Cuando Brave decidió aceptar la oferta del señor Hazer, no pensó mucho en la serie de acontecimientos que tal acción podría desencadenar.
Para empezar, no todos los hijos del señor Hazer son niños. Está el mayor. El artista depresivo y arrogante, q...
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~ Brave POV~ Me quedé en el pasillo esperando. Sabía que esa mujer regresaría y yo tenía que verla de nuevo. Tenía que observarla y tratar de entender que era lo que había movido a Killian ha besarla.
Cuando por fin mis ojos captaron su rostro entre el gentío del pasillo, me fijé muy bien.
Sus pómulos resaltaban y sus labios rojos llamaban mucho la atención. Debería de tener unos treinta años, no mucho más que eso. Llevaba un pantalón acampanado bastante formal y una camisa sencilla que le quedaba algo ancha. Su cabello estaba suelto, los mechones desfilaban por su espalda con brillo y elegancia.
Estaba muerta de celos. Envidiaba su altura y lo bien parecida que era. Odiaba la idea de que sus labios habían tocado los de Killian y sin darme cuenta el dolor de mi puno hizo que me distrajera. No lo había notada pero mi mano estaba roja de tanto apretar mis dedos contra mi palma.
— ¿Estás bien? — Bruno apareció en mi campo de visión.
Asentí. — Vamonos.
Cuando salimos de la unversidad mi respiración y mi rabia seguian alteradas. Mi cuerpo se negaba a componerse y yo no podía contralar nada de lo que por mi mente pasaba.
Conduje de vuelta a la universidad y me despedí de Bruno con un simple adiós. No me gustaba actuar así, sentir celos no era algo que sentía diariamente. Me considero una personas celosa, creo que todos somos celosos cuando se trata de alguien a quien amamos. No justifico que esté bien sentirse asi, solo digo que es de humanos querer y es de humanos celar.
Cuando llegué a la casa dejé mi mochila en el suelo de mi habitación y me puse ropa cómoda. Necesitaba salir de la casa, necesitaba distraerme. Los gemelos no comenzaban la escuela hasta una semana más tarde, ellos estaban disfrutando de las vacaciones y no me necesitaban. Mamá tampoco estaba en casa, hoy era su primer día en su nuevo trabajo.
Cuando me puse los auriculares, salí por la puerta de los trabajadores y corrí hasta la playa donde me senté sobre la arena.
¿Una profesora? Killian había besado a su profesora.
De ella no supe mucho, tampoco le pregunté a nadie. Cuando Kai me dijo quien era también dijo que ella era una exitosa profesora de música y que también era la profesora favorita de Killian.
Su profesora favorita, pensé. Yo a mis profesores favoritos les compraba un regalo de navidad, jamás besé a ninguno.
¿Le gustaba? ¿Le gustó?
Resoplé y me encogí sobre la arena doblando mis rodillas, apoyando mi cabeza entre ellas.
Siempre había algo, siempre parecía haber un muro entre el chico que amaba, y yo. Tuve ganas de llorar, pero no lo hice. Me quedé con la cabeza agachada hasta que noté que unos pasos fuertes se dirigían hasta mi y hundían la arena de mi alrededor.
