Capítulo 14: Mi Última Carta

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—Ese Alessandro Yamade es un verdadero hijo de puta —la molestia de Derek fue inmensa—. Vamos a buscar a ese hijo de puta ahora mismo, merece morir por todas aquellas cosas que ha hecho.

—¿Estas loco? —lo alejo de las botellas—. La intención no es ir a suicidarnos, nuestra misión si es que así la quieres ver, es evitar que Jeison la encuentre, si Jeison la encuentra es claro que también va a caer en las manos de Yamade.

—Sobre mi cadáver, ¿No has escuchado lo que él le hizo? —señalo a Celeste, quien se encontraba asombrada viendo el televisor—. La tenia viviendo en la miseria, eras su única luz en este mundo que para ella fue tan... ¡Maldita sea! —grito con molestia golpeando el muro, hasta que sus nudillos comenzaran a sangrar—. Juro, juro que hare que ese maldito clan desaparezca de la faz de la tierra, no va a quedar ninguno de esos seres miserables...

—Por lo que me acabas de contar —le daba un pañuelo para que limpiara sus nudillos—. Pandora era Yamade, ¿También matarías a alguien como ella solo por ser Yamade?

—¿Sigue con vida? No verdad —el odio, el rencor, la mirada asesina que clavo sobre mí me hizo recordar cuando fuimos a expulsar a los conejos del vaticano hacia algunos años—. Hay un pequeño detalle que no te he contado acerca de todo esto...

—¿Cuál es? —esa sonrisa que dejó salir, me preocupo algo.

—No fue su padrastro quien la mato.

—¿Quién fue?

—El mismo hijo de puta que mato a tus hijos —no...—. Así es, Alessandro Yamade, la mato, justo una semana después de haber hecho que abortara a tus hijos.

—No es verdad... —siento mis piernas temblar, un odio inexplicable que, dentro de mi comienzo a brotar, al ver a Celeste recostada en el sofá con las piernas hacia arriba, cayendo de cabeza y riéndose por lo mismo—. Pero, fue un... Suicidio...

—Por favor —extiende sus brazos con molestia, yendo hacia mí, tomándome de los hombros—. ¿Cómo puede ser que de un suicidio que supuestamente haya sido solo por unos cortes de los brazos su cadáver haya tenido unas puntadas en la cabeza? ¿Viste que en su cabello tenía el broche que le regalaste? ¿Viste la sangre en el espejo? Son muchas cosas que para ser un suicidio no concuerdan, ¿Por qué ella de México fue llevada hasta Italia en un breve lapso? ¿Sabes que fue realmente de su cadáver? Si vas a Debolaca ahora mismo podrás saberlo.

—Estas loco, Derek, te llame porqué creía que eras la persona con más cordura, pero veo que estas igual o más loco que yo —me pongo de pie frotando con la yema de mis dedos mi frente, realmente todo esto estaba por darme una terrible migraña—. Sabes, el alcohol te hizo daño, es mejor que te vayas, te pediré un uber para que te vayas más seguro, ya estas demasiado ebrio, para haber tenido una alucinación de ese tipo...

—¿Aún lo tienes?

—¿Tener qué?

—El broche —antes que pudiera decirle algo, me irrumpió con algo que me hizo creerle un poco—. El mismo que ella tenía cuando estaba en su ataúd, ¿Aun lo tienes?

—Creo que está en el auto. —titubeo un poco, ya que eso no es un detalle que le haya dado en una de las tantas historias que le conté sobre ella.

—Mira, esto es algo que jamás pensé decir en mi vida, pero por primera vez quiero hacer algo por una muñeca o por un muñeco, lo que sea —miro hacia Celeste—. Esa niña, no sé cómo carajo le hizo, pero cuando limpié sus lágrimas, pude ver todo eso, me dejo ver incluso algo de ese broche, confía en mí.

—Estas loco —suspiro bajando la vista al colocarme de pie—. Por eso estas aquí, por loco y confiable, ahora vuelvo —al salir por el broche, no puedo evitar pensar en lo dicho por Derek, ¿Realmente fue ese maldito quien la mato? ¿Por qué sus tutores se hacían pasar por sus padres? Maldición... De haber sabido que ella había perdido a nuestros bebés, la hubiera tratado mejor, si hubiera sabido que aquella entrega no fue voluntaria, que fue una violación, Pandora... —. Hare que ese bastardo muera, te lo juro —cuando vuelvo a la casa, Derek estaba pelando una mandarina, mientras que Celeste, asombrada lo veía, cuando terminaba le daba otra y se volvía a repetir lo mismo—. Si no te las vas a comer no hagas que las pele.

Oportunidad de PorcelanaWhere stories live. Discover now