Capítulo 10: Trato O Truco

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—Pero, ¿Qué? —tocaba mi abdomen limpiando algo la sangre—. No tengo tiempo para esta clase de juegos —realmente esta gente como me hace enojar—. Tienen dos opciones, o se hacen a un lado o —sin más, me acerco al tipo con bozal cortando su garganta mientras que el travesti pretende cortar mi cabeza, pateo su pecho y de las camionetas bajan los hombres de Manterum, entre ellos distingo a Taoru—. No se queden allí como idiotas, tomen a esa cosa y correr el perímetro a las 14 manzanas, se ha llevado a una persona importante para mí, no dejaremos que ninguno de estos bastardos se vaya con vida.

—¡Sí señor!

Mientras ellos se hacían cargo de ese gran problema, tomo una moto tratando de seguir el rastro de Celeste, demonios, no encuentro marcas de llantas que me lleven hacia ti, no pude ver hacia que calles te dirigiste, realmente me siento mal por no saber de tu paradero, siento como es que mis mejillas comienzan a arder, has comenzado a llorar, mi pecho comienza a sentir que algo se quiebra dentro, cuando de repente siento donde te encuentras.

—Celeste —acelero a máxima velocidad, paseando casi por las calles desérticas, es como si esto hubiera estado planeado desde hacía tiempo, ¿Por qué querrían a Celeste? En una curva cerrada casi pierdo tu rastro, pero el dolor de las mejillas se volvía cada vez más insoportable, cada vez más devastador, por favor, te pido que, aunque duela sigas llorando, en una bóveda, comienzo a golpear ambas puertas de madera sin lograr abrirlas por mi cuenta, tomo mi arma disparando al candado y adentrándome a esta misma y al hacerlo te escucho gritar desde dentro de una caja.

—¡Óscar! —gritabas desde el interior de una caja de madera comenzando a golpearla.

—¡Celeste! —cuando tomo la caja intentando abrirla, escucho pasos que vienen hacia nosotros—. Guarda silencio mi niña, ¿Sí?

—Pero amo, yo —un líquido comienza a emanar de la caja, la molestia me llego hasta el cuello, siento como es que un nudo de coraje se forma en mi garganta, presionando un botón del comunicador, solo me quedo esperar.

—¿Realmente fuiste capaz de robarle a tu sangre por dinero?

—¿De que estas hablando? —esa voz me es familiar—. No soy parte de la familia Manterum —¿Gilbert? Las paredes comienzan a temblar a la misma vez que el equipo de búsqueda nos encuentra, cuando lo hace salgo de debajo de las escaleras, apunto hacia aquella figura, pero no vi al rubio, solo era un joven japonés de cabellos negros, pero ojos azules—. ¿Gilbert?

—Estas en un error —me contesto bajando de inmediato la mirada, alcanzando a dispararle en la pierna, ante el disparo las puertas de la bóveda se abrieron, dando paso a mis compañeros.

—¡Amo Óscar!

—¡Celeste!

—Ayúdenme —buscamos muchas formas de abrir la caja, que cuando lo hicimos nos percatamos que estaba vacía—. No, ¡Celeste! —la desesperación comenzó a invadirme.

—Jefe. —señalaban hacia abajo en el cual podía ver un pedazo de tu vestido atorado en el suelo de madera.

—Amo. —golpeabas el suelo tratando de salir de allí.

—Aun lado Celeste —cuando no te veo, comienzo a golpear la madera, la cual estaba en estado avanzado de putrefacción con un mazo el cual se encontraba en el lugar, logrando quebrantarlo y tomando tu mano, acariciando tus cabellos pegándote hacia mi pecho, notando tus mejillas como es que se encuentran marcadas por las lágrimas derramadas—. Mi niña —pego tu rostro hacia mi pecho, tengo que hacerle saber de esto a Helios.

—Jefe, el señor Manterum quiere verlo —Sararí trae un mensaje de Helios—. Quiere que de inmediato se presente en su oficina.

—Que dicha. —yo también quiero una explicación, ¿Por qué bajo la guardia dejando que se llevaran a celeste? Roma es una los sitios más protegidos de todo el mundo, ¿Por qué entraría gente como la del conejo? Al menos que Helios los haya dejado entrar.

Oportunidad de PorcelanaWhere stories live. Discover now