14.

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-¿Estás segura de que es una buena idea? -susurró Matteo mientras observaba cómo me colaba por debajo de la valla de alambre rota con la frente arrugada por la preocupación.

-No hace falta que bajes la voz -respondí en voz alta- Aquí no hay nadie.

Me di media vuelta y levanté el alambre un poco más, para que él también pudiera entrar. Me lanzó una mirada cargada de escepticismo, pero dio un paso adelante de todos modos.

-Cuidado con la chaqueta -murmuré poniéndome de puntillas para sostener la valla más arriba todavía. Cuando Matteo hubo llegado al otro lado, la dejé caer de nuevo.

Miré a mi alrededor y asentí con satisfacción. Estábamos en las afueras de Woodshill, en la finca que rodeaba una gran fábrica abandonada y medio ruinosa.

Era el escenario exacto que había imaginado como telón de fondo para las fotografías del «después».

-Perfecto -sentencié.

-¿Perfecto? Gracias a ti es posible que esta noche acabe durmiendo en el cuartelillo -susurró, a lo que yo respondí poniendo los ojos en blanco.

-Tranquilízate de una vez. Aunque alguien nos pille aquí, lo único que estamos haciendo son fotografías para un proyecto de la universidad, nada más. Y ahora, ven conmigo -le ordené antes de echar a andar hacia el edificio.

-¿Lo haces a menudo, esto de cometer delitos? -preguntó mientras intentaba alcanzarme.

-Sí. Pero nunca he sido tan imbécil como para dejar que me pescaran - repliqué con una sonrisa.

-Maravilloso -murmuró Matteo - Simplemente maravilloso.

Miré a mi alrededor y descubrí una puerta metálica sobre la que había un enorme rótulo de advertencia. A ambos lados había unos grandes ventanales con los cristales rotos. Tenía un aspecto amenazador, como si allí hubiera sucedido algo realmente terrible.

-No está mal -comenté.

Matteo siguió mi mirada, y me di cuenta de que pensaba lo mismo que yo.

Encendí la cámara. A través de la lente comprobé la luminosidad y encendí el foco.

-Ponte por allí -le indiqué.

Matteo se inclinó contra el marco de la puerta.

-Podrías levantar un brazo y luego...

Como si me hubiera leído el pensamiento, se colocó en la posición que estaba a punto de describirle. Apoyó un brazo en la parte superior del marco e inclinó el cuerpo hacia delante.

-¿Así? -preguntó.

Estaba fantástico. Los vaqueros negros le quedaban perfectos, muy ceñidos en las caderas, y llevaba la camiseta gris y la chaqueta de cuero como si nunca se hubiera vestido de otro modo. Además tenía el pelo ligeramente revuelto, en combinación con las gafas, le daba un aspecto más atrevido.

Pulsé el disparador unas cuantas veces y examiné las fotografías en la pantalla de la cámara.

-Mira hacia un lado. E intenta que sea una mirada sexy.

-No puedo parecer sexy como si nada, con sólo proponérmelo.

«Sí puedes, te lo aseguro», estuve a punto de responder, y me di cuenta de que se me encendieron las mejillas con sólo pensar en aquel instante que habíamos compartido en el cuarto de baño, después del corte de pelo. Me esforcé en reprimir esas imágenes y en guardarlas en lo más hondo de mi mente.

-Matteo, en serio -dije bajando la cámara- No es posible que después de varias semanas trabajando en esto todavía tengas tan poca autoestima. Puedo decirte a diario lo atractivo que llegas a ser si lo necesitas, pero tú mismo también tienes que creértelo un poco.

Sentir [Lutteo]Where stories live. Discover now