ESPÍA

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Yuu no captó el sonido de la taza al romperse, ni mucho menos escuchó el alboroto que provocó Juri al pararse y recoger los pedazos de cerámica rota. Alguien lo movía del hombro pero no alcanzaba a distinguir, ni mucho menos le interesaba, quien era. Se había quedado en blanco, completamente paralizado. Todo a su alrededor parecía lejano y sonaba como un eco distante, mientras su cabeza daba miles de vueltas. Hasta que por fin el jaloneo de su hombro se volvió demasiado fuerte para ignorarlo. Volteó bruscamente olvidando por completo donde estaba y abrió muchísimo los ojos al darse cuenta que era Leda quien lo miraba con profundo miedo.

Le tomó varios segundos recuperarse, recordar donde estaba y por qué, miró hacia sus pies donde aun había café regado por el piso, subió la vista de nuevo a Leda y a Juri, quienes lo miraban como si de pronto se hubiera vuelto loco. Sin embargo, los ignoró olímpicamente caminando con increíble velocidad hacia su habitación, Leda iba a seguirlo pero Juri lo detuvo negando con la cabeza.

Yuu tomó bruscamente el celular japonés que hasta esa fecha había mantenido guardado en su armario, lo tenía en caso que necesitara comunicarse con urgencia a su país natal y esa ocasión lo ameritaba. Lo revisó con cautela y notó que no había ni una sola llamada, de nadie, era mas que obvio que Manabu no se había tratado de comunicar con él, incluso sabiendo la situación de Kouyou. Tecleó el numero sin pensar pero cuando estaba a punto de presionar el botón de llamada, se detuvo.

¿Qué estaba haciendo? Prometió no comunicarse bajo ninguna circunstancia, podría arruinar todo el plan. Se mordió el labio, moviendo la pierna rápidamente, tratando de pensar qué era lo mejor. ¿Cómo se suponía que pasara de largo esa noticia? Tenía que saber cómo estaba, probablemente era su culpa, no había otra explicación del por que Takanori había perdido la razón.

Cabía la posibilidad de que fuera una trampa, podía el mismo Takashima padre, haber mandado a hacer el rumor para que él regresara. Tal vez por eso Manabu no se había comunicado, porque en realidad no había ocurrido nada. Se jaló fuertemente el cabello con la mano que no sostenía el celular, no sabía que hacer. Podía echarlo a perder, pero necesitaba saber como estaba.

Suspiró pesadamente, borró el número de Manabu de la pantalla y tomó su tablet para hacer una búsqueda rápida. Se convenció finalmente y sacó su actual celular marcando el número que esperaba, le ayudara.

-x-

—Esto es una estupidez —se quejó por enésima vez. Llevaba una semana en su casa y ya sentía que se estaba volviendo completamente loco, era una sensación horrible no poder moverse, casi no dormía debido a la terrible incomodidad que representaba no poder mover la pierna libremente y sin contar que la cicatriz que atravesaba su estómago aun estaba sanando, ya le habían quitado los puntos, pero aun si no era verdad, tenía la sensación de que la herida se le abría cada vez que hacía un movimiento brusco. Estaba fuertemente aferrado a los hombros de Shinji, quien lo cargaba de regreso del baño a su cama—. No puedo estar así —suspiró—. Odio tener que depender de ti, te van a despedir, si te sigues tomando mas días, al final tengo que aprender a cuidarme solo. ¡Ah! —gritó cerrando los puños en la camisa de su amigo, aun sentía dolor en la pierna y el movimiento brusco lo había lastimado.

—Lo siento, no puedo maniobrar si te pones así de rígido cuando te acuesto. Tienes que perderle el miedo al dolor —ignoró la mirada de muerte que Kouyou le dedicó—. Y no me molesta faltar al trabajo para cuidarte. Entiendo que puedas cuidarte solo pero ahorita todavía es un proceso, aun faltan las terapias y tu psicóloga dice que...

Kouyou chasqueó la lengua.

—No necesito sermones —interrumpió de mal humor, odiaba sentirse así y apenas era el principio.

DeliriumWhere stories live. Discover now