Lentamente me levantó las caderas, y me penetró.
Cerré los ojos mientras lo sentía entrar más en mi, y oí su gruñido.
No esperé más.
Empezé a moverme, lento, pero no dejaba de sentirce igual de placentero que siempre.
Sus manos fueron a mis muslos, y los sobó.
Una de las ventajas de estár arriba, era que podía ver completamente su rostro.
Me miró con el ceño semi-fruncido y los labios ligeramente separados.
Aumenté la velocidad de mis caderas.
-Oh..._________.- gimió.
Me sonrió desde allí abajo, y no quitó sus hermosos ojos de mí.
Sus manos subieron por mi cuerpo, hasta que llegaron a mis pechos.
Los rodeó con las manos y empezó a masajearlos.
Yo gemí.
Me mordí el labio y me obligué a continuar moviendome.
Sentía parte de sus testículos golpearme.
-Ah...- gemí y lanzé la cabeza hacia atrás.
Tiró de uno de mis pezones.
-Túmbate sobre mí, preciosa.- me dijo.
Bajo sus manos por mis brazos hasta que llegó a mis manos y tiró de mí sobre su cuerpo.
Fuí directamente a sus labios y él llevó las manos a mis caderas para ayudarme a controlar el movimiento.
-Me vuelves loco.- susurró.- Oh...
Se mordió el labio y lanzó ligeramente la cabeza hacia atrás.
Coloqué mis labios sobre la piel de su cuello.
Iba besandolo lento, como cada una de sus bombeadas.
-Dios,_________...- volvió a gemir.
-¿Estoy haciendo buen trabajo?- pregunté.
Subí hasta sus labios.
-Esto es más que un buen trabajo.
Me miró a los ojos de la manera en la que siempre lograba hacerme sentír timida.
"Mïralo con amor tu tambien" me decían mis pensamientos.
Respiré hondo, trantando de quitarme un poco el calor que tenía ahora mismo.
-Te amo.- susurré.
Ví su sonrisa aparecer en su rostro. Estaba sorprendido pero al mismo tiempo feliz.
Logré mantenerme firme apesar de que su dura polla me estuviera haciendo sentir debil.
Bajó la mirada por mi nariz, labios y mentón. Y luego subió examinandome los mismos sitios hasta encontrar mis ojos.
-Y yo a tí, preciosa.
Dejó un tierno beso en mis labios. Y susurró "Te amo" pegado a ellos.
Nos comimos la boca mientras ambos acelerábamos nuestros movimientos.
Yo gemía en su boca y él en la mía.
Mis paredes vaginales empezaban a contraerce.
Y me hacían sentir más a su duro miembro.
-Oh, si...Me encanta cuando estás ajustada, nena.
Moví las caderas más rápido y Ross unió sus gemidos a los míos.
Estaba haciendo un esfuerzo enorme por contiuar con esto. Normalmente me agotaba mucho, y por eso Ross iba arriba.
-Sigue, sigue.- gimió contra mi oido.
Llevó sus manos hasta mi trasero, bajó un poco más hasta parte de mi sexo y empezó a dejarme pequeños azotes allí.
