«Capítulo 5»

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—Jeonghan.

El joven no contestó ni se volvió hacia él, únicamente bajó el arma. Seungcheol deseó que hubiera algo que pudiera decir, pero supuso que sería mejor mantener la boca cerrada. La situación hablaba por sí misma. El hombre tendido en el suelo llevaba el uniforme de los P.L.E.D.I.S., probablemente era un amigo del chico, y había sido infectado.

Seungcheol le concedió un momento a Jeonghan, pero no pensaba que pudieran permitirse muchos más lujos. No podía estar seguro, pero parecía que el tren estaba ganando velocidad. Si estaba sin control, seguramente descarrilarían y probablemente morirían. Si alguien lo controlaba, entonces necesitaban saber quién y por qué.

—Jeonghan —dijo de nuevo, y esta vez el joven se volvió hacia él, sin avergonzarse de sus lágrimas.

—¿Te he oído disparar hace unos minutos? —le preguntó.

Seungcheol asintió con un gesto e intentó sonreír, pero no le salió.

—Un bicho monstruoso. ¿Y tú?

—Un perro —contestó el rubio, y se enjugó la última lágrima—. Y... alguien a quien conocía.

Seungcheol se removió incómodo y ambos se quedaron en silencio durante un segundo. Finalmente, Jeonghan suspiró y se apartó el flequillo de la frente.

—Dime que has encontrado las llaves.

—Algo parecido —repuso el mayor, alzando la escopeta.

—No servirá —replicó y suspiró de nuevo—. Tiene cierres magnéticos, como la cámara de un banco o algo así.

—¿En un tren de pasajeros? —preguntó Seungcheol.

—Es privado —Jeonghan se encogió de hombros—. Le pertenece a la Corporación HANA.

La compañía farmacéutica. Entre el consejo de guerra y la sentencia, Seungcheol no había prestado mucha atención sobre donde lo iban a ejecutar, pero lo recordó de repente. Gimpo, lo más parecido a una metrópolis que había en esa zona y el lugar donde la megacorporación HANA se había instalado inicialmente.

—¿Tienen su propio tren?

Yoon asintió.

—HANA está por todas partes aquí. Oficinas, investigación médica, laboratorios...

"Hoy hemos tenido noticias del laboratorio de Taiyō... y nos enviarán lasemana que viene para comprobar su estado"

El bosque de Gimpo, la misma ciudad, todo se hallaba situado en las montañas Taiyō.

Los pensamientos de Jeonghan parecían ir en la misma dirección.

—No pensarás que...

—No lo sé —repuso Seungcheol—. Y en este momento, no me importa. Aún tenemos que atravesar esa puerta.

Jeonghan comenzó a caminar de nuevo hacia la parte delantera del tren, luego pareció no pensárselo mejor, quizá porque no quería ver a su amigo. Fijó los ojos en el suelo y habló en voz baja.

—Hay un cadáver junto a la puerta, un hombre con una llave en la mano —dijo—. Puede que abra algo útil.

—Espérame un segundo —le indicó Seungcheol.

El mayor pasó ante el rubio y avanzó por el corredor hasta llegar al final. El decrépito cadáver de un empleado del tren se hallaba apoyado contra la puerta cerrada, era el cuerpo sobre el que el joven estaba inclinado cuando se vieron por primera vez. Y sí que tenía una llave metálica en la agarrotada mano. Seungcheol se la cogió y la observó bajo la tenue luz. Tenía pegada una etiqueta en la que se leía "VAGÓN RESTAURANTE".

Zero Hour ➳ JeongcheolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora