Capítulo 5: Juegos Peligrosos

415 42 5
                                    

Después de haber pasado por ese horrido susto dentro de la feria, mande un mensaje a Roxana, diciendo que nos veríamos en la entrada. Celeste se quedó dormida en mis brazos, Roxana nos estaba esperando preocupada a las afueras de la feria, me hubiera encantado verla en la feria sonreír, desgraciadamente solo vi aquellas lágrimas que de sus ojos brotaban.
La acuesto en la parte trasera del auto, mientras que, a Roxana a mi lado, ambos nos vemos en silencio, sabemos lo que pasara esa noche, así que no nos preocupamos. Por mi parte por lo que me mantenía más tranquilo era tener a Celeste en la parte de atrás, pero, ¿Por qué tenía aun en mi bolsillo el arreglo que le di a Pandora? Odio cuando esta fecha, casi siempre ella aparece en mis sueños cuando pasa esto, ¿Yo no la dejare ir?

—Gracias por dejarnos en tu casa esta noche.

—De nada, digo, es mi pueblo es lo menos que puedo hacer —deja caer su bolso en el sofá, mientras que yo me adentro con Celeste en brazos—. Sígueme, te llevaré hasta la habitación de Celeste —cuando desvió la vista hacia la ventana me doy cuenta que la seguridad es inmensamente exagerada, es entendible, es una mujer quien vive sola así que debe de cuidarse de los peligros exteriores—. Puedes dejarla aquí, ¿Quieres tomar una ducha?

—Claro.

—Sígueme —cuando la veo caminar, puedo notar como es que hace sus caderas de un lado a otro, comenzando a coquetearme y haciendo que me den ganas de tomarla allí mismo—. Toma —me daba una toalla y sus labios se acercaron peligrosamente hasta los míos—. Aquí es donde tu dormirás —acaricio su espalda desde sus caderas hasta su hombro, dándole un beso en la mejilla.

—Gracias por tu hospitalidad Roxana.

Entro a la habitación encerrándome en el baño, abriendo la llave de agua fría, alejando estos pensamientos impuros de mi cabeza. Comienzo a desnudarme, doblando mi ropa al dejarla en el cesto de ropa sucia, de inmediato para bajar mi erección me meto al agua sin pensarlo dos veces comienzo a bañarme tratando de olvidar lo que había ocurrido.
Cuando termino de bañarme, trato de refrescar mi mete, pero al tratar de hacerlo Roxana estaba afuera, su vestimenta me decía que no estaba dispuesta a dormir esta noche.

—Te he traído algo de ropa.

Me dispongo a admirarla en silencio, su delicada silueta era remarcada por la bata la cual le cubría por encima de las rodillas, su escote en uve dejaba ver más allá de lo que me había imaginado, me pregunto, ¿Cuál será su reacción al morder sus pezones? No puedo contener más la emoción y la sostengo de su cintura con una sola mano, casi logro rodearla por completo debido a lo delgada que esta.

—Estas tentándome demasiado, no sé si lo haces a propósito o no, de no ser así —paso mi nariz desde sus pechos hasta su cuello, dando una pequeña lamida—. Te sugiero que pares.

—No quiero parar —de forma retadora, quitabas tu bata, dejándome ver la maravilla de mujer que eres, tus senos estaban cubiertos por la delicada tela de tu sostén, tan frágil que pude apreciar que se encontrar erectos, tus zonas más bajas estaban cubiertas por una tanga negra la cual hacia juego con el encaje que caía de tus senos—. Quiero perder contigo.

—No quiero escuchar que te arrepientas después.

Del antebrazo la jalo dejándola caer en la cama, mientras que desabrocho el encaje negro con botones rosas me detengo a oler su loción, desde su abdomen hasta su pecho, escucho como gime levemente sin que la haya tocado, que sensible mujer, rozaba sus labios mientras que quitaba su ropa interior y ella al sentir deslizar sus prendas sobre de su cuerpo aprecio como es que su piel se eriza, para que tomarme la delicadeza de tomarla de forma despacio, tanto ella como yo nos encontramos impacientes por hacer que nuestros cuerpos sean uno.

Oportunidad de PorcelanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora