Capítulo Quince

281K 28.8K 20.5K
                                    


Capítulo quince.


8 de septiembre, 2015.

—Tienes algo ahí —señala la esquina de mi boca y paso mi pulgar—. Aún lo tienes.

— ¿Es esa una excusa para usar tu lengua? —pregunto y su sonrisa aparece.

—Atrapado —Se recuesta contra el respaldar de su silla—. Me gusta cómo te ves.

— ¿Sudada? ¿Destruida? ¿Y cansada? —pregunto.

Tomo una de las rebanadas de pan porque tengo bastante hambre luego de quemar energía. El pie de Kurt, quien se encuentra frente a mí, acaricia mi pantorrilla mientras me sonríe con picardía.

—Sí, me gusta. Solo falta que suenes sin aliento y la realidad estaría más cercana a la fantasía.

Entrecierro mis ojos hacia él y mastico mi pan para poder hablar. Trae una gorra y un suéter con capucha, supongo que nadie se espera ver a una estrella porque hasta el momento no lo han reconocido; aunque ahora que estamos en el restaurante, al que vinimos la cita anterior cuando quería "normalidad", se siente más cómodo con la visera de la gorra hacia atrás. Estamos ubicados en un área hacia el final, en donde sabemos que no seremos molestados y en dónde no ubican a cualquier cliente cuando Andrew se encuentra aquí, esa es la razón por la que conozco de este lugar.

— ¿Eres adicto al sexo, Kurt?

Se paraliza, sin embargo, no luce escandalizado por mi pregunta, en todo caso, su sonrisa se torna ladeada, pareciendo divertido.

—No me considero un adicto al sexo, pero me encanta hacerlo —Se encoge de hombros—. Lo disfruto. Mi trabajo maneja mucha tensión y estrés, agendas apretadas y horarios caóticos, el sexo era uno de los pocos placeres que siempre parecía encajar con cualquier agenda apretada.

»Teniendo en cuenta que el sexo me encanta, puedes imaginar cuánto me gusta la idea de hacerlo con alguien que me encanta —Asiente hacia mí—. No creas tampoco que soy una maniático sexual presionándote, pero no quiero que quede dudas de que me gustas de todas las formas, no quiero que te compliques pensando que si estuve con otras...

—Oye, oye, espera —Alzo mi mano—. No me siento insegura. Saliste con mujeres hermosísimas e increíbles, pero ¿Y? todas tenían tetas y una entrepiernas en donde insertabas el regalo que te dio la vida, también tengo todo eso.

»Sí, tengo un cuerpo que pasó por un enorme embarazo, una cirugía y tratamientos, en mi piel hay prueba de ello. Pero es este mismo cuerpo increíble que dio vida y decidió seguir dejándome respirar. Así que tengo dos tetas, una entrepierna, todas mis extremidades y órganos vitales, estoy sana. No se necesita más para tener sexo ni para ser bueno en ello.

No voy a mentirme, cuando comencé a tener tratamientos y bajé abruptamente de peso, me sentí terrible, no quería verme en los espejos. Lucía pálida, estaba extremadamente delgada y mi cabello se veía maltratado, mi piel lucía reseca y constantemente tenía mis ojos llorosos. Cuando nadie veía, borraba mi sonrisa optimista para llorar viéndome en un espejo, eso fue hasta que mi madrina me encontró en el suelo del baño de la clínica llorando desconsoladamente y diciendo que odiaba lo horrible que estaba, que odiaba los cambios en mi cuerpo.

Me remitieron a un psicólogo que me ayudó a enfrentar los cambios que habían, reencontrarme conmigo misma, no ver a mi cuerpo cómo un enemigo traicionándome y verlo cómo algo grandioso que en algun momento se fortalecería para seguir dándome vida.

Estar enfermo es una mierda y lo es todavía más cuando no sabes si simplemente morirás en cualquier momento, cuando las posibilidades de sobrevivir son las mismas que las de morir. Y a veces sufrir por lo que muchos llaman "superficial" es válido. Es válido que sientas que odias al mundo, tu existencia, a todos. Es válido cansarse, gritar, maldecir y sentir que los días son una mierda. Lo que me dije que no era válido, era dejar que todos mis días fueran así.

Enloqueciendo a Kurt (BG.5 libro #4.5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora