III

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Esa mañana caminaba Park Jimin tranquilamente por las cortas calles de Mantún cuando la espléndida presencia del padre Min afuera de la iglesia robó por completo su atención, sonrió ampliamente cuando noto que aquel hombre de piel blanca y manos exquisitas regaba con delicadeza las pequeñas margaritas blancas que comprendían el camino de la entrada al templo.

A pasos lentos y coquetos se acercó a él quedando a poco más de un metro de su posición.

- Las margaritas son mis flores favoritas...- el Padre Yoongi dio un respingo en su lugar al ser tomado por sorpresa por la suave voz de Park Jimin, el cual soltó una pequeña risa al ver la expresión de asombro del mismo e hizo una reverencia - Perdón... Lo sorprendí... Buenos días padre Min... 

- Buenos días joven Park...- Saludo con cortesía disimulando muy bien el golpeteo fuerte de su corazón al ver al chico con el que horas antes había soñado, decidió mantenerse al margen ya que no sabría si podría en contra de aquello que lo atormentaba, volvió su mirada a las flores acariciando sus pétalos con la yema de sus dedos bajo la mirada atenta del Rubio.

- Son muy bellas...- comentó Park Jimin con la esperanza de conseguir al menos una tenue sonrisa de parte del mayor.

- Lo son... Mucho...- Respondió sin mirarlo.

- ¿como ha estado? - cambio el tema - ¿le ha gustado el pueblo? Mantún es pequeño pero las personas son ama...

- Si...- le interrumpió ahora viéndolo, Jimin se tenso un poco ante el tono de su voz - Es un pueblo hermoso... Aunque no se si esté aquí por Mucho tiempo... Que tenga un buen dia joven...

Hizo una corta reverencia y se retiró dejando allí al Rubio con un sentimiento amargo en su garganta.

Aunque ¿Por qué debería importarle?

Bufó y pateó una pequeña piedrita en el suelo de tierra para comenzar a avanzar abrazando sus libros camino al colegio.

En la puerta dentro de la iglesia, el Padre min debatía entre la razón y la tentación, suspiró pesadamente empuñando la Cruz que colgaba en su cuello y rezo un padre nuestro asentando aquella frase que tanto le dolía.

"No me dejes caer en la tentación"

"No me dejes caer en la tentación"

"No me dejes caer en la tentación"

Aquello lo pedía con necesidad y con todas sus fuerza al verse realmente en peligro cuando todo su cuerpo temblaba al sentir aquella delgada presencia frente a él.

Park Jimin desde su asiento en el aula de clases repasaba una y otra vez el rostro del hombre al cual deseaba y no comprendía del todo la razón por la cual lo había tratado de aquella manera tan indiferente.

Cuando el timbre del descanso de medio día sonó, Park Jimin recogió sus libros y se fue, como era viernes, tendrían la tarde libre.

Corrió a su casa y se quitó su uniforme, sobre su desnudez puso un gran suéter tejido a lana roja, el cual le quedaba colgado y el cuello ancho. De puso un pantalón tres cuartos y una botas de cuero estilo militar que usaba con frecuencia.

Llegó al viejo anfiteatro con una cantimplora repleta de agua y sus libros del colegio, cuando entró a la habitación de aquel lugar de dejó caer sobre el colchón y comenzó a escribir un nuevo poema.

Diferente a los demás, con otra aura y esencia, dirigido a otro que no precisamente el baile, no...

Usted...
Usted señor del camino
¿A qué vino aquí?

Half Moon~ YMWhere stories live. Discover now