«Capítulo 4»

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—Lo primero que tenemos que hacer es detener el tren —propuso Jeonghan.

Seungcheol asintió con un gesto.

—¿Alguna idea?

—Separémonos —contestó el rubio, tranquilo, sorprendentemente tranquilo considerando por lo que acababa de pasar—. El vagón de cabeza está cerrado. Tenemos que conseguir abrir esa puerta para llegar hasta la máquina.

—Disparemos a la cerradura —dijo el mayor.

—Es un lector magnético —repuso Jeonghan, negando con la cabeza—. Tenemos que encontrar la tarjeta que hace de llave.

—He visto la oficina de un revisor...

—Cerrada —informó el rubio—. Tendremos que encontrar una por nuestra cuenta.

—Eso nos puede llevar un buen rato —indicó Seungcheol—. Deberíamos permanecer juntos.

—Entonces tardaríamos el doble. Preferiría salir de este trasto antes de que llegue a donde sea que vaya.

Aunque no le gustaba nada andar solo por el tren y quería aún menos que Jeonghan fuera solo, Seungcheol no podía discutir la lógica del chico.

—Comenzaré desde atrás e iré hacia adelante —dijo Jeonghan—. Tú encárgate del segundo piso. Nos encontraremos en el vagón de cabeza.

"Estás hecho todo un mandón, ¿no crees, muñeco?", pensó Seungcheol, pero prefirió no decirlo. En algún momento de un futuro no muy distante, Jeonghan podría ser lo único que le impidiera convertirse en el almuerzo de alguien.

—Y te pegaré un tiro si intentas cualquier cosa rara —añadió Jeonghan.

Seungcheol estaba a punto de replicarle, pero entonces vio el brillo en los ojos del chico. No estaba hablando en serio. No del todo.

El rubio hizo un gesto con la cabeza indicando el arma de Seungcheol.

—¿Necesitas munición para ese trasto?

—Estoy servido. ¿Y tú?

Con otro gesto de cabeza, Jeonghan fue hacia la puerta. Al llegar allí, se volvió.

—Gracias —dijo mientras gesticulaba vagamente hacia el fondo del vagón—. Te debo una.

Antes de que pudiera contestar, el menor se había ido. Seungcheol se quedó mirándolo un momento, bastante sorprendido de la disposición del otro a enfrentarse a los peligros del tren en solitario.

"Se le llama «negación de la mortalidad». Pasa cuando eres tan joven", pensó.

Sí, también él había pensado que viviría para siempre. Pero que te condenaran a muerte te hacía ver las cosas de una manera ligeramente diferente.

Se detuvo un instante para comprobar el vagón restaurante. Miró con asco los restos aplastados y líquidos de unas cuantas docenas de sanguijuelas mientras inspeccionaba apresuradamente detrás de la pequeña barra del bar y bajo las mesas. Había una puerta cerrada al fondo de la sala, pero una patada rápida y una ojeada le mostraron que sólo era una cabina de servicio vacía con un agujero en el techo. No se entretuvo más de lo necesario. Suponía que lo mejor que podía hacer era registrar los cuerpos de los empleados del tren. Bajó las escaleras, se detuvo un momento al final y miró hacia el extremo del tren antes de seguir.

Seungcheol parecía capaz de cuidar de sí mismo, por lo tanto, más valía que se ocupara de vigilar su propia espalda. Volvió a cruzar la doble puerta; atravesó el primer vagón de pasajeros, que seguía completamente vacío, y respiró profundamente antes de dirigirse hacia el segundo. Lanzó una rápida mirada para asegurarse de que no había nadie por ahí, y fue hacia las escaleras, sin querer mirar el cuerpo del hombre al que había matado. Ya había matado antes, pero no era algo a lo que llegaras a acostumbrarte si tenías conciencia.

Zero Hour ➳ JeongcheolUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum