6.

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-No me mires. Compórtate como si yo no estuviera aquí -le indiqué muy concentrada. Me acerqué un poco más a Matteo y me agaché frente a él. En realidad me habría ido bien tener ayuda para esas fotografías, alguien que pudiera ocuparse de la luz y controlar que no quedaran reflejos en los cristales de las gafas. Pero sabía que podía conseguirlo de todos modos sin ayuda.

Siempre y cuando Matteo mantuviera a raya su inquietud.

-Me pones nervioso -me acusó mirando directamente a la cámara.

-Tú mira la pantalla -insistí. Soltó un suspiro, pero al menos me hizo caso.

El motivo de aquella sesión era mostrar cómo era Matteo antes de iniciar la transformación: tímido, retraído, torpe y tenso en todo momento. Sin embargo, las imágenes tenían que parecer naturales y cotidianas. Simples instantáneas de su vida diaria. No podían ser forzadas en absoluto.

Una vez más, pulsé el disparador de la cámara y él reaccionó con un sobresalto.

-De acuerdo, así no lo conseguiremos -murmuré. Bajé la cámara y rodeé el escritorio frente al que estaba sentado.

Esa tarde, Matteo había estado a punto de caerse de la silla del susto al verme aparecer en su lugar de trabajo cargada con la cámara de fotos. Su jefe estaba viendo otra película en la sección de televisores y ni siquiera se había dado cuenta de que había pasado por su lado en dirección al taller.

Lo de presentarme de improviso había sido a propósito. Sabía que si lo hubiera avisado se habría pasado horas pensando en ello y seguramente me lo habría encontrado todavía más tenso de lo que ya estaba. Aunque dudaba que eso fuera posible, la verdad.

Pero también cabía la posibilidad de que se hubiera asombrado al comprobar que me tomaba en serio el trato que habíamos hecho.

-Tendría que haberte avisado de que no soy nada fotogénico -murmuró.

-Eso no es cierto -objeté, y me incliné un poco hacia él para encender el ordenador- ¿Hay algo que tengas que hacer con esto?

Matteo se encogió de hombros con torpeza.

Miré a mi alrededor. Luego me acerqué a la ventana e intenté correr las pesadas cortinas marrones un poco más, pero sólo conseguí levantar una nube de polvo.

-Hace un montón de tiempo que no limpio el taller, lo siento -se disculpó en cuanto empecé a toser. De inmediato se levantó y abrió las cortinas él mismo.

-¿También te encargas de limpiar para Wesley? -grazné.

Me tendió una botella de agua antes de responder.

-A veces -admitió.

Tomé un trago y dejé la botella de nuevo encima de la mesa.

-Te está explotando. Lo sabes, ¿no?

Matteo se encogió de hombros una vez más.

-¿Y qué? Mientras me pague...

-Estoy segura de que podrías encontrar otro empleo -le aseguré. Sin embargo, él se limitó a darse media vuelta y a sentarse de nuevo frente al escritorio.

-Podría digitalizar estos listados -propuso levantando una hoja de papel llena de cifras.

Decidí no resistirme a ese cambio de tema radical.

-Genial. Parecerá más realista si estás ocupado trabajando de verdad.

Retrocedí unos pasos y levanté la cámara frente a mi cara mientras él empezaba a teclear. Lo observé a través de la lente, me agaché un poco y pulsé el disparador.

Sentir [Lutteo]Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu