«Capítulo 2»

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Seungcheol estaba sentado en el suelo entre dos filas de asientos e intentaba abrir las esposas con un clip que había encontrado tirado. Una de las esposas, la derecha, estaba suelta. Se había roto cuando el jeep había volcado, pero a no ser que quisiera pasearse con un brazalete ruidoso e incriminatorio, tenía que librarse de la otra.

"Librarme de ella y salir de aquí a toda prisa"; pensó, hurgando el cierre con la delgada pieza de metal.

No alzaba la vista; no necesitaba recordar dónde se hallaba, no hacía ninguna falta. El aire estaba cargado de olor a sangre, que se encontraba por todas partes, y aunque en el vagón de tren en el que había entrado no había cuerpos, no tenía ninguna duda de que los otros vagones estaban llenos.

"Los perros, han tenido que ser esos perros..., aunque, ¿quién los habrá azuzado?

Tal vez fue el mismo tipo del bosque.
Tenía que ser él"

El tipo que se había plantado delante del jeep y había hecho que se estrellaran después de perder el control. Seungcheol había salido bien parado, y excepto por unos cuantos morados, estaba ileso, pero los policías militares que lo escoltaban habían quedado atrapados bajo el vehículo volcado, aunque seguían vivos. Al hombre que los había hecho parar, fuera quien fuera, no se lo veía por ninguna parte.

Habían sido un par de minutos temibles, de pie en la creciente oscuridad, mientras el olor cálido y aceitoso de la gasolina le daba en la cara e intentaba tomar una decisión...

"¿Salir corriendo o pedir ayuda por la radio?"

No quería morir, no merecía morir, a no ser que ser confiado y estúpido fuera una ofensa que mereciera la muerte. Sin embargo, tampoco podía dejar a esos hombres atrapados bajo una tonelada de metal retorcido, heridos y semi-inconscientes.

La elección que habían hecho, tomar un camino de tierra que atravesaba los bosques hasta la base, significaba que podía pasar mucho tiempo antes de que alguien los encontrara. Sí, era cierto que lo llevaban ante el pelotón de ejecución, pero sólo estaban cumpliendo órdenes, no era nada personal, y ellos merecían morir tan poco como él.

Había decidido optar por una solución intermedia. Pediría ayuda por la radio y luego saldría corriendo a toda pastilla... Pero entonces llegaron esos perros.

Tres cosas grandes, húmedas y horrorosas, y no había tenido más opción que correr para salvarse, porque notó algo muy, muy raro en esos bichos; lo notó incluso antes de que atacaran a uno de los policías, antes de que le destrozaran el cuello con los dientes mientras lo arrastraban hasta sacarlo de debajo del jeep.

Seungcheol pensó que había oído un clic e intentó abrir la esposa, pero dejó escapar un bufido entre dientes al ver que el cierre de metal se negaba a abrirse.

"Maldita sea"

Había encontrado el clip por casualidad, aunque había cosas tiradas por todos lados, papeles, bolsas, abrigos, objetos personales, y casi todas estaban manchadas de sangre. Quizá encontraría algo más útil que el clip si buscaba con más calma, pero eso significaría quedarse en el tren, lo cual no tenía ninguna pinta de ser una buena idea. Por lo que sabía, incluso podía ser ahí donde vivían esos perros, quizá se escondieran allí con el estúpido tipo que se lanzaba ante coches en movimiento.

Sólo había subido al tren para esquivar a los perros, para tranquilizarse y pensar cuál sería su próximo movimiento.

"Y resulta que este tren es el Expreso del Matadero"

Zero Hour ➳ JeongcheolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora