PLÁTICA

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Kouyou miraba fijamente la pantalla de la computadora, había escrito sin parar desde las seis de la mañana, no tenía sueño. Se trató de acomodar en la silla, acción que parecía casi un logro, a pesar de que habían pasado dos días de su encuentro con Yuu su cuerpo seguía doliendo horrores, aun no podía sentarse con propiedad sin soltar alguna mueca de dolor. Sin contar que estaba cubierto de ropa casi todo el tiempo, debido a las increíbles y moradas marcas que lucía.

Huir de Takanori había sido todo un logro durante esos días, no sólo no podía permitirse que viera su cuerpo. Tampoco lograba entablar una conversación coherente con su pareja, sentía que tal vez su pareja descubriría lo que hizo con tan solo unas cuantas palabras.

—Buenos días —Takanori salió de la habitación con una radiante sonrisa, saludó a su novio con un ligero beso en la mejilla.

Kouyou solo le respondió con una mueca. Para Takanori no fue algo fuera de lo común, puesto que siempre que el castaño escribía parecía sumergirse en otro mundo dentro de su propia imaginación.

Sin siquiera pensarlo el castaño se levantó cerrando la portátil—. Voy a salir, no puedo escribir aquí —la verdad no estaba tan alejada, no podía concentrarse con Takanori ahí, los pensamientos de culpa se arremolinaban en su estómago y prefería huir de ellos.

—Pero, no hemos hablado —trató de decir su novio desde la cocina.

—Perdón Taka, te prometo que cuando acabe esto, iremos a cenar y la pasaremos como se debe —sonrió y salió del departamento.

Takanori suspiró en cuanto la puerta se cerró, había sentido tan distante a Kouyou esos últimos días. A pesar de estar escribiendo, era más frío e incluso renuente a su presencia, un comportamiento para nada normal en su novio, y lo peor de todo es que parecía que el castaño ni lo notaba. ¿Qué no sabía que el mas bajo lo conocía como la palma de su mano?

Esperó casi dos horas a que Kouyou regresara, pero no lo hizo. No quería desconfiar de él, solo que una parte de él temía estarlo perdiendo. Kouyou desde un principio, había sido una persona difícil de entender, aun si estaba acostumbrado a lidiar con escritores, Kouyou sin duda era especial. Sus cambios de ánimo y la forma en la que parecía vivir en una realidad alterna, era algo que desesperaba a cualquiera. Sin mencionar el carácter tan fuerte que el castaño llevaba a cuestas, no muchos estaban dispuestos a soportarlo, muchos menos cuando el escritor siempre hacía lo que quería, cuando quería. Pero Takanori lo hacía, lo amaba de esa forma, sin embargo últimamente, no parecía él mismo, sentía que algo le ocultaba.

Sonó el timbre, abrió la puerta aun un poco pensativo. No se sorprendió al ver a Kohara parado en la puerta, lo dejó pasar sin decir mucho. Takanori era una persona que funcionaba mejor por las mañanas por lo que no era normal que estuviera tan callado al recibir a su abogado.

—¿A ti, qué te pasa? —Le preguntó una vez que se sentó en el sillón mas grande de la sala—. Espera, déjame adivinar, Kouyou —giró los ojos—. Anda de bipolar —adivinó.

Takanori hizo una mueca también sentándose a lado de su abogado y amigo—. No es bipolar, sólo ve las cosas de manera diferente, pero no es eso —dijo—. Últimamente está tan distraído, siempre está preocupado o molesto, siento que algo le pasó y no me quiere decir que es; casi siempre se pone de esa forma cuando de su padre se trata y en esas ocasiones me dice las cosas. Ahora siento que es algo peor y por eso no me quiero decir nada —negó con la cabeza.

—¿Le has preguntado?

—No, si lo hago me tendría que preparar para un ataque de ira —dijo con cierto tono irónico—. Kouyou es muy reservado, aunque no lo parezca. Siempre está diciendo estupideces y haciendo reír a todo el mundo. Pero si hablamos de sus sentimientos está a la defensiva —sonrió de lado—. Te recuerdo cuanto tardó en aceptar que sentía algo por mi —el recuerdo parecía muy lejano en ese momento.

DeliriumDär berättelser lever. Upptäck nu