«Capítulo 6»

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Seungcheol volvió en sí entre dolor y un olor a material sintético quemado. Abrió los ojos y parpadeó, evaluando lo que lo rodeaba con tanta rapidez como se lo permitía su espesa cabeza, lo que significaba que lo hacía muy lentamente. Se hallaba tendido sobre la espalda, mirando hacia un techo alto y vacío. La luz de varios fuegos parpadeaba a su alrededor, y las sombras de escombros y rocas bailoteaban sobre parte de la pared que tenía a su izquierda.

De alguna manera, estaba dentro.

"Los frenos, el tren... ¿Jeonghan?"

Eso lo espabiló.

Se incorporó hasta quedar sentado y se sorprendió, aliviado, al darse cuenta de que sólo tenía una luxación en el hombro y unos cuantos arañazos; nada grave.

—¡Jeonghan! —llamó, y le cogió un ataque de tos.

Estuviera donde estuviera, el ondeante humo del descarrilamiento estaba comenzando a aumentar. Tenían que salir de ahí.

Se puso en pie y se sujetó el brazo derecho mientras miraba a su alrededor. El tren parecía haber chocado contra un almacén, un espacio enorme, vacío, hecho de hormigón, con andamios en un lado y unas cuantas luces con pantalla en lo alto. No estaba muy bien iluminado, pero cuando Seungcheol miró hacia abajo, vio una vía dentada bajo sus pies y se dio cuenta de que seguramente se habían estrellado contra la terminal de mantenimiento del tren. Fuera donde fuera.

—Ah...

Seungcheol se quedó paralizado cuando divisó una silueta que yacía junto a un montón de piedras humeantes.

—¡Jeonghan! —se acercó el pelinegro tambaleante, esperando que el joven se encontrara bien.

La voz de Jeonghan parecía cargada de pánico cuando lo había llamado por el intercomunicador, cuando él no había respondido, pero es que estaba demasiado ocupado apretando botones para poder hablar. Lo lamentaba; al fin y al cabo Jeonghan era joven, y estaba aterrorizado. Debería haberlo reconfortado, o algo...

Llegó hasta el cuerpo retorcido y golpeado, y comenzó a arrodillarse a su lado. Se hallaba boca abajo, con la ropa hecha jirones.

—¡Jeonghan! Tranquilo, ya estoy acá. Te voy a ayudar y...

—¿Seungcheol?

Seungcheol se volvió y vio a Jeonghan caminando hacia él, con la nueve milímetros en la mano. Tenía un hilillo de sangre que le bajaba por la frente, pero por lo demás, parecía estar en perfecto estado. La persona que tenía el mayor ante él se dio la vuelta y gimió de nuevo. Seungcheol no podía asegurar si la lenta criatura era hombre o mujer, porque gran parte de su rostro y su cuerpo estaban deshechos, tanto por la enfermedad como por el accidente.

La criatura se puso de rodillas lentamente y volvió un rostro desfigurado hacia Seungcheol. La boca le colgaba abierta y una baba teñida de sangre se deslizaba entre los dientes rotos mientras se lanzaba contra él.

—¡Apártate! —ordenó Jeonghan, y Seungcheol no tuvo ningún problema en obedecer.

Retrocedió con pies y manos, y notó que la esposa suelta se le clavaba dolorosamente en la palma de la mano izquierda. Jeonghan apuntó y disparó dos veces. Ambas balas alcanzaron el cráneo fracturado de la criatura que había sido humana y acabaron con lo que le quedaba de vida. Cayó sobre el hormigón con algo que casi sonó como un suspiro. Seungcheol se puso en pie, y ambos pasaron unos tensos segundos recorriendo con la mirada los destrozos en busca de otros cuerpos. Si había más, estaban muy bien escondidos.

—Gracias —dijo Seungcheol, y miró de nuevo a la criatura. Al menos le habían ahorrado más sufrimiento, y con dos tiros limpios. Seungcheol estaba sorprendido y bastante impresionado por la habilidad de Jeonghan—. ¿Estás bien?

Zero Hour ➳ JeongcheolWhere stories live. Discover now