CAPÍTULO 1. PETRIFICADO

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Harry caminaba hacia el haya que estaba junto al lago. Solía sentarse a los pies del árbol cuando necesitaba estar a solas y pensar en los acontecimientos que habían sucedido el año anterior. Aún le costaba creer que aquella pesadilla hubiera terminado. La búsqueda de los horrocruxes le había parecido una tarea imposible, pero finalmente, y gracias al descubrimiento de las reliquias de la muerte, habían logrado derrotar a Voldemort.

Sin embargo, el final de la guerra no fue todo lo perfecto que a él le hubiera gustado. Harry no podía reprimir el sentimiento amargo que le producía recordar las muertes de Remus, Tonks y George. Incluso la muerte de Snape, tras descubrir todo el plan oculto que tenían tanto él como Dumbledore, le había dejado una herida en su interior que no creía que fuera a sanar nunca. Eso sin contar el asesinato de su padrino Sirius a manos de Bellatrix durante el quinto curso.

El remate llegó cuando Harry y sus amigos estuvieron ayudando a reconstruir el colegio Hogwarts, que había quedado destruido casi en su totalidad después de la terrible batalla. Ginny, le había confesado que sus sentimientos por él habían cambiado y que solamente le quería como un amigo. Aquello dejó a Harry desolado en un principio, pero al menos el hecho de que Ginny hubiera entrado en un equipo de Quidditch profesional y no regresara a Hogwarts, le había ayudado a olvidarla. De igual forma, aquello ayudó a que Harry se diera cuenta que no había amado a Ginny tanto como él creía. Tenía el sentimiento de que se había apoyado en ella por el mero hecho de que se sentía solo y había tratado de llenar ese vacío de alguna manera. Sin embargo, ese vacío no parecía haberse llenado nunca mientras estuvo con ella.

En cuanto a Luna y Neville , ambos consiguieron terminar sus clases en Hogwarts con excelentes notas y se habían ido a vivir juntos. Actualmente, estaban preparándose para sus estudios como aurores. Por el contrario, Harry, Ron y Hermione y varios alumnos de las diferentes casas, que habían faltado a clase durante el séptimo curso debían repetirlo.

La victoria había unido más aún la relación entre Hermione y Ron. Ahora pasaban la mayor parte del tiempo acaramelados y disfrutando de ser una pareja normal, que no tenía miedo de ser asesinada las veinticuatro horas, los siete días de la semana. Harry lo entendía, pero las muestras de afecto siempre le habían resultado sentir incómodo y más cuando se trataba de sus dos mejores amigos, por lo que solía pasar bastante tiempo solo y precisamente el haya sobre la que se encontraba en esos momentos era su lugar favorito de retiro.

Harry se apoyó con una mano en la hierba para levantarse y se dirigió a la orilla del lago que había frente al árbol. Se agachó, agarró una piedra plana y la lanzó al agua. La piedra rebotó varias veces en el agua hasta que acabó por hundirse en las profundidades del lago, dejando un rastro de ondas sobre la superficie. Había aprendido ese truco la primera vez que había ido de viaje junto a los Dursley a unas lagunas cerca de Londres durante su infancia. Sus tíos le habían llevado con ellos porque no tuvieron más remedio, pero ni siquiera se habían molestado en comprarle un bañador para que pudiera disfrutar del agua. Por eso, Harry había pasado los primeros días tirando piedras contra las aguas de la laguna. La octava vez que lanzó una piedra le salió el truco y no paró de tirar piedras hasta perfeccionarlo.

El sol estaba comenzando a esconderse, por lo que decidió que ya era hora de regresar al colegio para cenar. Se limpió las manos en el pantalón de los vaqueros para deshacerse del barro que se le había pegado y se dirigió hacia la entrada de la escuela.

—¿Pero qué tenemos aquí? —dijo una voz arrastrando las palabras al hablar—. ¿De dónde vienes, Potter? ¿De lloriquear por ahí?

Malfoy bloqueaba la entrada con su cuerpo y miraba al moreno despectivamente.

—Apártate, Malfoy —le contestó el chico tratando de mantener la compostura.

Desafortunadamente para Harry, Malfoy era de los pocos alumnos de Slytherin que estaba repitiendo curso. La mayoría de los hijos de mortífagos había dejado Hogwarts, sin embargo, por lo poco que tenía entendido, el Wizengamot había obligado a Malfoy a continuar con sus clases en Hogwarts a cambio de no ser recluido en un internado mágico. A Harry aquello le había parecido de lo más injusto, pero él no dictaba la ley. Al menos Lucius Malfoy permanecía en prisión.

SIN PRISA PERO SIN PAUSA (Drarry)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora