8.

853 57 6
                                    

-¡Fuera los alces! -gritó Gastón.

Retrocedí otro paso.

-Quítate los tirantes, Luna -me ordenó en tono amenazador.

-¿Y qué pasa si no me los quito? -pregunté con aire desafiante mientras fingía estar más interesada en la laca negra de mis uñas que en su reacción.

En el rostro de Matteo apareció una sonrisa diabólica.

-Te has olvidado de un detalle, Valente- me advirtió en un tono de voz que no presagiaba nada bueno.

-¿Ah, sí? ¿De qué? -pregunté.

-De que tengo tres hermanos pequeños.

A partir de ese comentario, todo sucedió muy deprisa. Matteo saltó sobre mí y me tiró al suelo. Solté un gemido cuando caímos sobre la alfombra. Él quedó encima de mí y me sujetó por la cintura con las manos.

-Atención -me avisó, y acto seguido empezó a hacerme cosquillas.

Solté un chillido e intenté zafarme de él, pero se mostró implacable.

-¡Para! -grité desesperada.

En algún momento decidió soltarme. Nos quedamos los dos tendidos en el suelo, casi sin aliento.

-Quién habría pensado que alguien tan duro como Luna Valente podría tener un punto débil -comentó con satisfacción, más para sí mismo que para mí.

Y entonces ocurrió.

Me reí.

«•••»

El domingo me tocó trabajar en el Steakhouse. A la hora de la cena, el local se llenó tanto que, aunque no daba abasto detrás de la barra, incluso tuve que salir a servir alguna mesa. Willa se había puesto enferma de forma tan inesperada que Al no tuvo tiempo de reclutar a nadie más. En condiciones normales, yo sólo me ocupaba de la barra y de la preparación de los aperitivos y los entrantes, pero ese día tuve la sensación de estar en todas partes al mismo tiempo. Y ni siquiera así fue suficiente.

En algún momento, Al salió de su despacho soltando tacos.

-Menuda mierda, joder -exclamó. Se puso un delantal de los que teníamos colgados detrás de la barra- Ayúdame un momento, por favor.

Se sujetó el delantal mientras yo se lo ataba a la espalda. Era tan corpulento que las cintas apenas alcanzaban a rodearle la cintura. Yo, en cambio, tenía que dar dos vueltas para que no me quedaran colgando casi hasta el suelo.

-¿Willa estará de baja toda la semana? -pregunté.

Mi jefe se limitó a responder con un gruñido.

-Esta semana todavía puedo doblar turno uno o dos días, si lo necesitas -propuse.

Al reaccionó con una carcajada.

-Me temo que uno o dos turnos dobles no bastarán, Valente. Pero gracias por el ofrecimiento.

-¿Por qué? ¿Qué le ha ocurrido a Willa?

La relación que manteníamos Willa y yo era la típica que se tiene con una persona a la que soportas bien en el trabajo pero a quien luego, en la vida real, prefieres no ver ni en pintura. Cuando Al se planteó la posibilidad de contratarme, ella no desperdició la oportunidad de contarle que mi reputación en Woodshill dejaba bastante que desear y que tal vez sería mejor mantenerme alejada de los clientes masculinos, si no quería que su restaurante se viera envuelto en un escándalo al cabo de pocos días. A raíz de eso, me costaba un esfuerzo extra ser amable con ella.

Sentir [Lutteo]Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum