave POV~
Aquella tarde como si fuera una niña de nuevo, había dejado el vestido estirado sobre la cama. Dejé los tacones al costado, junto a los pendientes. Enrollé mi cabello en dos trenzas manteniendo algunas hondas naturales. La emoción por salir a divirtirme es bastante excitante, no recuerdo la última vez fui a bailar o que tomé algo en un Club. Hasta mi madre se sorprendió cuando le dije que saldría esta noche, casi le da un ataque cuando vio el vestido.
Me desnudo dejando mi ropa caer sobre la losa del baño, intento no tardarme mucho ya que la lista de cosas que tengo que hacer es bastante larga. Cuando salgo del baño, me envuelvo en mi bata y comienzo a maquillarme. Tampoco tengo la intención de maquillarme mucho, los ojos más que nada. Mis ojos no son demasiado saltones pero si es cierto que a veces desearía que fueran más pequeños. Como el vestido tiene un poco de brillo, utilizo solo colores mates; un poco de gris, un poco de marrón; no muy oscuro, el tono perfecto.
— Guau— la voz de Lucas me toma por sorpresa. El niño observa el vestido para luego mirarme a mi— Tu peinado es chistoso.
Sonrío ligeramente, observándolo a través del espejo— Bueno, no es el resltuado final. Para eso aún falta.
— Estás muy guapa Brave. — Lucy aparece por la puerta saltando sobre mi cama. También se queda mirando mi vestido, tocándolo con la llema de sus dedos.
— Gracias Lu ¿Quieren ayudarme? — ambos pequeños asienten y el corazón me da un vuelco. Mientras Lucy me ayudaba con mis pendientes, Lucas desempolvaba mis zapatos. Cada día que paso con estos niños es una sorpresa distinta y no sé como puede caber tanto amor en dos corazones tan pequeños.
— ¿Este?— la niña pregunta.
— Ese — asiento segurísima. Le había prometido a Grace usar labial rojo, obviamente no podía fallarle. — ¿Y bien?
La última trenza se desmbuelve sobre mi hombro y ya estoy completamente lista. Los gemelos parecen sorprendidos, Lucas está rojo como un tomate, Lucy no para de sonreír.
— ¿Cómo me veo?
Los niños sonríen y mientras espero por una reacción, obtengo la que menos deseaba. El reflejo de Killian aparece por el espejo de mi tocador y el alma cae a la misma altura que mis zapatos.
— Estás hermosa. — dijo el ogro. — Papá los está esperando para cenar. Vayan.
A regañadientes, los gemelos salen de mi habitación y de repente olvidé lo que significa la palabra equilibrio — ¿ A dónde vas? — Killian entra como si nada.
Garraspeo la garganta mientras abro mis cajones, ni siquiera estoy buscando algo; solo quiero mirar hacia otro lado que no sea él. — Voy a salir con Bruno, vamos a un Club.
¿Por qué demonios le estoy dando explicaciones? Mi cerebro me dice estupida y mi corazón me dice que corra. Los dos son sabios, pero a ninguno de los dos les presto atención.
