Capítulo Doce

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Capítulo doce.

Kurt.


15 de agosto, 2015.

—No hagas esperar a tu tía ni pierdas tu vuelo —dice mamá dándole un último vistazo a mi casa, chequeando que todo esté en orden.

—No lo haré, estaré de manera puntual en el aeropuerto. Iré en mi auto y luego cómo siempre, cuidarán de el mientras regreso de nuevo.

— ¿Qué es lo que vas a hacer?

—Cosas —respondo de manera evasiva. Ella voltea a verme y pelliza una de mis mejillas.

— ¿Por qué suena cómo si se tratase de una mujer? Fingiré que no es el caso.

—No estaré soltero toda mi vida, mamá.

No me responde, me apremia a salir de la casa y cierra con seguro la puerta. Se gira a verme y se acerca, toma mi rostro en sus manos.

—No quiero que estés soltero, por el contrario, quiero que seas feliz y encuentres a una mujer increíble que acepte todo lo que tu vida conlleva y que te haga feliz. Pero siempre asustará imaginar que alguna mujer pueda utilizarte.

»Sé que no todas se acercan a ti con malas intenciones, pero es difícil para mí no preocuparme cuando todo lo que siempre he querido hacer es protegerte del mundo. No quiero que una mosca te engañe.

—Y lo entiendo —Tomo su mano, dejando un beso en el dorso—. Pero tienes que tener en cuenta que es parte de la vida cometer errores para aprender de ellos. Me he dado buenos golpes en la vida, mamá, pero ten presente que siempre aprendí algo valioso de ellos.

— ¿En qué momento mi bebé creció tanto?

No puedo evitar reír mientras la atraigo para un abrazo, luego dejo un beso en su frente. Me gusta su calidez y la manera en la que en sus brazos siempre me siento a salvo.

—Cuida de la casa, es la única de la que pocas personas tienen conocimiento. Sobre el apartamento, la tía Isabel se encargará de ello. Estaré reservando pronto un boleto para que la abuela y tú vayan a visitarme. No me extrañes tanto.

—Siempre te extraño.

— ¡Vamos, mamá! ¿Planeas hacerme lloriqueare e implorarte que vengas conmigo ahora?

Ella ríe y yo sonrío. Caminamos a mi auto y abro la puerta para ella, subimos, nos ponemos en cinturón de seguridad y pongo marcha el auto para primero llevarla a casa y de esa manera hacer mi despedida con mi abuela.

— ¿A dónde irás luego? Sé que tu vuelo es casi al amanecer.

—Tengo a alguien de quien me quiero despedir —digo con cautela sin mentir.

La veo de reojo y su vista está al frente, luce pensativa. Durante los próximos minutos conduzco en silencio y un poco nervioso ante el hecho de que no me dice algo respecto a mi anterior declaración.

—Tu silencio me asusta un poco, mamá.

— ¿Por qué?

—No lo sé, solo espero alguna reacción de tu parte.

— ¿Si te digo que no vayas, me harás caso? —pregunta.

Me remuevo en mi asiento y trago, sacudo mi cabeza en negación y ella suspira. Volteo a verla rápidamente antes de regresar mi vista a la carretera, la expresión pensativa todavía se encuentra en su rostro.

—Entonces, ¿Para qué darte alguna reacción? Solo espero no te lastimes en el proceso y que esa persona nos agrade el día que la conozcamos.

» ¿Por qué la ocultas? —No respondo—. Acaso... ¿Es un chico? ¿Eres gay y no quieres decirlo?

Enloqueciendo a Kurt (BG.5 libro #4.5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora