«Capítulo 9»

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El babuino se abalanzó corriendo hacia ellos en cuanto entraron de nuevo en el pasillo, y murió espectacularmente, hecho pedazos con un ensordecedor bramido por la escopeta de doble cañón.

Seungcheol la recargó con el único cartucho que le quedaba. Pensaba que tenía más, pero al parecer los había perdido en algún momento. De cualquier forma, no tuvieron más encuentros hasta que llegaron a la sala principal.

Por alguna razón, Seungcheol se sentía más alegre de lo que se había sentido en mucho tiempo. Además del ataque de risa, que tan bien le había sentado, como una pausa en el incesante caos que habían estado soportando, era la primera vez que había contado su historia a alguien que realmente lo escuchaba, alguien que estaba dispuesto a considerar que tal vez estuviera diciendo la verdad. Aquel rubio había logrado calmar un poco su alterado corazón con tan solo escucharlo.

Se detuvieron ante el gigantesco círculo que formaba la especie de monumento en medio de la gran cámara y lo contemplaron. Eran seis animales tallados y colocados a igual distancia formando un círculo, con el rostro hacia fuera. Cada uno tenía una plaquita delante y una pequeña lámpara de aceite junto a cada placa. Los animales estaban cincelados por manos expertas, pero el conjunto era una monstruosidad, una auténtica pesadilla.

El animal que se hallaba frente a Seungcheol era una águila en pleno vuelo con una serpiente atrapada entre las garras. Leyó la placa: DANZO LIBREMENTE EN EL AIRE, CAPTURANDO UNA PRESA SIN PATAS. Frunció el entrecejo, avanzó hasta el siguiente animal, un ciervo, y leyó su placa: ME ALZO FIRME SOBRE LA TIERRA MOSTRANDOLAS ASTAS CON ORGULLO.

Jeonghan rodeó la desafortunada obra de arte y se detuvo junto a una verja de acero que se hallaba detrás. La verja cerraba el paso hacia un corto pasillo con dos puertas, una en cada pared.

—Hay un cartel aquí. Básicamente dice que hay que ir del más débil al más fuerte y encender las lámparas —se volvió hacia los animales y los contempló—. Es una especie de acertijo —agarró una de las barras de metal de la reja—. Debe de abrir esta verja.

—Así que tenemos que encender las lámparas por orden, empezando por el animal más débil —dijo Seungcheol.

"Estúpido. ¿Por qué se tomaría alguien tantas molestias?"

El mayor sacó el mapa del bolsillo trasero y lo examinó.

—Sólo parece haber un par de habitaciones por ahí. No veo ninguna salida.

Jeonghan se encogió de hombros.

—Sí, pero quizá haya algo que podamos usar. ¿Qué daño puede hacernos?

—No lo sé —respondió sinceramente—. Quizá mucho.

Jeonghan sonrió y se volvió hacia el animal de piedra que tenía más cerca, un tigre, en cuya placa se leía: SOY EL REY DE TODO LO QUE VEO, NINGUNA CRIATURA PUEDE ESCAPAR DE MÍ.

Seungcheol se fue hacia la izquierda, hasta la talla de una serpiente enroscada en la rama de un árbol.

—Ésta dice: AVANZO SIGILOSA SOBRE MIS VÍCTIMAS EN UN SILENCIO SIN PASOS Y CONQUISTO HASTA EL MÁS PODEROSO DE LOS REYES CON MI VENENO.

Jeonghan leyó los dos restantes en voz alta. Las palabras bajo el lobo eran: MI AGUDO INGENIO ME PERMITE ABATIR HASTA LA MAYOR BESTIA CORNUDA.

El sexto animal era un caballo alzado sobre las patas traseras, y en su placa ponía: NINGUNA ASTUCIA PUEDE IGUALAR LA VELOCIDAD DE MIS ÁGILES PATAS.

"Bestia cornuda"

Seungcheol volvió hasta el ciervo y volvió a leer la parte sobre "mostrar las astas con orgullo".

Zero Hour ➳ JeongcheolWhere stories live. Discover now