SEGUNDO ADIÓS

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Caminaba por el pasillo de su compañía, era una seguridad absoluta la que poseía mientras lo hacía, incluso sonreía un poco a pesar de que no cruzaba palabra con su abogado y mejor amigo, quien iba caminando a su lado. Al contrario del pelinegro, el abogado rubio parecía que no había dormido en días, las ojeras se le marcaban claramente debajo de los ojos, su cabello estaba despeinado; lo que no era común en alguien de posición. A medida que caminaba bostezaba y sus ojos se llenaban de lagrimas que lograba controlar para que no cayeran irremediablemente.

Quería ofrecerle una palabra de aliento, una palmada en la espalda, lo que fuera para sacarlo de ese estado, pero no se atrevió. Por un momento, incluso pensó que no era su lugar hacerlo, de no ser por él, Akira se encontraría en mejor estado.

A medida que se iban acercando a la sala de juntas, el estomago de Akira parecía mas y mas revuelto, había vomitado todo el desayuno hacía tan solo media hora y por cómo se sentía, estaba lejos de mejorar. Antes de entrar sintió el brazo de Yuu detenerlo.

—No te preocupes —el pelinegro dijo y sonrió llenándose de valor—. Todo estará bien —le guiñó el ojo y apretó su brazo. Un gesto que decía :"estoy contigo" o al menos para Akira eso significó.

Yuu abrió ambas puertas de la sala de juntas con la espalda completamente erguida y alzó la vista para encarar a todos los accionistas de su empresa, quienes se encontraban sentados alrededor de la enorme mesa de cristal. Sonrió ante la actitud seria de todos los presentes, se alzó de hombros y tomó su lugar en la cabecera de la mesa. Akira por su parte tomó el suyo a su lado derecho. Todos se sentaron.

El porte descompuesto de Akira se perdía ante la cabeza en alto de Shiroyama, no parecía tener la edad que tenía, lucía más grande. En opinión del abogado, parecía un guerrero a punto de enfrentar la muerte con el más grande de los honores. Yuu Shiroyama era el reflejo de toda su inteligencia, trabajo y habilidades.

—Yo no estaría tan feliz si fuera tu, Yuu —dijo una de las tres mujeres presentes—. Lo que venimos a tratar en esta junta es muy delicado para que sonrías de esa forma —cruzó los brazos frente a la mesa.

El pelinegro alzó una ceja—. No entiendo que es lo que tenemos que tratar para que te pongas así de seria —dijo indiferentemente e incluso con inocencia.

Uno de los ancianos de la mesa se aclaró la garganta—. Vayamos al grano entonces, no hay necesidad de darle vueltas al asunto cuando en realidad no vamos a lograr que dejes de ser un cínico —lo miró con rencor.

—No entiendo esta hostilidad, si pudieran explicarme.

—Lo sabemos Yuu, deja de actuar como si no supieras de lo que hablamos —dijo el anciano mientras otro azotaba un sobre amarillo contra la mesa, el golpe hizo que Akira saltara del susto, pues mas que estar en la conversación parecía estar mas sumergido en sus propios pensamientos.

Yuu tomó el sobre sin abrirlo—. ¿Se supone que sepa qué es? —preguntó admirando el sobre, su voz había cambiado a una de preocupación.

Varios de los presentes bufaron, otros incluso sonrieron y otros solo atinaron a negar con la cabeza. El pelinegro sin saber de lo que hablaban abrió el sobre, sacando los papeles que contenía, a medida que sacaba uno por uno, iba palideciendo aun mas, incluso su respiración se volvió agitada, no podía creer lo que estaba viendo.

Estados de cuenta, que por supuesto eran falsos, todos y cada uno afirmando que él había estado desviando fondos de la compañía hacia su cuenta personal. Era imposible que aquello estuviera pasando.

—La mesa directiva de la industria Shiroyama solicita la inmediata renuncia del presidente y vicepresidente ejecutivo —pronunció el hombre sentado inmediatamente a la izquierda de Yuu.

DeliriumWhere stories live. Discover now