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Al día siguiente, Matteo y yo fuimos juntos a mi tienda de ropa de segunda mano preferida, que estaba en las afueras de Woodshill. La acción radical que habíamos emprendido el fin de semana había dejado un gran vacío en su armario y teníamos que llenarlo con otras prendas. Es decir, con otras prendas que me gustaran a mí. A juzgar por la cara que puso Matteo, todavía no había superado el hecho de haberse desprendido de los tirantes amarillos.

No obstante, me di cuenta de lo impresionado que estaba cuando entramos en el Cure Closet. La tienda estaba alojada en un almacén viejo cuya reforma había mantenido su carácter industrial. Había un número incontable de percheros dispuestos alrededor de los palés de madera que formaban el área de ventas, mientras que entre éstos se erigían unas columnas de hormigón gigantescas, repletas de adhesivos de grupos de música. En las paredes había estanterías llenas de zapatos, bolsos y otros complementos, y del techo colgaba una suntuosa araña de cristal que en realidad no encajaba en absoluto con el ambiente del resto de la tienda, si bien el contraste aportaba un carácter único al espacio.

-No creo que encontremos nada adecuado para mí aquí dentro - murmuró Matteo.

-Lo dices porque no hay más de tres camisas bien dobladas en toda la tienda. Pero no te preocupes, has venido conmigo -lo tranquilicé. Le di unas palmaditas en el hombro para reforzar el efecto de mis palabras y me acerqué al primer perchero.

-¿Tienes algún sistema? -preguntó él a mi espalda.

Puse los ojos en blanco.

-No.

-¿Eso significa que te pones a buscar así, sin más? ¿No deberíamos planificarlo un poco antes? Todo lo que necesito comprar, digo. Deberíamos haber elaborado una lista. No podemos empezar la casa por...

Me volví hacia él y levanté la mano para evitar que siguiera hablando.

-Salir de compras hoy será lo más divertido que haré en toda la semana. Por favor, no lo estropees hablando de la posibilidad de planificar el orden en que haremos las cosas.

Matteo asintió con la boca cerrada.

-Bueno, vamos allá.

Me froté las manos y me puse manos a la obra. En la primera hilera de prendas empecé a hurgar entre las camisetas y los jerséis y fui cogiendo todo lo que me pareció que podía quedarle bien. Cuando el montón de ropa que acumulé sobre mi brazo se volvió demasiado pesado, al fin y al cabo, también llevaba mi cámara réflex colgada del cuello, se lo pasé a Matteo, que lo recibió con una sonrisa.

Luego pasamos a los pantalones, pero antes de elegir nada tuve que fijarme en la talla de sus caderas.

-Date media vuelta -le ordené describiendo un círculo en el aire con el dedo.

Accedió a mi petición y le examiné el trasero. Mmm..., no estaba nada mal, pero de todos modos me pareció una buena idea sustituir los chinos que llevaba puestos por unos vaqueros ajustados.

Deduje su talla a ojo y saqué dos pares de Levi's estrechos de un estante. A continuación, pasé con determinación a los percheros en los que estaban las chaquetas de cuero. Levanté la que me pareció más gastada a primera vista agarrándola por la percha y la examiné a conciencia.

-¿Una chaqueta de cuero? Por lo que más quieras, no -gimió Matteo.

-Creía que querías un cambio de imagen.

-Ya me parece suficiente cambio de imagen desprenderme de mis blazers. Parecerá que vaya disfrazado con algo así -protestó señalando la chaqueta con la cabeza.

La sostuve en alto frente a su pecho para imaginar cómo le quedaría.

-Sí, disfrazado de chico sexy. Ya lo verás.

Sentir [Lutteo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora