«Capítulo 13»

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La criatura que surgió de entre los escombros no se parecía a nada que Jeonghan hubiera visto antes. Se detuvo junto a la cima de escombros, alzó los brazos como si hiciera estiramientos y permitió que lo contemplara claramente. Jeonghan notó que se le secaba la boca y se le cubrían las manos de sudor. Sintió la urgente necesidad de ir al lavabo.

Era un humanoide. Humano, casi, porque tenía los rasgos faciales de un hombre, excepto que ningún hombre brillaba con tal palidez; la piel sin vello y el cuerpo eran de un blanco casi luminoso. Ningún hombre tenía garras que alcanzaran casi la misma longitud que los brazos, garras curvadas y brillantes como cuchillos de acero, más largas en la mano derecha que en la izquierda. Las venas eran como gruesas cuerdas visibles a través de la piel; masas de tejido rojo y blanco se amontonaban sobre los enormes hombros y el gigantesco pecho. Grupos de llagas de color rojo sangre se repartían sobre los tres metros de cuerpo, y la mayor parte de la piel de la parte baja del rostro estaba arrancada y dejaba al descubierto una especie de sonrisa sangrante de hueso y carne, sonrisa macabra que volvió hacia Jeonghan mientras flexionaba las garras, como si esperase deseoso su encuentro.

El monstruo lo miró y su asquerosa sonrisa pareció agrandarse ligeramente. Jeonghan lo oía respirar, un sonido rasposo y seco; también podía ver los latidos de su extraño corazón bombeante, sólo parcialmente cubierto por la caja torácica.

Casi sin darse cuenta de que había alzado la escopeta, Jeonghan disparó. El estallido cubrió el cuerpo del monstruo con hilos de sangre oscura que comenzaron a resbalarle por el cuerpo. La criatura tiró su enorme cabeza calva hacia atrás y gritó, un alarido apocalíptico, como el fin de todo. Pero había más rabia y furia que dolor, y Jeonghan comprendió de repente que no iba a sobrevivir durante mucho rato.

De un único salto, el monstruo pasó ágilmente desde la pila de roca destrozada hasta quedar agachado a unos cuatro metros de Jeonghan. Éste notó que el suelo temblaba. Las garras de la criatura arañaron el hormigón mientras se incorporaba y fijaba su mirada gris y maligna sobre el joven. Éste retrocedió y cargó la escopeta; le temblaba todo el cuerpo mientras intentaba apuntar hacia la horrible sonrisa. La cosa se acercó, se puso entre él y el ascensor justo cuando éste se detuvo y las puertas comenzaban a abrirse. La criatura dio otro paso.

"Al menos es lento. Si lo pudiera alejar y luego volver corriendo..."

Otro paso, y Jeonghan vio y oyó aparecer una grieta en el suelo bajo las gruesas uñas negras de los pies del monstruo. El joven retrocedió e intentó ampliar la distancia entre ambos. Y de repente la cosa se puso a correr, veloz, su brazo era como un reflejo borroso mientras lo bajaba y lo subía a gran velocidad, las hojas de sus manos pasaron lo suficientemente cerca de Jeonghan como para que él pudiera captar su propio reflejo mientras se movía para esquivarlas.

Se tiró al suelo y rodó sobre el hombro, con la escopeta apretada contra el pecho, y ya volvía a estar en pie cuando la criatura acabó su extraño movimiento. Saltaron chispas de la pared junto al ascensor cuando el panel de control quedó hecho pedazos. Tras él se encendieron luces de alarma y comenzó a sonar una sirena. Una enorme puerta de metal empezó a descender entre Jeonghan y la plataforma del montacargas por el que había bajado. Dividiría la sala en dos y lo dejaría atrapado con el horripilante monstruo, así que Jeonghan se puso a correr, decidido a quedarse al otro lado de esa puerta. Era pesada y bajaba de prisa, como una gruesa cortina de metal que seguramente sería impenetrable para la criatura.

Jeonghan alcanzó el otro lado fácilmente y se volvió para mirar, corriendo hacia atrás. La monstruosidad creada por el hombre corrió tras él y se agachó para pasar bajo el panel deslizante. El chico sintió que el corazón lo golpeaba dentro del pecho, y un sudor frío le cubrió el cuerpo.

Zero Hour ➳ JeongcheolWhere stories live. Discover now