9. Hojas rotas

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Somnus por Adrio Felmen.

La existencia de los dragones pertenece a la historia antigua. Hace más de cien años que han dejado de existir o al menos, se les ha dejado de ver en todos los reinos.

Con su extinción, también se ha ido para siempre una potencial fuente de magia inacabable. Los dragones eran seres que controlaban el fuego por naturaleza. Ellos eran espíritus de fuego. Quien controlaba a un dragón podía controlar el fuego. Eso fue algo a lo que aspiraban las grandes mentes de la hechicería en tiempos antiguos pues nunca la magia humana ha logrado dominar este poderoso elemento de manera definitiva.

Pero ya no están. Nadie ha vuelto a ver a un dragón.

Y ese es el punto de la investigación en la que me he estado concentrado estas últimas décadas. Una teoría que podría remover las bases de nuestra hechicería tal y como la conocemos. Si llegaré a probarla, con el tiempo que me queda de vida, es incierto.

Lamentablemente, sólo he contado con un espécimen que ya no está en mi poder y del que ya no tengo ninguna pista de su destino. No habría ninguna otra manera de probar mi teoría más que con un espécimen vivo. Pero ello no altera ni cambia mi descubrimiento: los dragones siguen existiendo.

Existen y viven entre nosotros.

Ellos siempre han sido seres de extrema inteligencia y no me extraña que hayan podido encontrar esta solución al verse acorralados ante el enemigo que tenían que enfrentar: nosotros, los hechiceros.

La inteligencia y poder de los dragones eran impresionantes, pero su voluntad era doblegable ante la magia. Y ellos estaban plenamente conscientes de ello.

Así que ¿qué mejor disfraz para estos seres extraordinarios que nuestra propia apariencia?

Desconozco aún la manera cómo ellos pudieron colocarse esta máscara. Pero al inducirse lo que yo he denominado somnus (sueño) abandonan todo su poder y la única evidencia de su verdadera naturaleza es su inmunidad al fuego. A todo tipo de fuego.

Esta escapatoria ingeniosa y a la vez traicionera debe ser interrumpida.

Sólo Dios sabe el bien que podría aportarse al mundo si los hechiceros redescubrimos a los dragones, si nos hacemos con su poder. Un poder que por orden divino, nos pertenece.

Si hay alguna manera de interrumpir el sueño, sólo los hechiceros podemos lograrlo. Pues a nosotros nos corresponde dominar a estos espíritus de fuego.

 

Los labios de Ítalos se movieron para pronunciar la palabra “fuego” pero él no llegó a emitir el sonido. Sus manos temblaban y cuando percibió que estaba siendo observado, levantó la vista y sus pupilas se dilataron al verlo.

Ureber estaba en el umbral con sus ojos enrojecidos. Ítalos se paralizó y un terror indecible invadió su cuerpo al notar que el brujo no estaba furioso sino eufórico. Una alegría loca y la sonrisa más retorcida del mundo se dibujaron en su faz.

SOMNUSWhere stories live. Discover now